Artes visuales

Cuerpo a cuerpo

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Una de las obras de Graciela Sacco que integra la exposición en el Rosa Galisteo. Foto: Archivo El Litoral

Domingo Sahda

Días atrás fue abierta al público, en las salas del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez una exposición de obras desarrolladas en el plano y en el volumen espacial pertenecientes a la artista visual Graciela Sacco, quien titula a esta colección a la vista “Cuerpo a cuerpo”, integrada por trabajos pertenecientes a distintos períodos, según se nos anoticia en el catálogo de mano.

La exposición de obras se proyecta al espectador como construcciones de significación lingüística no convencional por cuanto se trata de piezas bi y tridimensionales que se insertan en el panorama global contemporáneo, respondiendo a premisas conexas con la llamada “Sociedad del Espectáculo”.

Las obras exhiben una retícula de significaciones altamente interconectadas que giran en torno al ser humano como sujeto social determinante, distanciándose ostensiblemente de la gramática de las artes visuales situadas en terreno específico para cerrar su círculo de significación. El lenguaje visual aparece en esta exhibición como conflicto del sujeto con su entorno, asumiéndose como teatralización de un determinado acontecer real-capturado o imaginario. Se mixtura la dramaticidad de la luz y la sombra, la irrealidad de la imagen multiplicada al infinito o su andar desde ángulos insólitos. El extrañamiento es permanente y un tanto declamatorio, y hacen de lo insólito el eje de la propuesta antes que el enigma conceptual o la descripción formal ajustada a conceptos de apreciación y valoración comparada.

Módulos expresivos

Los módulos expresivos de la muestra “Cuerpo a cuerpo” remiten al escenario neoyorkino de los años ‘60 en su afanosa búsqueda de sentidos alternativos al arte visual entendido entonces como fórmula vacía y estereotipada considerada ya como acabada. La conjunción de recursos y afanes de diferenciación llevó estas proposiciones a caminos sin retorno divorciándose del vínculo presuntivamente revulsivo y renovador para ser manifestación gestual y teatralizada de entornos (“Environments”) sofisticados propios de iniciados.

El concepto al que se alude en esta muestra prima por sobre la calidad intrínseca de aquello que se constituye en imagen referencial, en discurso propio del lenguaje plástico. Hablamos aquí de recorridos, instalaciones y manifiestos sociopolíticos con preeminencia del contenido referencial antes que la forma-imagen plástica entendida como teorema que se resuelve en el plano o en el espacio ateniéndose a sus propios elementos constitutivos.

La apelación al contraste marcado de luces y sombras se acompaña de dimensiones insólitas que se imponen por presencia sobre el espectador sumándose a la dramaticidad de la díada luz-sombra estática o móvil.

Por sobre la proyección, la identificación o el registro conmocionante, la artista se asume como sujeto que explora el potencial expresivo e inquietante de las proyecciones de luz reflejada, de ángulo que capturan lo insólito. Conforma así Sacco, de este modo y por su voluntad, un trayecto de retículas acotadas que supone la presencia de testigos a los que se les pautan respuestas direccionadas.

Interpelación a la sociedad

Graciela Sacco interpela a la sociedad de la que obtiene elementos con los cuales construye sus propuestas visuales, sea tanto en el plano no convencional como en el espacio real. La precisión de cada personaje estampado, reflejado, la iluminación sobre soportes no convencionales, alternativos, no muestra fisuras entre intención y realización. Sobrevuela, a contrapelo, un cierto aura panfletario sofisticado en unos u otros trabajos. Con mucho de impacto visual, su obra recrea situaciones con imágenes y con sombras, proyectando tensiones subjetivadas sobre terceros, abriéndose a la apreciación, la comparación, la referencia. De este modo, cada trabajo, en mayor o menor medida -según la claridad conceptual del enunciado-, se constituye en demanda a la sociedad contemporánea de la cual la artista se asume como testigo, transitando por los andariveles del arte testimonial; parcela expresiva del mundo del arte de las imágenes visuales que muchas veces licúa su densidad lingüística en la reiteración de “lo ya visto”. Se impone así el “cómo está hecho” por sobre aquello que dice o advierte.

Sus propuestas se ensamblan con la contemporaneidad de las industrias culturales que despliegan recursos técnico-plásticos de alto impacto inicial, que en ocasiones se diluye a “segunda mirada”. Un señalado esfuerzo técnico y finas praxias se ponen a la vista en esta colección que se manifiesta como alternativa artística enlazando la teatralización fija, las imágenes connotativas y el espacio contenido y continente de cada pieza.

La obra de Graciela Sacco puede ser leída -entendida- como representación de íconos contemporáneos que demandan de la participación del observador para constituirse en “obras significativas”.

Son, en todos los casos manifestaciones de excelente ejecución que presuponen una observación atenta munida de presupuestos cognoscitivos previos. Quien los posee puede adentrarse en los enigmas propuestos, quien carece de ellos sobrenada en superficie y mide lo visto desde la curiosidad y lo insólito.