Nueva exposición en el Centro Cultural La Ribera

Pyli Urfer: “El arte es todo en mi vida”

Titulada “De todo, un poco”, la muestra antológica de Urfer se compone por más de medio centenar de obras. La inauguración tendrá lugar el jueves 27, a las 20.30, en el espacio cultural del Shopping La Ribera. Organizan la Municipalidad de Santa Fe y Nuevo Puerto de Santa Fe.

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La artista en su atelier, el lugar donde cristaliza sus sueños.

Juan Martín Alfieri

Pyli Urfer es una artista indisociable del panorama cultural santafesino. Cincuenta años de dedicación absoluta a la creación plástica y la enseñanza, cuarenta de los cuales los consagró en nuestra capital, avalan este reconocimiento. La multifacética artista nacida en Esperanza será protagonista de la nueva muestra del Centro Cultural La Ribera, que se inaugurará mañana a las 20.30.

Esta fue la excusa para acceder a su universo, para conocer un poco más sobre su vida y obra. Con honesta generosidad nos recibió en su casa ubicada en calle Catamarca. Gentilmente nos invita a pasar; con asombro vemos cómo ese hogar se asemeja a una galería de arte: con perfecto encuadre, todas las paredes están vestidas con una infinidad de obras. La variedad marca la impronta: decenas de firmas de reconocidos pintores saltan a la vista desde los óleos, acuarelas, veladuras y acrílicos. El recorrido, pausado, nos dirige al patio interno. Tres gatos nos esperan allí: “tengo que cerrar la puerta porque si no me hacen un desastre”, comenta. Nos escoltan mientras subimos por la verde escalera que conduce al atelier; desde arriba, poderosos sonidos de Polonesas y Rapsodias llaman la atención.

Su atalaya nos recibe absolutamente iluminada; el sol primaveral invade la sala ingresando por los grandes ventanales. Todo está absolutamente ordenado: pinceles en sus tubos, emulsiones en sus tarros, pinturas en sus cajas y trabajos prolijamente encarpetados y guardados en las estanterías que llegan del piso al techo. Sobre uno de los tableros ha dejado unos lápices apoyados sobre hojas apenas garabateadas; mientras corre todo para que nos acomodemos, se excusa: “de chica aprendí que todos los días hay que estar con un lápiz en la mano calentando la muñeca; el brazo debe estar caliente y en constante gimnasia”.

La exposición que se va a inaugurar en el espacio cultural del Shopping La Ribera (Dique 1, Puerto de Santa Fe) da cuenta de su vasta y variada producción. Coorganizada por la Municipalidad de Santa Fe y Nuevo Puerto Santa Fe, “De todo, un poco. Muestra antológica de Pyli Urfer” es una selección de más de medio centenar de sus obras; si bien la gran mayoría de las piezas son serigrafías, la propuesta también tendrá collagraphs, grabados, dibujos, acrílicos, acuarelas, óleos y veladuras. “Espero que quienes la visiten se sientan a gusto y disfruten de mis trabajos y de la propuesta general. Procuramos ocupar todo el Centro Cultural, un espacio precioso que genera un ambiente especial por la geografía del techo y de sus paredes”.

Dialogar con Pyli es sumergirse en un aula en la que su perfil docente se expande constantemente. Los conceptos pasan a ser familiares cuando los nombra, porque inmediatamente los deconstruye, explica, demuestra, ejemplifica. Con paciencia y delicadeza, Urfer se transforma en un paréntesis en medio de la vertiginosa cultura de la inmediatez.

El arte, su vida

Egresada de la primera promoción del Liceo Municipal de Artes Visuales de Esperanza, Pyli se define como “una artista apasionada por su trabajo, que explora y experimenta constantemente combinando técnicas”. Tierna, pausada, paciente, confiesa: “el arte es todo en mi vida. Amo lo que hago. Estar en mi atelier me transporta a un estado diferente, un mundo ideal en el que me entrego a la creación”. Docente por formación y convicción, la nostalgia le resquebraja la voz cuando recuerda su extenso paso por las aulas santafesinas y entrerrianas: “fui profesora en los liceos de Santa Fe y Esperanza, y en las escuelas de arte de Gualeguay y Victoria. La docencia es una de mis pasiones; cuando me tuve que jubilar, pasé dos años con una profunda depresión. El Liceo santafesino era mi segunda casa; un lugar que amo. En aquel momento entraban 100 alumnos por año y a mí me tocaban 50; eran ‘mis’ chicos. Los estudiantes de entonces decidían estudiar en el Liceo porque elegían eso para su vida, estaban decididos a formarse para ser artistas. Eso generaba una relación perfecta, casi familiar. La conexión era absoluta”.

Con cinco décadas de trayectoria, Urfer ha realizado 27 exposiciones individuales y participó de 113 muestras en conjunto o colectivas; además, en materias de reconocimientos, fue galardonada con 22 premios, de los cuales 7 son primeros lugares. Ella, con sincera humildad, explica: “pese a que me genera una profunda satisfacción, debo reconocer que jamás trabajé pensando en lograrlo. Es más, tampoco pienso en el sello que dejaré en el ambiente artístico santafesino”.

El sabor del color

Esperanza la vio nacer en 1932. Don Urfer y su mujer, Elena, tuvieron cuatro hijos: un varón, que falleció con apenas un año, y tres nenas. El apodo ‘Pyli’ reemplazó “desde y para siempre” el verdadero nombre de la artista: Beatriz Elena; fue su tía la responsable de la grafía, ya que se lo bordaba así escrito en el guardapolvos.

