Editorial

Sedentarismo y mala alimentación: un cóctel peligroso

Un alto porcentaje de chicos y adolescentes tienen sobrepeso y, entre menores de 5 años, la cifra es menor pero igual de alarmante, porque ya a esa temprana edad manifiestan riesgo de obesidad. El diagnóstico es de una gravedad que tal vez no sea ponderada en su justa medida por la sociedad en general, aunque es tema de preocupación y debate entre profesionales de la salud, y va ganando espacio en los medios de comunicación. También en este diario, que semanas atrás se hizo eco de esta problemática.

Una pregunta obvia podría ser cómo es posible, salvo que se presenten patologías específicas, que los niños acusen tempranamente los efectos del sedentarimso y la alimentación inadecuada, combinación que no es propia de un nivel económico sino que atraviesa todos los estratos sociales.

Un ritmo de vida que deja menos tiempo para cocinar, mayor accesibilidad a los alimentos preparados y por lo general saturados de sal y azúcar, poca conciencia sobre la necesidad de una alimentación sana y, menos aún, de la importancia de que la actividad física esté incorporada desde los primeros años -aunque no sea de manera programada y se limite a la sana costumbre de ir a jugar a una plaza- conforman un riesgoso cóctel que incide sobre la salud de niños y niñas, y se proyecta luego a la vida adulta.

Precisamente, en el otro extremo, una encuesta nacional indica que más de la mitad de los argentinos no realiza ninguna actividad física o lo hace sin sostener una rutina. Es decir, de manera insuficiente y sin tener en cuenta que la vida sedentaria está considerada, junto al tabaquismo, la hipertensión y el colesterol elevado, un factor de riesgo para la salud.

La evaluación que realizan especialistas no deja lugar a dudas, aunque puedan existir matices sobre las razones de este fenómeno, que supone un desafío para la salud pública. La cuestión es qué alternativas se buscan para revertir la tendencia. Una de ellas puede ser la incorporación de cantinas saludables en las escuelas, que aseguren una oferta de alimentos apropiados para el desarrollo de niños y jóvenes. La iniciativa ya obtuvo hace tiempo media sanción en Diputados y un impulso en el Concejo municipal, pero aún no logra llevarse a la práctica.

Otra propuesta que se puso en marcha y encontró buena recepción en la ciudad es la posibilidad de contar con espacios destinados a la actividad física sin costo y de transportarse en bicicleta, así como en su momento fueron las ciclovías y el circuito aeróbico del Parque del Sur. Todo esto sumado, sin dudas, a la numerosa cantidad de gimnasios y centros destinados al acondicionamiento físico. No obstante, todavía falta mucho por hacer y el factor cultural y educativo parece clave en la modificación de los datos que hasta ahora se vienen difundiendo.