Estuvieron a prueba en el Anderlecht...

Cavallaro y Fantín volvieron de su experiencia en Bélgica

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Matías Fantín, Nicolás Frutos, Juan Ignacio Cavallaro y el profesor Pablo Morchón en la visita a El Litoral. Foto: Pablo Aguirre

Los pibes de Unión contaron sus vivencias a El Litoral, acompañados por Nicolás Frutos y el profesor Morchón. En los próximos días llegaría a Santa Fe un alto directivo del club belga.

 

Enrique Cruz (h)

Juan Ignacio Cavallaro y Nicolás Fantín son chicos con edad de inferiores y ya tuvieron su bautismo en la reserva rojiblanca. Cuando Nicolás Frutos se hizo cargo de las inferiores, a mediados del año pasado, resolvió establecer vínculos con el Anderlecht de Bélgica, club en el que jugó en varias temporadas. Y surgió la posibilidad de que dos jugadores de Unión viajen a probarse en dicha institución. Ellos fueron los elegidos y la experiencia resultó muy favorable.

—¿Cómo surge la relación con el Anderlecht, Nicolás?

—Cuando me fui del Anderlecht, hablé con los dirigentes y me propusieron que apunte jugadores argentinos, haciéndome la aclaración que no debía fallar con los primeros. La idea era la de empezar un intercambio, luego de varios viajes que hicieron a Santa Fe, decidieron enviar a sus “ojeadores” y dentro de una lista de siete u ocho juveniles que fueron apuntados por ellos, resolvimos que sean Juan Ignacio Cavallaro y Matías Fantín los encargados de dar el puntapié inicial.

—¿Son los mejores?, ¿los que se iban a adaptar más rápidamente?

—Yo jugué casi cinco años en Bélgica y tenía una idea de cuáles eran las condiciones que debían reunir los chicos que enviáramos. Y no me equivoqué con los elegidos. Desde el primer entrenamiento, parecía que hacía mucho tiempo que estaban ahí y se veían diferentes desde el primer momento.

—¿Van a volver a Bélgica?

—Están invitados a volver cuantas veces quieran y siempre que Unión lo permita. La idea de ellos es contratar jugadores rentables y útiles. Mi idea era acercar un club europeo a Unión y sé que vendrá el presidente en persona para hablar con Luis Spahn. Allí arreglarán qué se puede hacer en conjunto, la posibilidad de que Unión vaya para allá o que ellos vengan y tener un socio en Argentina para buscar jugadores de nivel. Las posibilidades que se abren son muchas y los dirigentes serán los encargados de afinar los objetivos.

—¿Qué sería lo ideal para los chicos, triunfar en Unión o que se vayan a Europa?

—Si por mí fuera, que triunfen en Unión. De todos modos, los dirigentes son los encargados de tomar decisiones. Por ahí significa un ingreso económico importante para el club y se lo toma de otra manera. Lo bueno es que los chicos anduvieron bien en un club completamente diferente a lo que se ve en Argentina.

—Definí a Matías Fantín...

—Es un volante central más ofensivo que defensivo, con buena pegada, debutó en reserva con 15 años y estuvo a la altura de las circunstancias. Además, tiene panorama de juego y sabe “romper líneas”.

—Hacé lo propio con Juan Ignacio Cavallaro...

—Es un jugador explosivo, que sabe jugar por las bandas, su posición normal es de media punta y también tiene un buen remate.

El profe los acompañó

El profesor Pablo Morchón, colaborador de Nicolás Frutos, fue el que más tiempo estuvo con los chicos durante su permanencia en Bélgica y dijo que “la adaptación fue positiva desde el primer momento”. Lo dice a partir de su conocimiento de la idioscincrasia europea, ya que viajó por España, Italia, Inglaterra y conoce cómo se manejan en lo que respecta no sólo a lo futbolístico sino a los valores y a los principios. “Ellos no se preocupan sólo por lo deportivo, sino por lo humano”, cuenta.

En cuanto a las diferencias con nuestro país, señaló que “el Anderlecht es el equipo más importante de Bélgica y por eso es demandante. Es un club organizado, planificado y tienen una cultura del saludo, de cada vez que nos encontramos tenemos que saludarnos, hay mucho respeto, puntualidad. En eso se diferencian con nosotros. Y le dan mucha importancia a lo mental, más allá de lo físico y futbolístico”.

Reconoce haber venido muy contento. “Nos felicitaron y eso nos enorgullece porque la respuesta de los chicos, en todas las áreas, fue notable. Se lo comenté a Nico y le dije que tenemos que sentirnos satisfechos. Las cosas se están haciendo bien”.

Juan Ignacio Cavallaro

Tiene 17 años, llegó a Unión en 2005, con apenas 11 y recuerda ese momento: “Jugaba en la escuelita Marangoni de Paraná y recibí un llamado de Rubén Richard proponiéndome que venga a Unión a probarme. Le dije que encantado y llegué a La Tatenguita, donde me vio Marcelo Becerra. Ahí mismo me aprobaron, me dijeron que venga y decidí, porque era muy chico, quedarme seis meses más en Paraná jugando con mis amigos. Luego charlé con mi familia y decidí venir a Santa Fe y empezar en Unión”. Su puesto natural es de media punta o segundo delantero. “Me gusta tener libertad adentro de la cancha y eso es lo que Nico me da. Me gusta hacer goles pero disfruto con asistencias para que un compañero la meta”.

Se identifica con el “Burrito” Martínez, el delantero de Vélez. “Se tira atrás, juega bien de segundo delantero y se tira por las bandas. Lo miro mucho y trato de aprender de él porque me encanta su juego”.

Dice que “tengo que trabajar la cuestión mental y se lo agradezco al profe Pablo, que me habló mucho”. Sobre el viaje, dijo que “extrañé un poco, me sorprendió el respeto de la gente. Un jugador de Primera que entraba en el lugar donde estábamos, venía a saludarnos. Sobre la ciudad, me llamó la atención el orden y el respeto. El club es maravilloso, el fútbol es táctico y me sorprende que juegan siempre a un toque”.

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Fantín con la camiseta que le regaló Matías Suárez y Cavallaro con otra del Anderlecht. Son una promesa en Unión. Foto: Pablo Aguirre

Matías Fantín

Es más chico que Cavallaro, tiene 16 años y está en Unión desde hace tres años procedente de Barranqueras, provincia de Chaco. “Yo jugaba en una escuelita humilde, llamada Sol de Mayo, y vinimos a jugar a Santa Fe. Nos tocó hacerlo en el 15 de Abril y me convocaron. El que me llamó fue Gorosito, habló con mi viejo y decidimos que venga”.

Su vida no fue tan fácil, era muy chico y de vez en cuando se iba a Barranqueras a visitar a su familia. “Siempre me gustó jugar de doble cinco más adelantado, como juega Ortigoza”, señala Matías. “Como Verón”, refrenda Frutos. Reconoce que le gusta jugar más suelto y no depender de la marca. Al igual que Cavallaro, extrañó un poco en el viaje, pero estaba más acostumbrado a separarse de la familia. “Me encantó la experiencia europea, me sorprendió el respeto. Nos hicieron sentir muy bien”, dijo el juvenil.