El Litoral en Cartagena con Rodrigo Valdez, el último rival del gran campeón...

“Monzón, conmigo, no se enfadaba porque lo noqueaba”

El colombiano fue el único que derribó a Monzón durante sus siete años como campeón. Dijo que “Monzón era muy bueno, pero se escapaba y agarraba demasiado”. Está próximo a cumplir 65 años.

“Monzón, conmigo, no se enfadaba porque lo noqueaba”

Rodrigo Valdez en su casa de Cartagena con el enviado de El Litoral a Colombia. Una charla amena en plena siesta a puro calor y humedad.

Foto: Américo Giménez

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Cartagena, Colombia)

Williams es un barranquillero de 50 años que conduce un auto de alquiler. Se enorgullece y hasta se le nota su emoción cuando habla de Joe Arroyo, un cantante de salsa colombiana fallecido en julio de este año, casi tan o más famoso que la propia Shakira. Arroyo conquistó el mundo a través de su música y se casó en terceras nupcias con la hermana de Williams. Nos muestra, en la costanera de Cartagena, el edificio en el que está el departamento que le ha dejado como herencia. “Eso vale muchísimo dinero”, dice Williams, mientras un crucero y varios yates con lindas mujeres le ponen un especial toque de distinción a ese coqueto costado de la amplia geografía cartagenera, en la que se mezcla el modernismo con la muy bien conservada ciudad amurallada, que fue declarada hace casi 30 años patrimonio de la humanidad.

“Williams, queremos ver a Rodrigo Valdez, vive en esta ciudad, ¿será posible”, le comentamos con Américo Giménez, compañero de viaje. El hombre nos mira con un rostro en el que mezcla asombro, estupor y veneración. “¡Claro que es posible!, ya mismo buscamos a Rocky”, nos contesta.

Todos, absolutamente todos conocen a Rodrigo Valdez en Cartagena. Y si bien la ciudad tiene más de 1.000.000 de habitantes, no resulta complicada la búsqueda de su domicilio, cerquita del aeropuerto. “Si fuese un día de semana, te mandaría para el mercado. Pero es domingo y está cerrado”, es la contestación repetida de los cartageneros. No sólo que es domingo, sino que es la hora de la siesta y el tremendo calor hace estragos por más que los habitantes de esta ciudad estén acostumbrados a estos rigores casi extremos e insoportables de la temperatura y la humedad.

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Un momento imborrable y difícil de creer para la gran carrera de Monzón. En el segundo round de ese último combate, la derecha de Valdez derribó al santafesino. Luego, Monzón superó el trago amargo y terminó imponiéndose. Foto: Archivo El Litoral

La casa de Rodrigo Valdez, en una esquina, no tiene nada de llamativo ni de pretensioso. Es una casa normal. Y eso que el hombre ha ganado dinero y supo cuidarlo, según cuentan los lugareños, con inversiones que le rinden sus frutos. No dilapidó lo ganado e hizo honor a aquello que muchas veces los boxeadores dicen pero no hacen, cuando se refieren al tremendo sacrificio por salir de una situación en la que abundan las necesidades y carencias, para ser alguien en la vida, ganar dinero y asegurar un futuro mejor. Se dice pero no se hace, porque gran parte de los boxeadores terminan regalando o perdiendo esa fortuna que lograron a base de golpes y castigos. Por lo visto y contado, no es el caso de Valdez.

“Señora, venimos de Argentina, somos de la tierra de Carlos Monzón y queremos hablar con Rodrigo, ¿se podrá?”, solicitamos a viva voz. Es que la puerta del domicilio está abierta y en su interior hay una familia numerosa que prolonga la sobremesa del domingo. La actual esposa de Rodrigo Valdez, una colombiana de mediana estatura llamada Ana Tijerano, amaga con ponerle un tímido freno a la pretensión: “Rodrigo está descansando, no se sentía bien y duerme la siesta”, contesta. “Es sólo un rato, no podemos volvernos sin tener la oportunidad de conversar con él. Dígale que cuando peleó con Monzón, Santa Fe se pareció a una ciudad fantasma”. Pasaron unos pocos segundos hasta su regreso. La señora de Valdez nos permitió ingresar y con algo de somnolencia apareció la figura de Rocky, a quien el paso del tiempo, y más allá de su diabetes, lo ha tratado muy bien.

