Al margen de la crónica

Alegría y frustración en Huesca

El “Gordo” de la legendaria Lotería de Navidad de España fue vendido este año íntegramente en la pequeña localidad de Grañén, en la norteña provincia de Huesca, pero sólo pocos de los aproximadamente 2.000 habitantes del modesto pueblo salieron a la calle para festejar con champán su increíble suerte.

El número mágico, 58.268, dotado con la cantidad récord de cuatro millones de euros (5,2 millones de dólares) fue vendido en su totalidad en la Administración de Lotería número uno de Grañén, pero casi todos los billetes terminaron en manos de personas que no viven en esta deprimida población de la región de Aragón.

El premio fue a parar en su mayor parte a bares en la ciudad de Huesca, capital de la provincia homónima, y a la Asociación de Amas de Casa de Sodeto, población próxima a Grañén. En el bar “Carlitos” de Huesca, regenteado por una familia de inmigrantes rumanos, se desató la locura cuando a las 09:57 horas los niños María José Posligua y Johan Fernández, del Colegio de San Ildefonso en Madrid, “cantaron” en el Palacio de los Congresos el “gordo más gordo” de la historia. Los dueños del bar habían vendido 38 series del “Gordo”.

Los poseedores de un décimo del primer premio, casi todos trabajadores de escasos recursos, se olvidaron de golpe de los duros efectos de la crisis para dar rienda libre a su euforia por haber sido agraciados cada uno con 400.000 euros, para muchos de ellos casi 30 veces más de lo que ganan trabajando en un año completo.

Pero la alegría también estalló en la lejana provincia de Murcia, en el extremo sureste de España, adonde habían viajado diez décimos del “Gordo” que un camionero había comprado hace un mes en Grañén por encargo de compañeros de trabajo de una empresa de la localidad murciana de Molina de Segura. El camionero, desde luego, fue recibido como un héroe cuando acudió a festejar con sus compañeros, quienes lo bañaron de cava hasta dejarlo empapado.

En Grañén, por el contrario, muchos vecinos no pudieron ocultar su gran frustración ante la prensa, maldiciéndose de no haber comprado a escasos metros de sus casas el numero mágico que les hubiera sacado de golpe de sus precarias condiciones económicas. Muchos de los vecinos desafortunados se encerraron en sus casas tras caer el “Gordo” para digerir su rabia o para no tener que soportar expresiones de burla o compasión pasando por las calles del pueblo.

En muchas otras localidades se repitieron como todos los años las escenas de júbilo con las que se celebran los mayores premios del sorteo más grande y más antiguo del mundo, que este año repartió ganancias de unos 2.700 millones de euros. Este volumen es un 0,5 por ciento menos que en 2010, debido a que muchos invirtieron a causa de la crisis menos dinero en la compra de billetes, aunque la misma crisis motivó esta vez a más españoles a adquirir décimos cifrando su esperanza en la lotería como única esperanza para una vida mejor.