Hoy, en el Teatro Municipal

César Rebechi y sus “Momentos de la vida”

1.jpg

Otrora integrante de Americanto, en Brasil se ha destacado como productor y arreglador junto a muchos músicos de ese país.

Foto: Gentileza producción

El recordado guitarrista, compositor y arreglador santafesino, radicado en Río de Janeiro desde hace 31 años, anticipará las canciones de un disco personal junto a músicos invitados.

 

Ignacio Andrés Amarillo

[email protected]

Esta noche desde las 21.30, en el Teatro Municipal, el guitarrista, compositor y arreglador santafesino César Rebechi expone a través de la música, momentos de su vida en los últimos 31 años.

Radicado en Río de Janeiro, Brasil, en Santa Fe se lo recuerda como guitarrista destacado y creador reconocido por la crítica y el público, en las diversas bandas que formó, como Crisol.

El resultado de esas influencias musicales recibidas en una ciudad cosmopolita de un país continental se refleja en el show, pleno de ritmos, vivencias y fusiones, sumando sonidos latinoamericanos, tango y el jazz, entre otros estilos.

Por la vuelta

En la previa del concierto, el artista dialogó con El Litoral sobre su faceta más personal.

—¿Cómo es volver a Santa Fe?

—Nada que ver con la frente marchita (risas), sólo que las nieves del tiempo blanquearon mi sien. Hacía 15 años que no volvía, y realmente fue un choque, parece que está progresando. Sentí una efervescencia distinta; en nuestra época, no había tanta información, los músicos tienen hoy más oportunidades de juntarse con músicos de otros lugares. Se conformó en un polo cultural, hay intercambio.

Me acuerdo de una vez que fuimos a tocar a Rosario, con Baglietto, que tocaba en Irreal. Hemos charlado varias veces con Juan Carlos: él era el compositor de los temas del grupo, y yo en el mío.

Antes había vuelto algunas veces, una vez tuve una participación en un evento en la sala que era de la Lotería (hoy Centro Cultural Provincial), en los inicios de los grupos de jazz de Santa Fe. Toqué unas piezas de bossa nova.

Ahora surgió esta posibilidad, como una idea “soplando en el viento”, y se fue conformando en un movimiento con expectativas. Voy a presentarme con músicos que ya tocaron conmigo, y otros de Santa Fe.

Camino propio

—¿Qué material vas a presentar?

—Como músico en Brasil, interpreto los más diferentes tipos de música: para sobrevivir en todos lados tenés que ser lo más versátil posible.

Cuando salí de aquí, mi intención era quedarme dos años en Brasil para perfeccionarme (ya tocaba música brasileña aquí, en un dúo con una amiga) e irme para Europa, que era el punto culminante.

Llegué a Brasil, no demoré mucho en conectarme: Río de Janeiro es una ciudad cosmopolita donde te encontrás con gente de todo el mundo, convivís con ellos sin ningún problema. Ahí integré Americanto, un grupo que se formó con gente de varios países latinos, que empezó a ser éxito total.

Eran los años ‘80, y la música latina casi no se conocía. Mercedes Sosa fue, comenzó ese intercambio con Milton Nascimento, ahí la gente empezó a ver algo diferente. Nosotros, como éramos de varios países diferentes, podíamos presentar una cosa más amplia.

Había dos chilenos, un venezolano, un hondureño, un brasileño y un argentino, y presentábamos en los inicios una cosa más andina: dos habían viajado a Bolivia y se volvieron tocando sikus, quenas. Había un charango, yo tocando guitarra; otro, bombo, y otro, cuatro venezolano.

El tiempo fue pasando, me fui quedando, salieron contactos para grabar con una cantora bastante famosa. Ahí fui creando raíces, y los dos años se convirtieron en 31. Me encanta, más allá de que tengo más años de Brasil que de la Argentina, por lo que me proporcionó estar en una ciudad como Río: la convivencia es muy fácil, y tal vez lo que hubiese bebido en otras fuentes en Europa la tuve ahí con músicos de todo el mundo. Así formé mi identidad musical, que es lo que va a ser presentado en el Teatro.

Cuando entré en contacto con la Secretaría de Cultura, como una idea loca de mis amigos, que se movieron, el secretario muy amablemente me dio una fecha. Yo le escribí y le dije: “Escuchame, Damián, ¿qué querés que lleve? Porque yo toco en un grupo de flamenco, bossa nova, jazz con una cantora, salsa con otra, en un trío instrumental, en un quinteto de tango”. Ahí me dice: “Quiero tu música, tu trabajo propio” (él me iba a ver con las bandas que yo tuve acá, eran todos -casi todos- temas míos).

Es un trabajo que estoy grabando, que viene medio lento, es un trabajo de años de composición. Ahora está empezando a encaminarse, ya hay dos temas que grabé.

—¿Por qué se fue demorando?

—Porque también trabajo como arreglador y productor musical, por ahí uno se dedica más a los trabajos de las otras personas, que lo hace para sobrevivir y también para poder dejar algo como un documento, donde uno también hace sus experimentos. Debo tener unos diez o 12 CD producidos de varios artistas, gente alternativa de varias ciudades: a todos les fui dejando un toque latino, un toque especial mío.

Tocar el material va a ser especial hasta para mí, porque nunca fueron tocadas.

Amigos e invitados

—¿Cómo se dio el trabajo con los músicos de acá, siendo que no hay demos ni grabaciones?

—Con la gente de Buenos Aires, uno argentino y el otro uruguayo, convivimos varios años en Brasil. El uruguayo, Jorge Platero, tocaba conmigo; el argentino, un baterista de primera línea, Eduardo Avena (que ha tocado con todos) vivió muchos años en Brasil y tenía un grupo de música latina parecido al que teníamos nosotros, en San Pablo (que continúa) que grabó con Mercedes Sosa.

Con Jorge, con sólo mirarnos sabemos qué vamos a hacer. Viajábamos mucho, a Belo Horizonte, Goiás, Buzios... uno de los temas lo hice en Buzios, se llama “Camión de cocos”. Fuimos cuando no era lo que es ahora, era una aldea de pescadores. Vamos a intentar conseguir un lugar dónde tocar, habíamos llevado todo (yo me llevé un Fender Twin Reberb). En Geribá, una de las playas más hermosas.

Hablamos con el dueño de un bar y me dice: “Toquen, pero no tenemos luz, tienen que sacarla del poste”. “Y no hay escenario”. En ese momento llega un camión cargado de cocos, que venía a hacer la entrega a todos los bares de la “orla” marítima. El acoplado se abría para los dos lados, y armamos el escenario arriba. Ahí, mientras probábamos el sonido, empecé a crear un riff.

Lo llamé a Adrián Barbet (yo lo ayudé a ubicarse allá) y me recomendó como bajista a Fernando Silva. Me faltaban el tecladista y alguien que tocara soplos. Ahí viendo en YouTube algunos grupos, y por intermedio de mis amigos, contacté a Danilo Cernotto (piano) y Bruno Rosado (saxos).