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“Monzón nunca estuvo solo”

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En edición de autor y con el apoyo del Fondo de Asistencia Cultural de la Municipalidad de Santa Fe, acaba de publicarse Monzón nunca estuvo solo, con el clarificador subtítulo de Recopilación de boxeadores santafesinos. A lo largo del volumen Sergio Alcides Ferrer recupera y presenta con efectivo estilo anécdotas, acontecimientos o episodios ligados a boxeadores oriundos de la provincia de Santa Fe o asociados deportivamente a ella.

El propio autor explicita la elección de los distintos protagonistas que conforman los distintos capítulos del libro, después de haber puntualizado que su libro no pretende ser la historia del boxea de Santa Fe ni una reseña cronológica estricta de boxeadores santafesinos. “La elección de los protagonistas ha sido muy arbitraria, porque, en realidad, cada proceso selectivo lo es. Aún así, está basada en criterios a nuestro entender razonables, lógicos y hasta justificados. Algunos de ellos fueron los siguientes: 1) la obtención de un título del mundo de la Asociación Mundial de Boxeo, el Consejo Mundial de Boxeo, la Federación Internacional de Boxeo y la Organización Mundial de Boxeo, como mérito deportivo máximo; 2) las chances mundialistas fallidas, dentro de las anteriores versiones, como una segunda alternativa de protagonismo; 3) la proximidad o cercanía real con Carlos Monzón y Amílcar Brusa (por eso aparecen, por ejemplo, el correntino Juan Antonio Merlo y el entrerriano Luis Acosta); 4) la condición de pionero, precursor o histórico, entro de los peleadores nacidos en la provincia de Santa Fe; 5) la necesidad de recordar a la llamada ‘Escuela Rosarina’ y la de aportar un segmento dedicado a representantes de Santo Tomé (que se suma a las semblanzas de Nicolás Cosme Maturán y Carlos Ríos, narradas por separado); 6) la disponibilidad concreta de material gráfico para facilitar las ilustraciones”.

Y es con respecto a las ilustraciones que debe hacerse un comentario aparte, ya que el nutrido grupo de ellas realzan a las situaciones y a los personajes evocados. En efecto, el arte de Lucas Cejas provoca en cada ilustración (ya sean caricaturas de los distintos boxeadores, momentos claves de peleas, o sugerencias casi oníricas) furibundos derechazos para atraer recuerdos y evocaciones. Se constituyen así en testimonios tan plenos de contenido y resonancias que dejan de ser estampas que simplemente acompañan o enriquecen al texto para erigirse como expresiones propias, sólidas y autónomas.

En el prólogo, de Rogelio Alaniz, escribe que “sostener que el box es un arte interpretado por hombres duros y guapos, con hombres capaces de soportar el relampagueo del instinto de muerte en los ojos de su rival, es uno de los desafíos que se ha propuesto Sergio en este libro. El box como una pasión que puede ser descifrada desde la reflexión intelectual, es otra de sus exigencias. Innecesario decir que a golpes de talento y sensibilidad, Ferrer logra traducir con un estilo tan eficaz y directo como los cross y los jab que pondera en su boxeadores preferidos, aquello que el box despliega como experiencia singular y que sólo quienes han entregado su vida a esa posesiva pasión son capaces de percibir el fulgor de los detalles. Leo la nota escrita sobre Carlos Monzón. No es fácil escribir sobre un boxeador del que se ha dicho todo lo que se debía decir y todo lo que no se debía decir. Sin embargo, Ferrer puede hacerlo y lo hace muy bien. En nuestro oficio se afirma que lo decisivo es hallar la primera frase. Lo demás viene solo. Decirlo es fácil, hacerlo es algo mucho más complicado, al punto que sin exageraciones puede postularse que el arte de escribir consiste en encontrar esa maldita primera frase. ‘Carlos Monzón hacía boxeo de autor’, escribe Ferrer. Seis palabras justas que dicen exactamente lo que hay que decir”.

Presentan a los autores Luis Gaspardo, que señala entre otros conceptos que Lucas Cejas “es un artista con una admirable capacidad para captar la esencia de las personas que retrata”, y más adelante, luego de recordar sus colaboraciones diarias en El Litoral: “Ha sabido dibujarse una profesión a fuerza de tenacidad, determinación y de una buena dosis de valentía, por lo que sabe de lo que habla cuando nos ayuda a contar la historia de los boxeadores santafesinos. Confío en que este material despertará el interés de los interesados en el arte, y también llegará al corazón de los amantes del boxeo, que podrán reconocer en los trazos de su lápiz, los gestos de un par”.

Sobre Ferrer, quien se desempeña en tareas administrativas y publicitarias en la Agencia Santo Tomé de nuestro diario, Julio Enesto Vila destaca que todo lo que él escriba es digno de ser leído, “en especial para quienes están interesados en la actividad pugilística”.

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Amílcar Oreste Brusa y su pupilo Carlos Monzón. Ilustración: Lucas Cejas