Pialando tradiciones

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El gaucho no siempre fue valorado y se lo asoció al ocio y al matrerismo.

El Día de la Tradición es el reconocimiento a la identidad argentina, a través de uno de los personajes más representativos del ser nacional, José Hernández. Historias de gauchos, boleadoras, danzas, leyendas, dichos y refranes.

TEXTOS. ZUNILDA CERESOLE DE ESPINACO. FOTOS. EL LITORAL.

El Día de la Tradición fue instituido el 10 de noviembre, fecha del nacimiento de José Hernández, en 1834, en San Martín, provincia de Buenos Aires. Este poeta es el máximo representante de la poesía gauchesca a través de su libro Martín Fierro y es considerada una obra maestra del género.

En un estilo rebosante de ingenio, sencillez y naturalidad, Hernández eleva a categoría artística diversos elementos nativos y ofrece una expresión enérgica de la pampa y de sus gauchos, como así también la sutileza de la filosofía popular.

Siendo gobernador de la provincia de Buenos Aires don Manuel Fresco, en 1934 instauró oficialmente el “Día de la Tradición” y en 1950 hizo lo propio el gobierno de nuestra provincia de Santa Fe. Recién en 1975, al dictarse la ley Nº 21.154 del 22 de octubre, la fiesta tiene extensión nacional.

Aún no es claro el origen de la palabra gaucho, la voz gauderio parece ser la más acertada. El gaucho no siempre fue valorado y se lo asoció al ocio y al matrerismo, entre otras cosas, olvidando lo que por su valor, lealtad y sacrificio le debe a la Patria.

Por esta razón, en 1921, la Junta de Historia y Numismática Americana, al homenajear a Miguel Martín de Güemes en el centenario de su deceso, esculpió en una medalla la siguiente inscripción: “A los heroicos gauchos, la patria los llamó a defender sus fronteras del norte”.

Los gauchos, extraordinarios jinetes y expertos en la cría y manejo de ganado, unían a su destreza física su espíritu altivo y su carácter reservado; una tristeza vaga y permanente los acompañaba.

El caballo constituía y constituye para el hombre de nuestro campo un elemento indispensable. En nuestro país, la variedad de pelaje es muy grande y, de acuerdo a las características de éste, se los nombra. Entre los más conocidos sobresalen: alazán, atigrado, bayo, blanco, cebruno, colorado, gateado, lobuno, moro, negro, picaso, roano, rosillo, tobiano, tordillo, tostado, yaguané, zaino y zarco.

El conjunto de animales yeguarizos se denomina tropilla, la que no forma con menos de seis animales ni con más de cincuenta. Cuando el número sobrepasa esta última cifra se llama tropa.

LAS BOLEADORAS

Las boleadoras eran manejadas por los gauchos con destreza aprendida de los indios, ya que este instrumento indígena rioplatense le servía como arma ofensiva, aunque también para cazar venados, avestruces u otros animales.

Estaban compuestas por dos o tres bolas de piedra forradas de cuero, que se unen por ramales de guascas torcidas (lonjas de cuero) o bien trenzas forradas por tientos (tiritas de cuero) o tendones de avestruz unidas a un anillo.

Leyenda Pampa

Un mal espíritu, Gualichu, castigaba a una tribu pampa haciendo que la enfermedad diezmara a sus miembros, sembrando así de dolor y luto todo el poblado.

Soychu, el espíritu bueno, quería castigar a Gualichu pero éste, veloz como el destello de un cometa, se escapaba y nunca podía alcanzarlo.

El dios bueno afilaba en la soledad sus pensamientos, una tras otra las ideas nacían y morían hasta que en una noche plácida elevó sus ojos hacia el cielo. Las estrellas irradiaban su fría luz plateada y parecían querer enviarle un mensaje. Soychu fijó largo tiempo su atención sobre tres de ellas e inmediatamente supo lo que debía hacer.

Tomó a las tres estrellas y las unió con un pelo de su barba, fabricando un arma, las boleadoras. Fue en busca de Gualichu y las arrojó, enredándole las piernas. Luego lo castigó y aseguró -de esta manera- que la salud retornara al lugar de donde había huido por los maleficios del malvado espíritu.

Con el tiempo, los indios aprendieron a construir estas boleadoras utilizando tres bolas de piedra sujetas a otros tantos ramales de tientos de avestruz.

Muchísimos años después los imitaron los paisanos, quienes las llamaron las tres Marías, asociándolas a las tres estrellas que forman el cinto de la constelación de Unión y que utilizara el dios en tiempos remotos.

EL SOGUERO, EMBLEMA DE ARTESANÍA CRIOLLA

Del rico caudal de las artesanías campestres, la figura del soguero, artífice del trenzado y otras labores de cuero eminentemente representativos de la tradición gaucha, pasa a primer plano.

La proliferación del ganado vacuno y caballar desde las primeros tiempos de la conquista española proporcionó la materia prima para la confección de muy variados y numerosos utensilios, prendas y artefactos de uso diario y permanente.

Esta materia prima es el cuero, que se usó y se usa en la actualidad en la mayoría de sus aplicaciones desprovisto de pelo, sobado y cortado en tiras que se cosen, trenzan, o de variados e ingeniosos modos se unen entre sí.

