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Historia musical del Teatro Colón

Entre las maravillas del Teatro Colón se cuentan su riqueza arquitectónica, el foyer con sus vitrales, la gran sala y su perfecta acústica. Por eso fue durante décadas la Meca de los más destacados cantantes, directores, músicos y bailarines del mundo. Es lo que nos cuenta Sieglinde Oehrlein en El cielo en la tierra, subtitulada justamente Historia musical del Teatro Colón.

El libro refleja, también fotográficamente, aquellos tiempos de gloria y señala la posibilidad de que sus éxitos se repitan en el futuro. Inevitablemente el recorrido incluye las distintas épocas conflictivas y los vaivenes económicos y políticos que el Colón atravesó, como “la intervención de la política peronista que se haría sentir en varios aspectos. Evita y su criterio musical eran, para muchos cantantes, una cuestión de vida o muerte artística. Incluso María Callas se quejó de su control total en el teatro. Que, por ejemplo, la soprano Helena Arizmendi cantara en La Bohème o no dependía del visto bueno de Evita”. Y más adelante: “El Colón también sufrió algunas ‘profanaciones’, como por ejemplo cuando el mismo año tuvo que albergar un evento privado del Chase Manhattan Bank y el ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, hizo sacar la sillería para un banquete en honor de empresarios argentinos y extranjeros”.

Especialmente, se detiene en los grandes nombres que actuaron en nuestro gran teatro. Muchos cantantes tuvieron el privilegio de actuar bajo la dirección de los propios autores de las obras que interpretaban, como fue el caso de Pietro Mascagni, Giacomo Puccini, Ottorino Respighi, Richard Strauss, Igor Stravinsky, Aram Khachaturian y Mauricio Kagel, entre otros.

Están las muchas anécdotas relacionadas con Enrico Caruso, que visitó seis veces Buenos Aires (entre 1899 y 1917), como la de un sobrinito argentino (a Caruso lo unían lazos familiares con un hermano de su madre y su familia que vivían en la Argentina) que en medio de una representación de I Pagliacci, en el Colón, se puso a gritar: “¡Tío Caruso! ¡Tío Caruso! ¡No la mate!”.

Arturo Toscanini también realizó múltiples visitas. En 1904 (el mismo año del estreno) trajo Madame Butterfly, interpretada por Rosino Storchi, con quien se comentaba Toscanini tenía muy buenas relaciones (en verdad con ella ya tenía un hijo). Se cuenta que en una de las funciones, cuando ella se quitó el kimono, alguien del público gritó: “È incinta. Il bambino di Toscanini”. De las doce óperas de Puccini, ocho se estrenaron en Buenos Aires como primera estación fuera de Italia.

En 1949 llegó María Callas. Actuaría en Turandot, Norma y Aída. Caprichosa y con delirios de persecución, no ve la hora de regresar junto a su esposo y a su país. “Nunca salgo. Odio a Buenos Aires... Sufro tremendamente. Parece que algo funcional mal en todo mi cuerpo y me duele mucho el corazón... El aire está saturado del polvo del carbón, que se mete en los ojos y ensucia la ropa. Salir es más una molestia que un placer ¡Todo es un desastre!”, escribe en sus cartas.

Se repasan las visitas de Beiamino Gigli, Victoria de los Ängeles, Renata Tebaldi, Mirella Freni, Teresa Berganza, Montserrat Caballé, Birgit Nilsson, Luciano Pavarotti, y tantos otros. De instrumentistas como Pablo Casals, , Yehudi Menuhin, Wilhelm Backhaus; de bailarines como Václav Nijinsky o Ana Pavlova Publicó Sudamericana.