Los recuerdos de su casa tienen siempre un denominador común: la pieza del fondo en la que el papá trabajaba las pinturas. Es que el hombre era pintor de paredes, pero de “esos que son artistas. Todo lo hacía artesanal, bello y delicado. Siempre lo acompañaba y pasaba horas mirándolo preparar los colores en los tachos y probarlos, con finas líneas, sobre la pared. Luego, una vez que conseguía el punto justo, tomaba una muestra y la guardaba en un frasco con la etiqueta que especificaba el apellido del dueño de la casa en la que iba a aplicar; claro, si se precisaba algún retoque era necesario estar preparado. Era muy respetado y reconocido por su trabajo; era extremadamente meticuloso, prolijo y creativo”.

Pyli recuerda con profundo afecto a su papá; mucho de lo que cuenta se refleja en su atelier. Entre otras cosas, al igual que su padre, ella pondera el valor del color. Tanto, que al momento de pensarse en retrospectiva afirma con singularidad: “con el tiempo todos vamos cambiando, incluso hasta ‘de color’. Yo, por ejemplo, toda mi vida ‘fui ocre’, como Santa Fe”. La sinestésica confesión no se que queda ahí: “esta ciudad es ocre por su tierra, su río, su playa, su paisaje en general. Es un color que siempre me apasionó; siempre pinté con él. Esperanza también es un poco ocre. Buenos Aires, en cambio, es rojo. El color, como los perfumes, me entran por el estómago. Antes, por ejemplo, el verde chillón me descomponía, me generaba repulsión. Estuve peleada con él toda mi vida, aunque hace poco tiempo me amigué; tanto es así, que la escalera que conduce al atelier la pinté de verde porque entendí que era el único que podía vestir este camino”.

Formación

Urfer ama la expresión artística desde que tiene uso de razón. Intuitivamente, “llenaba de dibujos los cuadernos de la escuela. Pasaba noches enteras garabateándolos”. Su primera incursión en la formación formal la realizó en la infancia: “junto a unos amigos asistíamos al taller de una pintora de Esperanza; pero, como suele pasar, sólo nos enseñaba a copiar y no a desarrollar nuestra capacidad creativa”. En este aspecto, el quiebre se dio cuando ingresó en el Liceo de su ciudad natal: “al principio no teníamos un espacio propio, así que comenzamos a estudiar en dos salas improvisadas montadas en el primer piso del Club Aarón Castellanos. Tiempo después, nos trasladamos a la Usina Vieja, edificio que luego pasó a ser el Liceo en sí. Los primeros profesores viajaban desde Santa Fe y, a algunos, los estudiantes les pagábamos de nuestro propio bolsillo”. Pese a los contratiempos, Pyli recuerda la pasión con la que estudiaban y la avidez con la que creaban: “nos empapamos y conocimos en profundidad diferentes ramas del arte; la amplitud del aprendizaje fue lo que me permitió no limitarme a una técnica, sino incursionar muchas de ellas”.

La formación ha sido uno de los puntales de su trayectoria como artista; asegura que “el artista debe estudiar toda su vida; conocer la teoría en profundidad permite manejar las reglas de la creación, experimentar con los materiales, fusionar técnicas, forjar estilo propio”. Urfer estudió, además, en Buenos Aires y Santa Fe; en ese devenir, ha tenido el privilegio de aprender con maestros de la talla de César López Claro, Miguel Dávila, Enrique Azcárate y María Suardi; sin embargo, ella no duda un instante en afirmar que fue Fernando Espino el profesor que más influyó en su carrera: “él me marcó en la vida y en el arte. Un docente de excepción, cuyas enseñanzas trascienden, hasta la actualidad, el trabajo en el atelier y se expanden en lo cotidiano”.

Creación

Cada día, Pyli se levanta temprano, “a las cinco, como buena gringa” porque la mañana le rinde por completo. La primavera y el verano le sientan bien: “no me gusta trabajar con luz artificial, por eso mi atelier tiene estos ventanales y es uno de los puntos más altos de mi casa. Todas las mañanas subo y me quedo durante horas creando. Acá me sumerjo en otro mundo, me olvido de todo y me pongo a trabajar”.

Este halo creativo no impide que Urfer plasme en algunas de sus obras ciertas problemáticas sociales, siempre trazadas con una mirada irónica. Sin embargo, lo que más denotan sus trabajos es que a ella le “gusta jugar con el arte”. Los protagonistas de sus piezas son personajes inventados y, por lo general, son las ranas humanizadas las que dominan las escenas. Esos llamativos personajes llegaron a ella a través de un libro de fotografías que le compró a su sobrina cuando era una nena: “las imágenes eran maravillosas y describían el ciclo vital de las ranas; me senté a hojearlo y me atrapó; fascinada, empecé a esbozar algunas ranas hasta que di con el personaje adecuado y no lo abandoné jamás”. Las ranas parecen musas creativas que cobran relevancia en diferentes contextos plasmados con todas las técnicas que Urfer maneja: pinta, dibuja, interviene obras y fotografías, realiza grabados, serigrafías y collagraph.

La esencia de su capacidad de creación es volcar en la obra lo que siente. “No pienso en efectos sobre el espectador, simplemente expreso lo que llevo dentro en ese momento puntual”, asegura Pyli y completa: “estoy convencida de que esta es la manera en que hay que trabajar y comprender el arte. Hay quienes no lo ven así y anteponen el efecto sobre el espectador pensando, simplemente, en las maneras de vender la obra. Son visiones válidas, pero no las comparto”.


Pyli Urfer: “El arte es todo en mi vida”

“Sobre la arena” Fotos: Gentileza Prensa Cultura Municipalidad de Santa Fe

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“Secándose al sol”

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“Flores”

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Sin título

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“El Edén”

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“Posando para la foto”

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“¿Quién vendrá a probarlo?”