No es equivocado decir que en cada localidad centro de una región pastoril se encuentra un soguero que abastece la demanda local.

Un soguero cuya fama se extendió aun a pagos muy distantes fue Aniceto Melo, de San Antonio de Areco, por ser un artesano destacadísimo.

UNIVERSO VOCABULAR

Hay palabras, expresiones, giros, dichos, refranes, etc. tradicionales que aún subsisten. Algunas palabras pueden ser acristianar (bautizar), achurar (herir con arma blanca), ande (donde), armao (armado), bostear (defecar) cambeé (cambié), chupao (ebrio), dentrar (entrar), enriedado (enredado), finao (muerto), güelta (vuelta), haiga (haya), jué (fue), junar (mirar), lao (lado), mancarrón (caballo viejo), Mandinga (diablo), mesmo (mismo), naide (nadie), ña (Doña), pá (para), parao (parado), quedao (tímido, apocado), retobao (enojado, malo), sotreta (atrevido), tata (padre), unbrigo (ombligo), vía (voy), vide (vi) o yerbear (tomar mate).

Algunos refranes curiosos pueden ser los siguientes: “Hijo e’ tigre, overo hai de ser”; “Al que nace barrigón es a ñudo que lo fajen”; “Así como es el carancho, así es su rancho”; “Sacarle un bigote al puma es menos peligroso que hablar con mujer furiosa”; “Calentá agua, que otro tomará mate”; “¿Pa’ qué va la negra al baño, si blanca no puede ser?”; “El que nace pa’ carnero, dende chiquito es frentón”.

UNA DANZA PATRIÓTICA

El Pericón en nuestro país es considerado la más patriótica danza de cuantas son típicas. En un principio fue un baile de dos parejas, pero luego admitió mayor cantidad de parejas y de figuras. Un aspecto singular es que necesite de un bastonero, es decir, la persona que dirige el baile.

La fama de la belleza de nuestro Pericón traspasó las fronteras de nuestro país y se puede decir que esta danza es embajadora de la argentinidad.

Va acompañada de relaciones: dichos y respuestas, empapados de agudezas y picardías propias de nuestros paisanos. A continuación transcribimos una relación:

Él: “Cuando pasé por tu casa, me di un fuerte tropezón, y no fuiste pa’ decirme, ¡levantate corazón!”.

Ella: “Cuando te vide caer, lo mismito que una piedra; te dijo mi corazón, levantate como puedas”.

Él: “Diga la buena señora, yo la vengo a pretender; si pregunto como hombre, conteste como mujer”.

Ella: “Como mujer le contesto, y le doy mi parecer, que soy mujer casada y no lo puedo atender”.

Él: “Para venir a esta fiesta, monté mi overo picaso..., a vos solita te quiero, ¿a las demás?, ¡ni de paso!”.

Ella: “Si vos querés que te quiera, sahumate con romero, para perder el olor, de quien te quiso primero”.

Él: “De vicio venís pintando, Florcita de Garabato, no por tu bonita cara, voy a volver cada rato”.

Ella: “Yo no digo que soy linda, ni soy flor de garabato, pero tengo una cosita, y has de volver cada rato”.

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El caballo constituía y constituye para el hombre de nuestro campo un elemento indispensable.

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Los gauchos unían a su destreza física su espíritu altivo y su carácter reservado.

Poesía gauchesca local

La poesía gauchesca ha quedado como un sello indiscutible de la literatura rioplatense dentro de la literatura hispanoamericana y ampliado su horizonte a través de los payadores.

El pueblo la ha sentido y la siente suya, no pierde actualidad como lo demuestran dos poetas santafesinos que abordan este género: uno es Pedro Arnaldo Vázquez, nacido en San Bernardo, localidad del norte, y el otro es el Dr. Carlos Grande, quien reside en la vecina ciudad de Santo Tomé.

A continuación, transcribimos fragmentos de poesías que llevan su autoría:

- “Don Mateo Fauda”, por Pedro Arnaldo Vázquez: “Una tarde lloviznaba/ y a la orilla del fogón/ escuché con atención/ lo que un hombre me contaba/ don Mateo Fauda me hablaba/ de cosas que ya pasaron/ de tiempo atrás que dejaron/ en su recuerdo una pena/ y de esos tantos problemas/ que al final solucionaron./ Se crió en Monte Oscuridad/ vivió por Suardi y Morteros/ volando como el hornero/ siempre amó la libertad/ odia la falsedad/ a la verdad, la prefiere/ toda la gente lo quiere/ por ser hombre laborioso/ y por ser tan bondadoso/ de Dios ayuda requiere”./

- “Pa’ lo que mande el patrón”, por Carlos Grande: “El Rudesindo era una luz pa’ los recados/ casi en un reflejo contestaba./ Era la señal de respeto al que marcara/ su pobre vida tan golpeada./ Pero esto era distinto./ Andá desarmá.../ ‘la tapera de tus viejos’/ porque ande está molesta.../ y un dolor en el pecho se hacía hilacha/ al tener que elegir dos sentimientos./ Tomó el hacha y se marchó dispacio,/ como agachado por sus pensamientos,/ y aquel sendero conocido/ se hizo arisco en tan corto trecho”./