Exportaciones

La puerta chilena al mundo

En virtud de los tratados comerciales alcanzados, Chile puede reexportar productos que importa, luego de agregarles valor nacional. Por eso está buscando industrias argentinas interesadas en ese circuito.

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Boeninger. “Unir nuestra experiencia exportadora con la enorme capacidad productiva de la Argentina”.

Foto: El Litoral

 

Félix Canale

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En una breve visita a la ciudad de Santa Fe, Iris Boeninger, funcionaria de la embajada chilena en la Argentina, expuso ante un grupo de industriales de nuestro medio un plan adelantado por ProChile para facilitar las exportaciones argentinas.

ProChile es una organización auspiciada por el gobierno del vecino país, precisamente para fomentar las ventas externas. Ahora, entre los nuevos objetivos, figura detectar productos argentinos semielaborados, que exportados a Chile (con arancel promedio inferior a 1 por ciento) y tras algún proceso que agregue valor en aquel país, puedan reexportase a distintas regiones del mundo.

Este mecanismo se apoya fundamentalmente en los 21 acuerdos comerciales que la nación trasandina mantiene con 58 países (que en conjunto representan a unos 4.100 millones de potenciales consumidores) a los que puede exportar con aranceles muy bajos.

Entre las decenas de ejemplos mostrados por Boeninger, los productos exportados desde Chile, tienen una rebaja de 93,8% en los aranceles de ingreso a China, 96,7% en la Unión Europea, 90,7% en EE. UU. y 95,5% en los países signatarios del Nafta.

Alianzas

“Este nuevo paso de la política comercial de Chile tiene como principal objetivo lograr un mejor aprovechamiento de las oportunidades comerciales generadas por nuestra red de acuerdos. Consiste en lograr alianzas empresariales con nuestros socios comerciales, en este caso con la Argentina, en el desarrollo productivo de bienes. Unir nuestra experiencia y facilidad exportadora con la enorme capacidad productiva de la Argentina.”, explica la funcionaria.

Esas particulares fortalezas individuales tienen, además, una ventaja que es la vecindad limítrofe. Chile y Argentina comparten una frontera de 5.308 kilómetros, que del lado argentino corresponde a 11 provincias que representan el 13,6% del producto geográfico bruto de nuestro país.

A lo largo de esa línea se han constituido 8 comités de integración. En uno de ellos, Atacalar (que corresponde a la región de Atacama, en Chile), concurren las provincias argentinas de Santa Fe, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Córdoba y Santiago del Estero.

“Lo que queremos es que ahí se encuentren las contrapartes adecuadas para ver de qué manera se originan negocios conjuntos. Lo que estamos buscando son bienes intermedios argentinos para que tengan un proceso complementario en Chile. No estamos pensando en materias primas porque sería más de lo mismo. La idea es ‘desprimarizar’ las canastas de exportación”, define Boeninger.

El resto del mundo

Argumenta Boeninger: “El Mercosur no tiene tratados de libre comercio a escala mundial, de modo que, en general, su esfuerzo exportador es intrazona. Nuestra propuesta es que los países que son nuestros socios comerciales aprovechen las facilidades exportadoras que nosotros hemos venido armando desde 1974.”

Algo a tener en cuenta es que la Argentina está con la capacidad productiva ocupada en alrededor de 80 por ciento y, en gran proporción, orientada a suplir el mercado interno. Para seguir creciendo se requieren nuevas inversiones, pero para ello es necesario ampliar mercados.

Esa necesidad puede solventarse con un gran esfuerzo individual de gestión comercial exterior de la Argentina (hoy, en una coyuntura de crisis mundial) o buscando alianzas con quienes ya tienen acuerdos de libre comercio, en este caso Chile.

Próximo paso

Más allá del entusiasmo que pone al hablar del proyecto, la funcionaria admite que se trata de un trabajo de largo aliento donde hay mucho por hacer. En principio, deben estudiarse las matrices productivas tanto de regiones como provincias (en Argentina y Chile) y a partir de ese conocimiento realizar un diagnóstico de oportunidades.

Para dicha prospección es indispensable la participación del sector público (de hecho, la funcionaria chilena fue invitada a la ciudad de Santa Fe por el ministerio de gobierno provincial), pero también una actitud activa por parte de municipios, cámaras industriales regionales y potenciales exportadores individuales.

“Yo ya estuve varias veces en Rosario, donde poco a poco se está constituyendo un grupo interesado en el proyecto. Ahora vine a Santa Fe, tratando de ampliar la convocatoria”, explica Boeninger.

En principio, la búsqueda de ProChile ha logrado casos exitosos en una profusa gama de productos y sectores que incluyen madera, muebles y puertas; cueros y calzados; algodón; preparaciones alimenticias; plásticos; jugo de naranja: productos químicos; preparaciones para la alimentación infantil; tejidos de lana peinada o pelo fino; preparaciones capilares; funguicidas y productos metalmecánicos semielaborados.

El listado anterior no agota las posibilidades. En esta primera aproximación a la región, el punto de contacto para los interesados es la Agencia para el Desarrollo (Ader), filial Santa Fe.