Artes visuales

“Ser argentino, una pasión”

“Ser argentino, una pasión”

“Las trillizas”. Foto: Sergio Fasola

Domingo Sahda

Con el nombre del título, Sergio Fasola ha abierto para la consideración pública una exposición de sus obras de más reciente realización en el Espacio Ludwig, sito en calle San Jerónimo 3170. La colección a la vista, que puede ser apreciada de lunes a sábado inclusive, se despliega en dos salas bien dispuestas al efecto.

Sergio Fasola, dueño de un sólido oficio; el de ser esencialmente fotógrafo, desarrolla aquí su potencial expresivo en obras de tamaño medio-mayor elaboradas y rotuladas como Fotografías Digitales Editadas que capturan el interés de la mirada por el despliegue escenográfico de situaciones en las cuales, al par que los múltiples elementos que aparecen como constitutivos del discurso expresivo, lo son la luz y el cromatismo de las partes organizadas como un todo, que exigen un moroso recorrido para la apreciación y valoración.

En todos los casos, los escenarios de estas fotografías digitales se asientan en la idea del “collage” (encolado) revitalizado, apelando a imágenes preexistentes que hacen su presencia como fotografías articuladas en laborioso montaje que busca condensar una opinión preexistente. Fasola interpela al ocasional observador al configurar situaciones visuales complejas construidas desde la inmediatez de lo prontamente identificable, que en sus panoramas juegan otro rol.

La creación artística se encabalga en el maduro oficio exhibido y en la multiplicidad de personajes primarios y secundarios que son convocados en cada “escenario” de brillante superficie para mostrarse, ilustrar un concepto predeterminado y provocar alguna respuesta.

En una especie de pintura sin pinceles ni materia licuada y esparcida, el expositor crea sus trabajos bajo la sombra conceptual del Manierismo italiano de finales del renacimiento; lo trae a la inmediata actualidad resemantizando cada situación, alterando el sentido y razón de ser de cada imagen fotografiada e incorporada al montaje. La decodificación de estas abigarradas situaciones demanda un proceso particular de reconocimiento, asociación, ponderación y vinculación de cada pieza con el universo expuesto.

INTENCIÓN

La ironía, con ciertos matices de juego mordaz y socarrón planea en toda la colección. Es el punto de partida conceptual y fáctico del autor. Responde en este hacer al rol esencial del fotógrafo que captura aquello que le importa, visualmente hablando, lo reelabora y lo carga de intencionada expresión. La vibración cromática, la luminosidad refulgente hacen su aporte plástico en tanto lenguaje de la imagen, mientras que los hechos y las situaciones, cargadas de sentido e intención definen cada obra en sí misma. Los contrastes tonales empleados son marcados, netos; Fasola sabe que el proceso de contraste entre figuras o entre figuras y entorno, o entre figura y fondo dramatizan las escenas. El resplandor del discurso, del “qué dice” esta imagen-obra es el eje nucleador. Ser es (a veces) una pasión, a veces un drama solapado, otras veces la constancia de la ignominia. Al ironizar sobre el entorno, el autor toma una cierta distancia para no sentirse contaminado por la pasión a la que alude. Vano propósito a la vez que excelente motivo para generar una proposición artística como la que en esta ocasión se ofrece.

Con el riesgo constante de repetirse a sí mismo en la construcción de escenas por adopción de idéntico recurso de aglutinamiento, en algunos trabajos a la vista el “despejamiento” de accidentes visuales de clara connotación moral favorecería la idea de impacto visual que Fasola busca. Ajusta sus obras al título del conjunto, enfocando diversas situaciones que portan idéntico sentido de comentario un tanto acidulado, ingenioso a veces, otras despiadado. Así la “Muñeca”, con apretado corsé y mitones negros en pose provocativa juega con su identidad ambigua ocultando la mirada detrás de resplandecientes y enormes anteojos negros. Mira desafiante, ocultándose y despojándose a un mismo tiempo, en un espacio ocluido sobresaturado de “fetiches”, todos ellos amparados por figuras angelicales que actúan de “perdonavidas” en esta escena. El arte cobra en la obra del expositor un marcado y personal modo de construir el discurso visual que de algún modo pueden relacionarse con el minucioso trabajo del taller del pintor de otrora. Cambian los medios, los fines siguen siendo los mismos.

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“Después de la batalla’’. Foto: Sergio Fasola