El análisis del torneo Apertura 2011 que tuvo Colón

Jugar a la pelota

Jugar a la pelota

El gol del pibe Graciani. Un defensor de Banfield “reventó” una pelota que cayó en tres cuartos de cancha y con una notable precisión, Bastía, de primera, lo dejó solo a Graciani, quien definió con jerarquía ante la salida de Lucchetti. El pibe le dio el pase-gol a Higuaín y participó también en el segundo gol de Chevantón. Foto: Flavio Raina

El sabalero exhibió un irregular funcionamiento, con algunos futbolistas con rendimientos sorpresivos y otros que estuvieron lejos de lo que se esperaba. Lo destacado fue la campaña en cancha ajena; el gran déficit: lo que mostró en el Brigadier López.

 

Gastón Dubois

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Con cada final de campeonato se impone un análisis, que en mi pretensión intenta explicar, para el mundo Colón, las razones de una campaña, diríamos extraña.

En principio, debemos señalar que lo bueno, o muy bueno, del equipo de Sciacqua ha sido la cosecha de puntos: 31. Ahora bien, si nosotros desglosamos esos números, es justo marcar que lo que hizo grande a esta institución, es decir su localía (aquella que le hizo ganar el mote de Cementerio de Elefantes) fue dilapidada en casi todos los encuentros que jugó en el 2011. Por el contrario, la campaña de visitante ha sido, sin dudas, una de las mejores desde que Colón volvió a Primera División: solamente en éste último torneo Colón sacó 19 puntos de visitante, de 31 puntos finales.

No sólo de números vive el fútbol y Sciacqua cometió errores que no sólo deben achacarse a él, como entrenador, sino que también me parece que Colón careció de una mejor preparación física. Muchos lesionados parecieran ser el gran déficit de este equipo: Garcé, Chevantón, Urribarri, Pozo, Fuertes, Lesman, Prediger, Luque, Pellegrino (arrancó en la quinta fecha), Moreno y Fabianesi y Costa, entre otros, sirven como ejemplo de lo que estoy escribiendo.

Sostuvo mucho tiempo a jugadores que, con un muy bajo nivel, deberían haber salido del equipo mucho antes: caso Moreno y Fabianesi (que puede correr mucho pero que desordena al equipo), Costa (a quien nunca le encontró el lugar) y Lesman, que tuvo sus oportunidades y no las supo aprovechar, por citar algunos. Algo que sí hizo con Barraza después del clásico: lo borró del equipo por bajo rendimiento. Acaso en su tozudez, es justo señalar también que este entrenador “bancó” contra viento y marea a Higuaín, y este jugador tuvo un torneo de menor a mayor, convirtiéndose en el abanderado del equipo de Sciacqua. Al punto tal que junto a Fuertes son los goleadores del equipo. Buen campeonato para el Pipita.

En defensa consiguió la solidez necesaria para un equipo con el nivel de exigencias que requiere una primera división, con Raldes en un final de torneo impecable y con Maxi Pellegrino llegando al gol en alguna oportunidad y consolidando un buen juego aéreo en la dos áreas. En el medio estuvo la siempre prolijidad de Prediger para marcar y jugar, que alternó a veces con Costa (de flojo campeonato) y con Bastía, acaso la sorpresa (por el buen final de torneo) en el medio que tuvo el equipo de Marito.

Sin dudas que lo más flojo del sabalero estuvo por las bandas, en donde ninguno de sus carrileros —salvo las frescas apariciones de Luque (recuperado de su lesión post mundial Sub 20) y Graciani , que arrancó de titular los últimos partidos—, pudo hacer pie en este velocísimo fútbol que para estos puestos requiere de una condición física y un orden impecable. Ni Moreno, ni Costa (cuando lo tiró por izquierda) y ni siquiera cuando lo adelantó en algún partido a Brunito Urribarri pudieron marcar alguna diferencia o hacer un desborde para la solitaria entrada del Bichi Fuertes. Y si del Bichi Fuertes hablamos, debemos decir que jugó un torneo en demasiada soledad, algo incomprensible para un “9” que es considerado como uno de los delanteros más generosos del fútbol argentino. Un desperdicio no haberle encontrado un socio. Tal vez la prematura lesión de Chevantón precipitó esa soledad.

Colón tiene en el 2012 la oportunidad de resarcirse con su gente, pero primero tiene que amigarse con la pelota. A sus hinchas no les basta con ganarle 4 a 1 al Banfield del Bigotón, que vino último y se fue último. Tiene que generar lo que el cosquilleo del fútbol para el hincha necesita: jugar a la pelota. Solamente con ella será capaz de reencontrarse con el aplauso de sus hinchas, porque como dice su himno: “... y jugando a la pelota, y jugando a la pelota, ya no hay nadie quien le gane”.


915 millones

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