Contra los feriados largos

Contra los feriados largos

Entre feriados largos, medianos y cortos, vacaciones, festividades varias, descansos semanales, en 2012 tendremos más de 140 días sin trabajar. Por supuesto, nadie normal puede irse de vacaciones todo ese tiempo. Tenés varios días para quedarte en tu casa, y hacer esa cosita que tenés postergada. A mí me cansa hablar de ésto, pero alguien tiene que hacerlo.

TEXTOS.NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

Está en el calendario: de 8 feriados largos tendremos 10 el año que viene y se puede sumar uno más el 27 de febrero con el bicentenario de la creación de la bandera. Somos un pueblo que considera el ocio y el paseo como una política de gobierno y creo que si amago a criticar esta cuestión, recibo automáticamente la repulsa del ser nacional encarnado en un montón de seres concretos, que no ven mal eso de no laburar. No es el tema que quiero abordar aquí, sino el hecho cierto de que uno estará seguido en casa, con días disponibles pero no posibilidad real de aprovecharlos fuera de casa.

Traducido al castellano: tenés horas, días enteros de ocio en tu domicilio, donde por un lado se supone que están las cosas que te identifican y que van con vos -las cosas que sos vos- y por el otro, también las otras que tenés medio postergadas. Puede ser trabajo físico, intelectual, puede ser una larga conversación, pero es difícil sostener un alpedismo prolongado. El año que viene, sólo no tendremos feriados en septiembre.

Después de unas horas de perder tiempo en la tele y la compu, después de escuchar música y dormir, después de llamar a fulano o verte con mengano, igual te quedan horas y el comienzo de una formulación peligrosa y culposa, que puede traducirse de esta manera: “che, ¿yo no tendría que hacer algo en casa?”

Fatal momento de interrogación interior, si la pregunta se verbaliza es absolutamente seguro que alguien de tu familia te sugerirá que por qué no aprovechás y lavás el auto, la casa, cortás los pastos, acomodás la piecita del fondo, podás la Santa Rita. Se abre una trampa, porque esta vida que llevamos, intensa y alocada los días laborales y ahora matizada con infinitos stop and go, te va generando varios deberes, muchas postergaciones, unos cuantos “mañana lo hago”, un puñado de “cuando tenga un ratito libre” y otras por el estilo.

Ahora, en general, uno no tiene tiempo en el día a día, de cortar los pastos o de pintar la cocina. Pero sí tenemos tiempo los feriados, con lo cual en vez de descansar, te ponés al día con el laburito hogareño postergado y terminás liquidado y añorando rajar urgente para el trabajo donde no se descansa en el sentido estricto de la palabra, pero tampoco tenés que arreglar la canilla que pierde o mandarle estuco a una pared...

Tenemos el caso patético de la Romi: arrancó el último feriado con la confesión y aspiración pública de torrar todo el fin de semana. Y en algún momento el bicho del orden o la culpa, resabios de educación que no pudimos desterrar, la picó y se puso a acomodar en bolsas y cajas la ropa de invierno. Parece un trabajito inocente, pero entre guardar frazadas, pulóveres y botas, además de pasarte medio día en la tarea, terminás con los antebrazos cansados, la cintura dolorida, la espalda a la miseria. Y encima nadie la obligó a hacer eso: el feriado lo hizo.

Digo todas esas cosas preventivamente: ahora vienen los feriados del jueves 8 y viernes 9, que empalman con el fin de semana: cuatro días en tu casa si no tenés la suerte y la posibilidad de aprovecharlos viajando. En mi caso, tengo que lavar en algún momento el auto. Tengo que cortar en algún momento los pastos. Debo acomodar la piecita del fondo. Y debo podar un poco la madreselva. En días de laburo ni se me ocurre hacer esas cosas y en la familia tampoco te lo piden porque se sobreentiende que todos estamos de pasada, a las corridas. Pero con tantas horas en casa, hasta vos mismo te convencés en algún momento de que, en fin, ya es hora... Al final del capítulo pasa lo que pasa: empezás a odiar los feriados y tenés unas enormes ganas de volver al trabajo. Y acá la corto: me tomo un descanso. Y el resto queda pendiente.