Josep María Montaner:

“La arquitectura es un instrumento de poder”

El catedrático español brindó ayer una conferencia abierta ante un público que desbordó las instalaciones del Paraninfo. Habló sobre la relación entre arquitectura y política a lo largo de la historia, y destacó el ejemplo de Santa Fe.

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“Me considero arquitecto, aunque mantengo una posición crítica y distante con aquellos que han hecho de la práctica de la arquitectura un trabajo para su lucro y una alianza con la especulación”, define el académico. Foto: Flavio Raina

Natalia Pandolfo

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La disposición de la mesa fue todo un símbolo: de un lado, el funcionario; del otro, el académico. Y en el medio, entre la gestión y la reflexión, el experto que aplaudió que ambas puntas hayan logrado unirse, desde hace un tiempo, en Santa Fe.

El ministro de Obras Públicas y Vivienda de la provincia, Arq. Hugo Storero y el docente e investigador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Litoral, Marcelo Molinas, fueron los encargados de dar la bienvenida anoche al prestigioso catedrático español Josep María Montaner, quien brindó la conferencia abierta: “Arquitectura y política”.

El Paraninfo se vio desbordado de jóvenes que se acercaron a escuchar al arquitecto, autor de numerosos libros y publicaciones sobre la materia (ver Nota Relacionada). De hecho, fue necesario disponer pantallas en el hall para quienes no lograron ingresar al recinto que, a las siete en punto, ya no ofrecía más espacios disponibles.

El alma

Arquitectura y poder fue el eje sobre el cual el experto fue desarrollando su planteo teórico, anclado en ejemplos prácticos a través de un power point.

“Esta relación puede ser positiva, pero también siniestra. La arquitectura es un instrumento de poder: puede servir para hacer felices a los hombres, pero también para dominarlos”, sostuvo.

En este sentido, insistió en que “los arquitectos tienen su ideología, la expresen o no. Detrás de todas las corrientes arquitectónicas, hay concepciones políticas. Hay una arquitectura egocéntrica, capaz de pactar con quien sea para que se hagan sus obras. Y hay otro tipo -cooperativo, orgánico, vital-, reflejo de una concepción socialista del mundo”.

“Una obra puede ser el instrumento de dominación de gobiernos corruptos o aliados con el mercado inmobiliario más salvaje. Los arquitectos debemos elegir de qué lado nos ponemos: si del liberal, o del de una arquitectura que sana, que salva, que incluye, que transforma”.

En su disertación, brindó ejemplos de planteos que acompañaron las políticas totalitarias del siglo XX, hasta modelos de políticas urbanas inclusivas y ecológicas. Además, hizo un rescate de las figuras femeninas que aportaron a la historia de la arquitectura mundial. Para definir a la disciplina, eligió una frase escrita en 1929 por Georges Bataille: “La arquitectura es la expresión de la verdadera alma de las sociedades, así como las fisonomías son la expresión del alma de los individuos”.

El modelo Santa Fe

En su segunda visita a la provincia, Montaner hizo hincapié en el “marco de transformación urbana y territorial que se está desarrollando, con una serie de obras magníficas”.

De hecho, indicó que si su último libro no estuviera ya impreso, “seguramente habría incluido el ejemplo de Santa Fe como modelo. Me interesan las acciones públicas como las que se llevan adelante aquí”.

En este sentido, evaluó que las obras públicas realizadas en los últimos años responden “a un criterio de escala territorial, a la participación de los actores de cada proceso, a un análisis crítico de la realidad y a la voluntad de crear redes para que las desigualdades se alivien”.

“Hay muy pocas experiencias de este tipo en América. Se necesitan gestión y legislación, que en general no existen. Se trata de una experiencia pionera a gran escala: un modelo”, definió, luego de dos días de recorrido por centros culturales, hospitales y escuelas.

