Sólo el 18 % llega a él
Los jóvenes no consiguen empleo asalariado formal
La falta de oportunidades laborales aparece como una de las principales causas de protestas sociales en varios países de diferentes regiones. El fenómeno está asociado a las dificultades que presenta la transición hacia el mercado de trabajo.
De la redacción de El Litoral
Idesa
En diferentes regiones del mundo se está produciendo una cadena de protestas motorizadas por revueltas juveniles. Comenzó en los países árabes, donde las razones de la disconformidad fueron atribuidas fundamentalmente a la falta de libertades, democracia y ámbitos de participación, pero también se ha dado en los países avanzados occidentales donde uno de los disparadores es el alto desempleo juvenil.
En este último grupo, se cuentan los países mediterráneos, con España a la cabeza donde la tasa de desempleo juvenil alcanza al 42 %, Grecia con 33 % y Portugal con 22 %. Pero también Francia con 22 % (que ha sufrido en el pasado reciente severos disturbios juveniles) e Italia con 28 % (que no tiene revueltas, pero la disconformidad se manifiesta en la emigración).
“En negro”
En la Argentina, no se registran hasta el momento protestas tan intensas. Sin embargo, la falta de oportunidades laborales y la mala calidad de los empleos puede ser un problema latente, evaluó el Instituto para el Desarrollo Social (Idesa).
En este sentido, considera pertinente analizar la información de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec correspondiente al 2º trimestre del 2011.
Los datos oficiales muestran que la tasa de desempleo juvenil es más del doble de la tasa general (7,3 %). Entre el 44 % que no trabaja ni busca trabajo, dos tercios estudia pero un tercio ni siquiera estudia. Esto resulta particularmente preocupante ya que no se trata de adolescentes sino de personas mayores de edad. El panorama se completa con el hecho de que los pocos que consiguen trabajo, la mayoría lo hace como asalariado “en negro”, servicio doméstico o cuentapropista. En suma, sólo el 18 % de los jóvenes entre 18 y 25 años de edad tiene un empleo formal.
Complican las regulaciones
Dentro de la multiplicidad de factores que explican este fenómeno, uno de particular importancia es que contratar un joven resulta, en la mayoría de los casos, una alternativa muy poco atractiva. La clave del problema es que las regulaciones laborales exigen aplicar a un joven prácticamente las mismas reglas de contratación que a un adulto. Esto colisiona con la realidad de que la inexperiencia de los jóvenes hace que sean, por cierto tiempo, mucho menos productivos. Por eso, la legislación termina imponiendo una fuerte discriminación en contra de los jóvenes.
En los últimos años, se han planteado instrumentos legales cuyo objetivo declamado es eliminar o al menos reducir esta discriminación. Por ejemplo, la ley de pasantías para estudiantes universitarios sancionada en el año 2008 y, más recientemente, la norma que regula las pasantías para estudiantes en los últimos años de la educación media. Sin embargo -señala Idesa-, el exceso de requisitos y de burocracia limita el uso de estos dispositivos legales. Peor aún, al ser sólo aplicables a estudiantes excluyen a los jóvenes que no estudian pero que necesitan de una práctica en una empresa para obtener la experiencia y la formación que el sistema educativo no les dio.