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¿Saludamos?

Elizabeth Santángelo de Gastaldi

Vocera de la Ciencia Cristiana para Argentina

“Capacidad de cambiar los hábitos”, me contestó días pasados alguien a quien le pregunté qué factor consideraba beneficioso para tener mejor salud.

¿Y qué entendemos por “hábito”? Algo que se practica con frecuencia. Se refiere a aquélla conducta que se repite en el tiempo, de modo sistemático y esta conducta suele tener una influencia notable en la vida del individuo.

Los buenos hábitos nos encaminan a mejorar la calidad de vida y producen sensación de bienestar y de satisfacción.

Veamos entonces, cómo pueden estos “buenos hábitos” cooperar para alcanzar la espiritualidad y además mantenernos sanos y saludables.

¿Qué podemos decir de un hábito tan común como es el “saludo”? Un hábito que se origina en la generosidad y en el concepto de salud.

La palabra salud viene del latín salus, “salvación” y también saludar, deriva del verbo salutare que significa: “dar salud”. La Ciencia Cristiana, basada en las enseñanzas de Cristo Jesús, promueve esta misma actitud y nos invita a entenderlo y demostrarlo espiritualmente.

Un simple saludo, denota generosidad para con nuestro vecino, ¿y qué le estamos deseando?: Salud. Le estamos dando y deseando salud.

Esta actitud netamente genuina y cristiana produce un impacto en nuestro ser y, por consiguiente, generará un impacto en nuestra propia salud, tanto mental como física.

Un cambio de actitud y de pensamiento. Y a esto llamamos “espiritualidad práctica”, un constante desarrollo de nuestra conciencia, alcanzando una mejor calidad de vida.

Actualmente sería oportuno no pasar por alto esta actitud tan esencial y hasta popular como es el saludo, pero que tal vez la olvidamos porque vamos apurados, distraídos o bien, preocupados.

¿Cuántas veces nos cruzamos con gente conocida y no conocida que está muy ocupada en mandar mensajes o hablando por el celular? Tal vez nosotros mismos nos hemos encontrado ante esta situación.

Comunicados con todos, menos con el que tenemos delante o al lado. Si queremos estar sanos y saludables, empecemos con una sonrisa al saludar, empecemos por nosotros mismos. Esto habla bien de lo que damos y de lo que somos, porque eso que damos lo mantenemos latente en el corazón. Ocupémonos de considerar al otro, dispuestos a dar generosamente, solidariamente.

El concepto de “bondad”, empieza no sólo por ser “siendo buenos”, sino por “hacer sentir bien al otro”. Es un verdadero acto de amor que nace de un corazón sincero.

Esto mismo lo experimenté no sólo con mis vecinos y amigos, sino también dentro de mi familia y con los compañeros de oficina, logrando despertar y responder a alguna necesidad que surja a mi alrededor. Y a esto también llamamos “cristianismo”.

Es simple, es natural, es la actitud que puede cooperar para hacernos sentir bien, plenamente sanos porque estaremos bien con nosotros mismos, estaremos dando lo mejor de cada uno y por ende, estaremos bien con los demás.