Para finalizar, hizo un listado de puntos fuertes y de retos pendientes del modelo santafesino. En la primera columna ubicó, entre otros puntos, la transversalidad: “Hay arquitectos que trabajan para distintos ministerios, y que están coordinados. Esto es clave. Hay muy buenos profesionales, sobre todo de Rosario, trabajando en equipo”.

También apuntó que “se crearon sistemas arquitectónicos muy depurados: es evidente que hay un saber arquitectónico que sostiene la planificación”.

“Todas las obras que he visto opinó están bien integradas a la ciudad. Invitan a entrar, hay un diálogo con la comunidad”.

Por otra parte, aplaudió el hecho de que en muchos casos se hayan recuperado edificios históricos. Finalmente, resaltó el carácter homogéneo de esta arquitectura. “Se trata de un lenguaje racionalista, depurado. Creo que esto obedece a una voluntad política de demostrar la presencia de un Estado que había estado ausente, o que había sido cómplice de los grandes intereses”.

Entre los desafíos a afrontar (“aunque en realidad ya están asumidos”, aseguró) ubicó “la necesidad de diversificar la imagen y la importancia de una autocrítica constante”.

“El tercer reto, el más importante, es el de la vivienda. Es un problema complejísimo, irresoluble. Ya lo dijo Friedrich Engels, en el siglo XIX: ese tema no se resuelve si no es a través de una revolución social. Existe desde que existe el capitalismo. De todos modos, tenemos una responsabilidad: intentarlo. Se puede reestructurar, mejorar, experimentar. Siempre es posible hacer el intento”.

actividades

Montaner arribó a Argentina para participar en la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires. La visita a Santa Fe se realizó en el marco del seminario: “La función social de la obra y el espacio público”. El seminario fue organizado por el gobierno de la provincia y cofinanciado por la Comisión Europea a través del Proyecto URB-AL III “Innovación institucional en gobiernos intermedios: la regionalización como un instrumento clave para promover democracias de proximidad”. También participaron en la realización de la conferencia la UNL, la Municipalidad, el Colegio de Arquitectos de la Provincia, la Cámara Argentina de la Construcción y la Universidad Católica.


Un rico itinerario

En una entrevista realizada el año pasado en el sitio plusarquitectura.info, Montaner se definió con las siguientes palabras: “Soy doctor arquitecto, catedrático de la Escuela de Arquitectura de Barcelona y autor de unos 35 libros sobre arquitectura. Estudié arquitectura en los años 70, dudando entre esta carrera y filosofía, pero decantándome por arquitectura al tener una dimensión urbana y social. Más tarde empecé estudios de historia moderna y antropología, que dejé a media carrera, al mismo tiempo que terminaba mi tesis doctoral. En tres períodos, he trabajado como arquitecto práctico. Finalizados mis estudios, desde 1977 hasta 1981, con los compañeros de estudio Pere Solà, Joan Boronat y Carmelo Bentué; abandoné la práctica para dedicarme a la tesis doctoral. Volví a proyectar entre 1987, año en que volví de una estancia en la Academia Española en Roma, y 1998, haciendo proyectos y exposiciones esporádicamente y colaborando en algunos proyectos con Carlos Ferrater; y desde 1999, trabajando con la arquitecta Zaida Muxí en diversos proyectos de exposiciones y viviendas.

“Me dedico esencialmente a la docencia y a la investigación, como catedrático de Composición Arquitectónica (es decir teoría y crítica) en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Compagino este trabajo con la escritura de libros y artículos, publicados algunos periódicamente en El País y, con Zaida Muxí, en Culturas de La Vanguardia.

“Me considero arquitecto, aunque mantengo una posición crítica y distante con aquellos que han hecho de la práctica de la arquitectura un trabajo para su lucro y una alianza con la especulación. Considero que el trabajo de la historia y la crítica es clave, ya que es el que va construyendo colectivamente una interpretación que es la que va siendo actualizada como historia de la arquitectura”.