La nueva conducción de la Iglesia

Bajo la sombra de Bergoglio

Guillermo Villarreal

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DyN

El cardenal Jorge Bergoglio no accedió a una tercera presidencia consecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina por pautas estatutarias, aunque los acuerdos legales no impidieron al purpurado porteño mantener buena parte del poder eclesial. El dato no quita peso específico a la flamante mesa ejecutiva integrada por José María Arancedo (Santa Fe), Virginio Bressanelli (Neuquén), Mario Cargnello (Salta) y Enrique Eguía Seguí (Buenos Aires), pero sí la condiciona.

Esos mismos estatutos que no habilitaron la re-reelección de Bergoglio, le permitieron sin embargo permanecer en la Comisión Permanente, que en la práctica tiene poder de decisión en la estructura eclesiástica argentina. Bergoglio permanecerá en ese grupo decisorio por ser cardenal y gobernar pastoralmente una sede diocesana. Buenos Aires, en este caso.

La conformación de las comisiones episcopales tras el plenario electivo de esta semana puso en evidencia, además, que su opinión no perdió predicamento entre sus pares. Tal lo anticipó el vocero episcopal, sacerdote Jorge Oesterheld, al hablar del proceso de renovación importante que se inició en las filas de la Iglesia vernácula. “Bergoglio seguirá teniendo peso en las decisiones por el gran prestigio que tiene en la Iglesia en el país y en Latinoamérica”, aseveró.

Oesterheld no estaba tan errado en sus apreciaciones. La renovación se inició, aunque es más generacional que pastoral o ideológica. La llegada del arzobispo santafesino de 71 años a la presidencia del Episcopado ratificó el perfil moderado y dialoguista de la Iglesia. También reveló un debilitamiento de las posturas más conservadoras, representadas hoy por el arzobispo Héctor Aguer (La Plata), pero que supieron prevalecer en otros tiempos episcopales.

El ADN de la mesa

La misma mesa ejecutiva cuenta con un hombre de “impronta B” como el obispo auxiliar porteño Enrique Eguía Seguí, quien consiguió la reelección como secretario general del Episcopado. Pero el dato más llamativo de la influencia bergogliana subyace de la conformación de las comisiones episcopales. Además, la mayoría de sus presidentes son hombres de la estrecha confianza de Bergoglio, muchos de los cuales surgieron del semillero eclesiástico porteño o fueron promovidos a obispos residenciales por sugerencia suya. Al menos cuatro de los titulares de las once comisiones que integran la “Permanente” son o fueron obispos auxiliares de Buenos Aires: Mario Poli (Catequesis y Pastoral Bíblica), Luis Fernández (Liturgia), Jorge Lozano (Pastoral Social) y Joaquín Sucunza (Apostolado Laico y Pastoral Familiar). A estos se suma Oscar Ojea, ex auxiliar porteño y hoy coadjutor de San Isidro, quien participará de las reuniones clave en calidad de delegado de Cáritas Argentina, y Sergio Fenoy (Fe y Cultura), quien supo ser secretario general del Episcopado durante la gestión de Bergoglio. En el resto de las comisiones también hay otros nombres que responden al primado argentino, como el prelado porteño Vicente Bokalic (Misiones) o Eduardo Taussig (Pastoral Universitaria).

El cardenal porteño permanecerá en la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Argentina. La llegada de Arancedo a la presidencia debilitó aún mas a los sectores conservadores representados por Aguer.

Bajo la sombra  de Bergoglio

Jorge Bergoglio, cardenal y arzobispo de Buenos Aires.

Foto: Lucas Cejas