La Venecia de Brasil

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Vista panorámica de la playa Boa Viagem, en Recife, Brasil.

Aunque no es uno de los destinos más conocidos de Brasil, Recife es una perla turística situada en el extremo este del país. Integra grandes atractivos: playas, sol, arquitectura colonial y una vida cultural intensa.

TEXTO. LEONARDO WEN. FOTOS. EFE REPORTAJES.


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Vista panorámica de la playa Porto de Galinhas, al sur de la ciudad de Recife.

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Fachada de la iglesia Nossa Senhora do Carmo.

El nombre de Recife, situada en el extremo este del país, viene de la enorme concentración de arrecifes de coral a lo largo de su litoral, que hace que sus aguas sean cálidas y tranquilas durante todo el año, con una temperatura promedio de 26º centígrados.

Fundada en 1537, es la capital del estado de Pernambuco. Fue una de las primeras áreas ocupadas por la colonización portuguesa, aunque -entre los años de 1630 y 1654- la ciudad estuvo bajo dominio holandés. Ésta fue la primera época de una gran transformación urbana, cuando se construyeron muchos canales y puentes, a semejanza de Amsterdam. Hoy, la ciudad es conocida como la Venecia brasileña.

Caminar por la orilla de la playa Boa Viagem es un buen lugar de partida para conocer la costa atlántica. Tiene siete kilómetros de extensión y es considerada una de las mejores playas urbanas de Brasil. Su arena es blanca y fina, con muchas piscinas naturales formadas por los arrecifes.

Un poco más al sur, a casi 65 kilómetros del centro de la ciudad, está Porto de Galinhas, un punto privilegiado para la práctica del buceo. Desde ahí también se pueden hacer paseos en el mar con la “jangada” (un tipo de balsa de madera tradicional, utilizada para la pesca) o en “buggy” (coche adaptado para andar por la arena) por las dunas. Su vida nocturna también es muy agitada.

Más al norte, en el camino hacia las playas tranquilas de la isla de Itamaracá, el visitante puede contemplar la iglesia Sao Cosme e Damiao, considerada la más antigua de Brasil. Fue construida en 1535 en la pequeña ciudad de Igarassú.

PRIMERA SINAGOGA DE AMÉRICA

Aparte de su litoral, Recife también ofrece un sinnúmero de atractivos culturales que no pueden ser ignorados por el turista. Incluye, desde una arquitectura colonial singular, hasta un carnaval que llega a reunir 1,7 millones de personas en un mismo día.

De la época de la colonización holandesa, una de las construcciones más significativas fue la sinagoga Kahal Zur Israel. Fundada en 1630, fue la primera en ser edificada en todo el continente americano.

El edificio original existió hasta el comienzo del siglo XX, siendo reemplazado por edificios comerciales. No fue hasta 2001, después de un intenso proceso de búsqueda y excavaciones, que el lugar fue reabierto al público con la inauguración de un museo dedicado a la historia de la inmigración hebrea en el continente americano.

El museo está en la calle Bom Jesus, en el área conocida como Recife Antigo. Este es el barrio bohemio y cultural de la ciudad, donde el casco histórico está muy bien preservado. Su variedad de terrazas permite al visitante vislumbrar la arquitectura colonial, apreciando al mismo tiempo la gastronomía local. Alrededor de este barrio están localizados algunos de los más importantes ejemplos de la arquitectura rococó brasileña, como por ejemplo la basílica Nossa Senhora do Carmo, la iglesia de Santo Antonio y la capilla Dourada.

OLINDA Y EL CARNAVAL

Así como no se puede hablar de la ciudad húngara de Buda sin referirse a Pest, no se puede visitar Recife sin pasar por Olinda, su “ciudad siamesa”. Situada al norte, Olinda es considerada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco, debido a la importancia de su casco histórico.

Al igual que Recife tiene una enorme cantidad de iglesias barrocas, aparte de una amplia oferta cultural y artesanal.

El Alto da Sé es un punto de vista único para apreciar la ciudad de Recife al ocaso del sol. Además, desde ahí se puede saborear uno de los platos más típicos de la cocina local, la tapioca (masa de yuca con varios tipos de relleno, como mantequilla, coco o queso).

Recife y Olinda celebran el tercer carnaval más popular de Brasil, después de los de Río de Janeiro y Salvador. De hecho, las conmemoraciones empiezan incluso antes de la semana oficial, con muchas presentaciones de ritmos locales como el “frevo” y “maracatu” en los barrios de Recife Antigo y Cidade Alta, en Olinda. Estos son ritmos más próximos de la música tradicional, con mucha influencia africana, bastante distintos de la samba característica del carnaval carioca.

Durante el sábado de carnaval, el “Galo da Madrugada”, la comparsa más famosa y que llega a reunir hasta 1,7 millones de personas, toma las calles. Los coches alegóricos y los “tríos eléctricos” (palcos móviles montados sobre camiones) son los que guían la marcha.

En esta misma semana se celebra también el más importante festival brasileño de rock contemporáneo y experimental, el RecBeat. Empezó en 1995, con el objetivo de divulgar el sonido de los nuevos grupos locales, pero más tarde se bautizó como “manguebeat”. Se trata de una mezcla entre rock, “maracatu”, hip hop y música electrónica, creada por el cantante Chico Science, junto a grupos como Naçao Zumbi y Mundo Livre S/A. Recife es, pues, uno de estos otros “brasis”, con una riqueza cultural que merece ser vista.


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Vista panorámica de la comparsa Galo da Madrugada, que llega a reunir 1,7 millón de personas en el carnaval de Recife.

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Hombre disfrazado durante el carnaval de Recife.


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Construcciones coloniales a la orilla del río Capibaribe.

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Vista panorámica de la escultura Columna de Cristal, de artista Francisco Brennand.


PARQUE DE ESCULTURAS

Un sitio imperdible en Recife es la oficina del escultor y pintor Francisco Brennand, uno de los más importantes artistas brasileños contemporáneos. Se construyó en una antigua fábrica de cerámica heredada de su padre, localizada en el barrio Várzea, a unos 20 minutos en coche del centro de la ciudad. Hay más de 2.000 obras expuestas, muchas al aire libre, componiendo un escenario de tono surrealista con su arquitectura y jardines.

Una de sus mayores esculturas es la Columna de Cristal, expuesta frente al mar, cerca del marco cero de la ciudad, en el barrio de Recife Antiguo. Hecha de arcilla y bronce, tiene 32 metros de altura. Forma parte de un parque de esculturas, inaugurada en 2000, por motivo de la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de Brasil.

El resultado de estos cinco siglos de historia es un país de proporciones continentales, con especificidades regionales fuertes que se alejan bastante de los estereotipos que se tienen, concentrados en Río de Janeiro, con su carnaval, playas, fútbol y favelas.