Juicio por la memoria

Indagan al cura Eugenio Zitelli, acusado de aplicar tormentos

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El padre era visto asiduamente en un centro de detención rosarino.

Foto: Archivo

DyN

El sacerdote católico y ex capellán de la policía santafesina, Eugenio Zitelli, será indagado hoy en relación a su supuesta participación en torturas e interrogatorios a prisioneros políticos durante la última dictadura, se informó en los tribunales.

El juez federal de Rosario Marcelo Bailaque había citado en su despacho a Zitelli, que cumple detención domiciliaria desde la semana pasada. Hasta entonces el sacerdote se desempeñaba en la iglesia San Pedro de la ciudad de Casilda, y de 1964 a 1983 ofició como capellán en la sede de la Unidad Regional II de policía de Rosario.

Zitelli había sido visto en numerosas oportunidades en el Servicio de Informaciones, ubicado en la intersección de Dorrego y San Lorenzo del edificio de la jefatura, donde funcionó uno de los centros clandestinos de detención del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército.

El cura fue denunciado por ex detenidos de haber estado presente en sesiones de tortura y entrevistas que se efectuaban en el Servicio de Informaciones y sería el primero que está involucrado en una causa por crímenes de lesa humanidad cometidos en tiempos del terrorismo de Estado en jurisdicción del Comando del II Cuerpo.

A su vez, organismos de derechos humanos, concejales, diputados y representantes gremiales de Casilda, junto a víctimas de la última dictadura militar, habían solicitado en varias oportunidades que se investigue el accionar del actual cura párroco.

Zitelli es considerado como una pieza importante para descubrir el funcionamiento y sostén de los mecanismos ilegales de represión que se desarrollaron a partir de 1976 en la región.

También, varios testimonios de sobrevivientes lo implican directamente, no como un simple cómplice, sino como parte de la estructura represiva.

Una de las declaraciones que lo inculpan pertenece a la ex detenida política María Inés Luchetti de Bettanín, quien afirmó que el sacerdote durante una confesión le había asegurado: ‘el uso de la picana estaba bien porque se estaba en guerra y es un método para obtener información política‘.

El pasado 2 de octubre, el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Molaghan, dispuso relevarlo del cargo al frente de la parroquia pero le permitió que continuara viviendo en el lugar.