—¿Qué recuerdos le traen aquellas dos peleas con Monzón, Rodrigo?

—Las dos peleas fueron muy buenas. Me acuerdo de que una, la que se hizo en Mónaco, tuvo una gran presencia de argentinos y colombianos. Monzón sabía que conmigo no se tenía que enfadar.

—¿Por qué?

—Porque lo noqueaba, si se enojaba conmigo lo noqueaba. El corría, se escapaba, agarraba demasiado.

—¿Y por qué no pudo ganarle?

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Carlos Monzón bromea con Valdez el día previo a la última pelea, que se llevó a cabo en julio de 1977 en Montecarlo. Foto: Archivo El Litoral

—Bueno, hombre, porque Monzón era bueno. El siempre decía que conmigo se cuidaba. Con los otros no se cuidaba tanto, pero cuando peleaba conmigo se le terminaba todo.

—Y eso que había buenos boxeadores en esa categoría, como Nino Benvenutti, Jean Claude Bouttier, Emile Griffith, Benny Briscoe...

—Esos eran todos buenos, porque la categoría mediano se distinguía por eso. Distinto de ahora, donde no hay boxeadores buenos.

—En la actualidad, ¿hay alguno que le guste?

—Te diría que ninguno, no veo mucho boxeo, la televisión no permite que se pueda conocerlos.

—¿Qué le significó haberse enterado de la muerte de Amílcar Brusa?

—Mucho dolor, porque es un hombre que admiro, que vivió en este país, condujo grandes boxeadores además de Monzón y siempre tuvo palabras de elogio para mí.

—¿Cómo es su vida actual?

—Tranquila. El boxeo me dio dinero para tener mi casa y para poder comer por unos cuantos años. Ya no trabajo, porque el único trabajo que supe hacer fue el de boxear. En las peleas con Monzón gané bastante dinero.

—¿Usted fue el mejor boxeador colombiano de todos los tiempos?

—Acá en Colombia hubo un boxeador llamado Renato Caraballo, un peso gallo que era muy bueno. Lo que pasa es que era muy rumbero, le gustaban mucho las mujeres de la noche y bebía ron.

—¿Usted era mejor que Kid Pambelé?

—“Pambe” era muy bueno y tenía su estilo: pegaba retrocediendo.

—¿Igual que Monzón?

-¡Claro!... Pero oye bien lo que te voy a decir: cuando Monzón peleaba conmigo se le acababan las mujeres y todo. Conmigo se cuidaba.

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Esta imagen pertenece al primero de los combates, en el que se procedió a la unificación de las coronas. El Consejo se la había quitado a Monzón y la recuperó venciendo a Valdez, en el estadio Louis II de Montecarlo. Foto: Archivo El Litoral

Amílcar Brusa siempre contaba que Rodrigo Valdez mantenía la humildad y no renegaba de sus orígenes. “Está siempre en el Mercado”, decía Amílcar. Se refería al de Bazurto, donde a menudo almuerza y comparte chistes con la gente “baja” como él dice. Y luego va al de Sanandresito o al restaurante de Bonifacio Avila, otro ex boxeador oriundo de Cartagena, lugar obligado de parada para todos los ex boxeadores que llegan a esta ciudad, máxime porque está al lado de la playa.

—¿Usted viene de un hogar humilde?

—Sí, claro. Yo era pescador cuando niño. Era pescador y peleador. Me agarraba a trompadas en la calle. La mayoría de las veces me iba bien, pero acá hubo muchachos que peleaban bien y más de una vez me tocó perder. Gracias a que me veían pelear en la calle, un día me subieron al ring para boxear. Gané y allí empezó mi carrera.

