Historias escritas sobre el ring

Herrera-Hope: crónica de una

pelea dura, pareja y cambiante

Sergio Ferrer

La provincia de Santa Fe ha dado al boxeo argentino siete campeones mundiales, empezando por el inigualable Carlos Monzón y siguiendo luego por el fuerte y compacto Miguel Ángel Cuello, Juan Martín Coggi (con tres obtenciones titulares en welter junior), Julio César Vásquez (que tuvo un primer reinado soberbio), Néstor “Tito” Giovannini (el primer pugilista criollo en sumar un cetro de la OMB), Carlos Baldomir (que en 2006 rompió con todos los pronósticos contra Zab Judah) y el todavía en carrera Marcos “El Chino” Maidana, el vigente orgullo de Margarita.

Ellos vivirán coronados de gloria deportiva, más allá de las vicisitudes que signen sus vidas y del inexorable paso del tiempo, que muchas veces apacigua las pasiones y modera el sentimiento de la gente. De todas maneras, el pugilismo santafesino tuvo en los umbrales de una consagración ecuménica a otra buena cantidad de aspirantes fallidos, quienes de una u otra forma estuvieron cerca de coronarse monarcas del orbe, o al menos tuvieron su chance mundialista, como por ejemplo: Ramón Méndez (tal vez el menos conocido de todos, rival de Rodrigo Valdez en 1975), Carlos Herrera, Mario Demarco, Hugo Corti, Claudio Martinet, Carlos Ríos, Sebastián Luján y Walter Matthysse.

Duelo de zurdos

De todos ellos, indudablemente, el que más cerca estuvo de ceñirse la corona mundial fue Carlos Manuel del Valle Herrera, el potente y recio pegador sanjustino también conocido como “Zurdo” o “Carloncho”. Como siempre se ha dicho, a Carlos en realidad le faltó meter “sólo una mano”, para noquear al negro peleador antillano Maurice “Mo” Hope, púgil originario de Antigua y campeón defensor del kilaje superwelter (69,853 kg, el peso de Vásquez), en la versión del CMB. Fue en una pelea durísima, la noche del 25 de noviembre de 1980 en el Wembley Arena de Londres, Inglaterra (primeras horas del 26 allá). Fue un choque vibrante, por momentos encarnizado y brutalmente disputado, con alternativas cambiantes desde el campanazo inicial. Y desde el cuarto capítulo en adelante, sencillamente espectacular.

Herrera puso todo lo que había que poner, confiado principalmente en la fuerza natural y en la pegada, así como en la mejor puesta a punto que jamás había tenido en su vida profesional, tal cual lo explicaban y ponderaban algunos de los miembros de su equipo aquella vez, entre ellos el gran Amílcar Brusa (director técnico y manager), el profesor Jorge Artucio (preparador físico) y el correntino Juan Antonio Merlo (sparring). El combate lo arbitró el experimentado réferi estadounidense Arthur Mercante, quien también debió llevar tarjeta, en este caso en compañía de los jueces Harry Gibbs (británico) y Horacio Lucena (argentino).

A la mayor variedad técnica y excelente uso del jab de parte Hope -que también era de guardia “invertida” y tenía real poder en sus golpes-, el santafesino le opuso su permanente iniciativa, su enjundia, y esos zurdazos ampulosos pero igualmente certeros que lo caracterizaban y que muchas veces bajaron como mazazos sobre la anatomía del rival.

El fallo fue unánime para Hope, pero con guarismos no muy amplios: 142-139 (Mercante), 145-142 (Gibbs) y 147-146 (Lucena). Según los registros brindados por Boxrec, Herrera, de 25 años, llegó a este pleito con récord de 37 triunfos (25 KO) y 4 derrotas. El campeón -que tenía 28 años y venía de una operación de retina- lo hizo con 29 victorias (24 KO), 2 traspiés y 1 empate. El de San Justo había dado en la báscula 68,750 kilogramos y Hope 69,226.

Episodio clave

Independientemente de las tarjetas finales, es interesante saber que la contienda tuvo picos emotivos muy altos, con el ring a punto de estallar. Para Rodolfo Raviolo, que hizo la cobertura de la pelea para Diario El Litoral y a la vez comentó la misma para LT 9, al terminar el décimo round, Hope y Herrera “estaban realmente parejos en todo, inmersos en una igualdad absoluta”.

Pero, en el undécimo asalto ocurriría el hecho que pudo haber cambiado el destino del match, al descargar el Zurdo tres o cuatro manos consecutivas y contundentes sobre la humanidad del anfitrión (que quedó al borde del nocaut). Una de ellas fue un perfecto uppercut de derecha, que tomó en la barbilla a Hope, que empezó a desplomarse lentamente hacia atrás, pero con la suerte de “encontrar” en su camino la primera cuerda del ring, en la que quedó literalmente sentado, en clarísima posición de “no contest” y a merced de otra embestida brutal del challenger.

Allí, en actitud francamente criticable, el árbitro se interpuso entre ambos, justo en el momento exacto en el que el “Zurdo” pretendía rematar, marcando con su postura la posibilidad de iniciar el conteo de protección; Herrera, confundido por la situación, buscó un rincón neutral a la espera de lo que hiciera Mercante, que finalmente no contó y terminó dándole paso al campeón para que continuara peleando. Después de esta acción, la que se podría considerar como un error del árbitro, que en definitiva frenó un ataque de nocaut -como Jay Nady en Filipinas, en 1997, cuando evitó con su presencia que Carlos Ríos avanzara sobre un Luisito Espinosa tambaleante- , el pupilo de Brusa cometió la equivocación de encimar a un adversario que estaba evidentemente sentido.

“En ese momento crucial, a Herrera le faltó claridad; dar un paso atrás, para poder meter sus manos con mayor justeza y tirar a los flancos sensibles del rival”, observó Raviolo en su apreciación final, apelando a conceptos que con el correr de los años se han convertido un poco en el resumen lapidario de esta contienda: al Zurdo le sobró temperamento y le faltó experiencia, para meter en ese momento crucial una mano más, sólo una más. “Lo ideal hubiera sido que dieran empate; con sus defectos y con su garra, Herrera dejó sobre el ring una demostración de guapeza inolvidable y se fue aplaudido porque el público inglés, que reconoció sus merecimientos”, cerraba su apreciación.

Herrera-Hope: crónica de una pelea dura, pareja y cambiante

La pelea entre Herrera y el antillano Hope fue un choque tremendo, que pudo haberse definido a favor del sanjustino en el round Nº 11. El “Zurdo” derrochó guapeza, pegada y voluntad.