El miércoles


El Cristo Redentor de Río cumple 80 años

El Cristo Redentor de Río cumple 80 años

Vista del cerro Pan de Azúcar, en la Bahía de Guanabara, desde el mirador del Cristo Redentor, ubicado en el cerro del Corcovado de Río de Janeiro. Fotos: Agencia EFE

 

 

De la redacción de El Litoral

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Agencias DPA y EFE

La estatua del Cristo Redentor, que bendice a Río de Janeiro desde el alto del cerro Corcovado, festeja esta semana sus 80 años en un momento luminoso para la ciudad brasileña de la cual es el símbolo más conocido en todo el mundo.

“El Cristo abre sus brazos. Esto representa vida, amor, esperanza. Este monumento es especialmente sagrado -sus paredes son el horizonte, su techo es el cielo”, dijo el sacerdote Omar Raposo, quien desde 2006 es el rector del Santuario Cristo Redentor.

La ciudad, que busca volver a merecerse el apodo de “maravillosa” para recibir al mundo en los próximos años -en los que albergará las Jornadas Mundiales de la Juventud con el papa Benedicto XVI en 2013, el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016- busca convertir los festejos por el aniversario del monumento en una celebración de la paz.

Un gran festejo

Un gran espectáculo musical con artistas brasileños, bautizado “Show de la Paz”, será el punto culminante de la fiesta, en la noche del miércoles, en un escenario armado junto al Monumento a los Muertos de la II Guerra Mundial, en el parque del Flamengo.

Los organizadores pidieron al público que comparezca al espectáculo con ropas blancas y portando candiles, linternas o encendedores para iluminar la noche, que será inaugurada con la interpretación de la canción religiosa “Ave María” por un coro de 500 voces.

El show cerrará una jornada de celebraciones que se iniciará por la mañana en el alto del cerro Corcovado, con una misa celebrada por el arzobispo de Río, Oraní Tempesta, quien compartirá con los presentes una tarta de ocho metros de largo.

Luego, aviones militares realizarán una exhibición similar a la realizada en la inauguración de la estatua, el 12 de octubre de 1931, en la fecha conmemorativa de Nuestra Señora Aparecida, la santa patrona de Brasil.

A lo largo de las últimas ocho décadas, la estatua de 30 metros que parece bendecir a los cariocas con sus brazos abiertos, ha sido testigo de momentos de gloria de la antigua capital federal brasileña, así como de la decadencia de las décadas del 80 y del 90, cuando Río se volvió rehén de las bandas de crimen organizado dedicadas al narcotráfico.

En los últimos años, un programa de pacificación de las favelas, aliado a obras de preparación para las grandes citas internacionales de esta década cambiaron mucho la cara de Río, lo que permite a la ciudad festejar con esperanza los 80 años de su estatua.

Un sueño cumplido

El sueño de convertir el cerro Corcovado en el hogar de un monumento que expresara la religiosidad del Brasil católico surgió en 1859, cuando un sacerdote recurrió a la princesa Isabel, la hija del emperador Pedro II, para que financiara la instalación de un monumento religioso en la cima del cerro de 710 metros de alto.

El pedido fue negado, y el proyecto no se reanudó hasta 1921, un año antes de los festejos del centenario de la independencia de Brasil, cuando la construcción de la estatua fue encargada a Heitor da Silva Costa y al arquitecto francés Paul Landowsky.

Diez años después, el monumento fue inaugurado en una ceremonia comandada por el cardenal Sebastiao Leme, en momentos que la Iglesia católica luchaba por recuperar su poder en Brasil, desgastado desde la instalación del sistema republicano, en 1889.

En 1934, la estatua recibió su primera visita importante, la del entonces secretario de Estado del Vaticano, Eugenio Pacelli, quien cinco años más tarde se convirtió en el papa Pio XII. Casi cuatro décadas después, en julio de 1980, el papa Juan Pablo II también recorrió el camino hacia el alto del Corcovado para bendecir a los cariocas desde el monumento.

A lo largo del tiempo, el recorrido hacia la estatua se fue volviendo más fácil. Aún antes de que se terminara el siglo XIX, fue inaugurado el ferrocarril que hasta hoy transporta fieles y turistas desde el barrio de Cosme Velho hacia el alto del cerro. A partir de 2003, ascensores panorámicos y escaleras mecánicas permiten acercarse a la estatua sin tener que subir caminando los 220 escalones. El Cristo Redentor recibe hoy a hasta 4.000 turistas por día, ansiosos no sólo de conocer de cerca a la estatua que en 2007 fue elegida como una de las siete maravillas del mundo moderno, sino también de disfrutar de una vista de 360 grados de la “ciudad maravillosa”.

El imponente monumento que corona el cerro del Corcovado es un símbolo de la ciudad de Río de Janeiro. Se prevén importantes festejos.

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Su construcción demandó una década y fue inaugurado en 1931. El miércoles 12 se cumplen exactamente 80 años de ese acontecimiento.

El Cristo Redentor de Río cumple 80 años

Un detalle de la cabeza del imponente monumento, que domina la ciudad de Río, coronando los 710 metros del Cerro Corcovado.

Maravilla del mundo

Pese a que su ejecución fue una iniciativa de la Iglesia Católica para conmemorar en 1922 el centenario de la Independencia de Brasil, la estatua sólo fue inaugurada nueve años después y en 2007 fue elegida una de las siete nueve maravillas del mundo.

En un claro desafío a la ingeniería por la estructura de la estatua, Heitor da Silva fue el encargado de diseñar el proyecto del Cristo, modificado con posterioridad para que el monumento, declarado en 2009 Patrimonio Histórico y Artístico de Brasil, alcanzase mayor visibilidad desde cualquier rincón de la ciudad.

La obra para levantar el monumento, de mil toneladas, fue calificada de “hercúlea” por las duras condiciones de construcción, sobre una base casi sin espacio para el andamio y en una cumbre en la que soplan fuertes vientos a la que entonces solo se podía acceder por escarpados senderos o a lomos de una mula.

El Cristo recibe cada año la visita de cerca de 700.000 personas, que son conducidas a la cima del cerro en el Tren del Corcovado, un coqueto convoy que parte del barrio de Cosme Velho y discurre por una centenaria y empinada vía ferroviaria.

Una amplia lista de personajes entre los que hay papas, monarcas, políticos, científicos y artistas se han subido en alguna ocasión al tranvía del Corcovado, inaugurado en 1884 por Don Pedro II, emperador de Brasil.