Una voz como un sentimiento

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En días en que se prepara para volver a interpretar “Evita”, en su primera actuación en Broadway, Elena Roger pasó por Santa Fe: presentó su último disco, “Vientos del Sur”, y ofreció las canciones que nutren su vida.

TEXTOS. FLORENCIA ARRI. FOTOS. MAURICIO GARÍN.

“Como un soplo, como una lluvia, un rayo de luna...” con la misma simpleza, esencia etérea y belleza, la pequeña figura de Elena Roger se yergue en la música que hincha su pecho y que exhala -en lo inmenso y por momentos sutil- de su instrumento, su voz.

Ésa es la magia interpretativa de la que nutre sus personajes, la misma con que supo conquistar los escenarios de Londres como “Evita”, Edith Piaf o Fosca. Con la misma esencia, Elena Roger pasó el sábado por Santa Fe. En el Centro Cultural ATE Casa España miró al público sin máscaras, sin la estructura de un guión ni un personaje, y se ofreció a sí misma.

Llegó en el marco de la gira nacional en que presenta “Vientos del Sur”, su último disco. Otra razón fue darse “un gusto; hacía mucho que tenía ganas de salir de gira. Había una imposibilidad porque haciendo teatro en Buenos Aires no me daban los tiempos. Entonces me encanta poder ser yo, Elena, quien abra las puertas de otros escenarios del país, sin una obra; que la gente me conozca desde Elena y se lleve un pedacito de todas las cosas que quizás no pudo ver”.

En la complicidad del seguidor, del juego escénico que comienza al levantar el telón, Elena se magnificó; mutó una y mil veces en las mujeres que viven en sus ojos y que la historia y la música requirió en cada ocasión.

Una pizca de “Mina”; la mirada musical de Valeria Ambrosio sobre la vida de la italiana Anna Maria Quaini, rol que impulsó a Elena hacia el éxito y a su primer Premio ACE -Mejor Actriz de Musical 2003/2004-. También “Evita”, con la que conquistó al público londinense en el reestreno del musical en 2006; y “Piaf”, el musical basado en la francesa Edith Piaf; y la apasionada Fosca, de la obra ‘Passion’, de Stephen Sondheim. Elena proyectó sus voces en la suya y las ofreció vívidas, de a poquito y en concierto.

En diálogo con Nosotros, contó que destaca de ellas “la fortaleza de estas mujeres que se llevaron el mundo por delante, que hicieron cosas que en otras épocas la mujer no tenía permitidas... Eso tienen en común: son vanguardistas, van adelante y abren camino”.

ALGO MÁS

Elena sube a escena con el cuerpo liviano, los ojos grandes y la voz fresca de quien no precisa más herramientas que las propias para trascender. Fue sutil como la balada rioplatense, nostálgica como el violín y las cuerdas criollas; lúdica con sonidos que infieren imágenes, que comunican más allá de la lengua y dibujan escenarios del otro lado del océano.

Sucede que, si bien su andar artístico comenzó en este sur del mundo (donde realizó catorce puestas escénicas), su primer desafío internacional fue encarnar a Eva a orillas del río Támesis, en la puesta de Andrew Lloyd Weber.

Cinco años después recuerda que “me sentí muy honrada al ser elegida. Después, cuando tenía que hacerlo, me sentí muy extraña. Era raro porque estaba en Inglaterra y sentía que todos los días estaba en Buenos Aires. Fue muy lindo poder transmitir a los ingleses, a mis compañeros, cómo es nuestro país, qué particularidades tenemos, enseñarles un poquito de mi mundo. También fue emocionante que la gente lo viviera tan bien: los argentinos que iban a verme hasta desplegaban banderas... Era sólo un show pero se lo tomaban personal: era fabuloso cómo recibía afecto, cómo la gente sentía que yo estaba brindando algo por nuestro país”.

Lejos de alcanzar la cumbre, la superó aún más: dos años después dio vida en escena a Edith Piaf en el musical que llevó su nombre y se alzó con un Premio Laurence Olivier en 2009, como mejor actriz de musical.

Lo que rescata en sus palabras de aquello es que “fue hermoso. Tuve éxito haciendo ‘Piaf’ allá, y eso me hizo estar en la mira de Adrián Suar y Fernando Blanco para traer el espectáculo a Buenos Aires. Fue buenísimo poder brindarle a la gente de acá algo que hacía afuera, poder mostrarles qué estaba haciendo. Estuvo fantástico, me sentí muy plena; fue maravilloso, la gente disfrutó mucho. Fue un golpe en el corazón, al alma, al espíritu, algo tremendo. No esperaba tanto: se pararon todos, a los gritos, y era la cancha de Boca. Fue una etapa hermosa”.

...QUE ME AYUDE A DESPERTAR

De cara a una nueva temporada en el exterior, e incluso con augurios de elevar aún más la vara del éxito en su carrera, reconoció sin reparos que “me cuesta irme, pensar que el año que viene no voy a estar... pero es increíble y fabuloso todo lo que me pasa; entonces no me quejo ni de lo más mínimo”.

A un paso de llegar a la ciudad cuna del género con que conquista al mundo, contó que “está buenísimo que Broadway llegue en un momento de mi carrera en que ya tengo un Olivier, una carrera hecha en el exterior. Es abrir esta puerta a Estados Unidos y poder compartir escenario con Michael Cerveris y Ricky Martin, dos personas con mucho peso. Voy a aprender mucho de ellos, va a estar buenísimo estar juntos y compartir como personas Evita, que creo va a ser un gran fenómeno. Broadway es una gran vidriera del mundo y de la luna” cerró, entre risas.

Días después de las primeras pruebas de maquillaje, de volver a mirarse al espejo tras el rostro de Eva, dijo que “está buenísimo retomar el personaje después de seis años, con una madurez artística, mental y personal. Cuando retomás algo que hiciste tiempo atrás hay algo que madura solo, sin necesidad de practicarlo todo el tiempo. Volver a encontrarme con ese personaje va a ser muy interesante. Todavía no volví a agarrar el libro para ver ni recordar nada. Estoy esperando hacerlo todo en el proceso de los ensayos, porque va a salir desde otro lugar. Antes estaba muy preocupada por el inglés y otro montón de cosas. Esta vez, conocer este personaje me sitúa en un lugar distinto”.

Con un plan concreto para un año que aún no comienza, expresó que esta nueva puesta “es algo que está dentro de mi vida y está bueno vivirlo. Mi familia está un poco triste porque me voy otra vez y orgullosos a la vez, muy contentos. Son sensaciones fuertes, hay mucha felicidad. Es una experiencia fabulosa, un montón de gente querría estar en mi lugar y lo voy a vivir con esa felicidad”.

Sin peros, sin pausas, sin balbuceos, fue clara y concisa: “Tengo tanto en la cabeza que no deseo más nada”.

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