El 25 de mayo de 1974, la corona del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), que había quedado sin dueño porque esa entidad decidió desconocer a Carlos Monzón, que también ostentaba la de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), permitió que Valdez venciera por nocaut al “Robot de Filadelfia”, Bennie Briscoe, quien le había aguantado 15 rounds en forma estoica a Monzón en el Luna Park, en aquella famosa pelea donde Carlos miró el reloj ante un golpe tremendo que le dio el rapado norteamericano. Vinieron cuatro peleas exitosas de defensa y, luego, las dos que perdió con Monzón: la de unificación del título, en 1976, y la de revancha, en 1977, que marcó el final de la gran carrera del santafesino. Ese mismo año, luego del retiro de Monzón, “Rocky” venció de nuevo a Briscoe y se coronó campeón absoluto. En abril de 1978, perdió el título con el argentino Hugo Corro, quien lo volvió a vencer en la revancha, seis meses después.

Valdez tiene 12 hijos de distintas mujeres, sabía ayudar a sus amigos prestándole dinero, pero ya no acuden como antes. Vive en el barrio Crespo, cerquita del aeropuerto, antes le gustaba ir al cine y ahora tiene que controlar su diabetes, algo que tiene bastante preocupada a su mujer.

“Todo el que quiere ser amigo mío primero tiene que entrar a mi casa. Pero ya no vienen tanto como antes, cada vez viene menos gente...”, le dijo hace un tiempo al colega Javier Franco Altamar. Por eso se notaba la emoción de Rodrigo por recibir a dos santafesinos y de charlar con ellos delante de toda su familia.

—Sacando aquellas peleas con Monzón, ¿cuál fue su día de gloria, Rodrigo?

—El día que me levantaron la mano con Briscoe sentí una gran alegría porque el mundo entero se estaba enterando de que yo era el mejor. Ahí supe que podía empezar a ganar buena plata. Lo primero que hice fue separar el dinero para poder vivir mejor y que no me falte nada en el futuro. Ese día cumplí el sueño, porque un buen deportista sabe que tiene que cuidarse para ser el mejor del mundo.

—¿Qué le decía la gente en ese entonces, cuando usted era el campeón del Consejo y Monzón el de la Asociación?

—Que el campeón era yo.

—¿Y usted era de cuidarse?

—Yo me cuidé mucho, no soy como los boxeadores de hoy, que no se cuidan, hacen una o dos peleítas y ya se creen que son los mejores. Hay que entrenarse más. Yo siempre me entrené mucho.

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El colombiano haciendo soga. “Hoy los boxeadores no se cuidan, hacen un par de peleítas y se creen que ya está”, dice.

Foto: Archivo El Litoral

/// SU VIDA

1946. Un 22 de diciembre nace Rodrigo Valdez en la ciudad de Cartagena de Indias, en el departamento de Bolívar en Colombia.

1963. Realiza su primera pelea. Fue ante Orlando Pineda y le ganó por decisión en un combate a 4 asaltos el 25 de octubre de ese año.

1973. Disputa una eliminatoria con Bennie Briscoe. Ganó y eso le permitió convertirse en aspirante al título mundial que estaba en manos de Carlos Monzón, pero el combate no se realizó.

1974. Valdez y Briscoe se encontraron de nuevo para luchar por el título mundial de los pesos medianos del Consejo Mundial de Boxeo, el 25 de mayo de ese año en Montecarlo, el cual ganó Valdez por nocaut en el séptimo asalto. Se convirtió en campeón mundial del Consejo, ya que ese ente había despojado a Monzón de la corona por no haber querido enfrentar a Valdez.

1976. El 26 de junio, Valdez perdió la unificación del título por decisión unánime en un combate a 15 asaltos con Carlos Monzón. Se unificó la corona mundial.

1977. El 30 de julio, Monzón y Valdez volvieron a enfrentarse y el resultado fue el mismo de la primera pelea. Fue el último combate del argentino. El 5 de noviembre de ese año, Valdez y Briscoe se encontraron nuevamente luchando por el título mundial de los pesos medianos en Campione d’Italia. Valdez recuperó el título por decisión en un combate a 15 asaltos.

1978. En su primera defensa, el 22 de abril, lo perdió contra el argentino Hugo Corro en San Remo, Italia. El 11 de noviembre de ese mismo año se reencontraron en el estadio Luna Park de Buenos Aires en donde Corro repitió su victoria a quince asaltos reteniendo el título.

1980. Valdez se retira luego de vencer a Gilberto Amonte, el 28 de noviembre. Hizo 73 peleas, de las cuáles ganó 63 (42 de ellas por nocaut), empató 2 y perdió 8.