A dos meses del crimen

Los padres de Marcos Benítez aguardan una decisión judicial

El juez en feria, Nicolás Falkenberg, deberá resolver la situación procesal del único detenido por el asesinato del chico de 10 años, ocurrido el 23 de noviembre de 2011 en El Arenal.

Juliano Salierno

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Hoy se cumple el segundo mes de cometido el crimen del chico de 10 años de El Arenal, Marcos Benítez. Tras una ardua investigación emprendida por el juez de Instrucción Quinta, Darío Sánchez, quedó detenido el único acusado por los escasos testigos, y hasta el día de hoy permanece tras las rejas, aguardando que se resuelva su situación procesal.

La muerte de “Marquitos” -como le decían en su casa-, puso de relieve una vez más los constantes enfrentamientos armados entre bandas, “moneda corriente” en varios puntos del barrio San Lorenzo, asegura el padre de la víctima, Pablo Benítez.

A fines del año pasado hubo batidas con cuantiosas detenciones, muchos de ellos sindicados miembros de las bandas “Los Maraqueros” o la del “Gauchito Gil”, entre otras menos afamadas.

Ocho personas estuvieron una semana privadas de la libertad en el marco de la causa, pero finalmente recibieron “falta de mérito”, dado que nadie pudo dar crédito de que tuvieran responsabilidad en la muerte de Marcos.

Pero para ese entonces todavía faltaba detener a uno de ellos, al parecer el principal sospechoso de haber gatillado cuando los chicos estaban en la vereda.

Prófugo tras las rejas

Tras la captura de Marcelo L. la policía anunció con satisfacción el esclarecimiento del hecho, no obstante en los Tribunales locales la noticia fue tomada con suma cautela.

El juez Sánchez indagó al acusado, que contó con la defensa técnica del abogado Ignacio Ferreyra. En aquella oportunidad, el reo negó la imputación hecha por la Justicia y se excusó diciendo que el día del crimen había estado trabajando en una chanchería de Santo Tomé.

En una poco creíble explicación, el acusado dijo que no sabía del pedido de captura que pesaba en su contra y que se enteró de casualidad, cuando su hermano fue arrestado en el marco de otra investigación.

Si bien reconoció que tres meses antes estuvo viviendo en la zona de El Arenal, desde un tiempo a esta parte estaba en la casa de la mamá con su mujer. A propósito del fatídico 23 de noviembre, se defendió diciendo que se encontraba trabajando; apoyado por un testigo que reafirma que ese día estuvieron juntos entre las 19 y las 24.

Más allá de esas declaraciones, los padres de Marcos -Pablo y Mabel- confían en la labor de la Justicia. La causa pasó del Juzgado de Sánchez al de Instrucción Octava, de Jorge Patrizi, pero por la feria judicial de enero, la resolución pendiente estará a cargo del juez Nicolás Falkenberg, actualmente en turno.

Ampliaciones

El mismo Falkenberg le tomó una ampliación de declaración testimonial al matrimonio Benítez el viernes pasado, dado que al analizar el expediente se encontró con marcadas diferencias entre la versión en sede policial y sus primeras declaraciones en Tribunales. Además, el magistrado le tomó declaración a “una testigo de identidad reservada y a un vecino, dueño de la casa donde estaban los chicos”, indicaron fuentes tribunalicias.

“No confío en la policía”, dijo Benítez. El hombre de 40 años, que lava y cuida coches en la playa de estacionamiento de San Jerónimo y Amenábar, asegura que tiene sobrados motivos para decir eso y que ahora espera una respuesta de la Justicia.

“El juez me dijo que esta semana tiene que decidir la situación procesal de este chico”, refirió el hombre y pidió “que no se olviden de Marquitos y que se haga justicia”.

Entre las consecuencias lamentables del suceso, Benítez agrega que “todos estamos muy mal, en cada cosa que hacemos hay un recuerdo de él. Mis hijos están mal, los más chicos preguntan dónde está Marquitos, cuándo va a venir”.

“Y los chicos preguntan porque son inocentes”, continúa el padre, que si bien está más tranquilo, porque ahora, en vacaciones, “se fueron a la casa de mi suegra pero no quieren volver”. “Mis chicos no quieren volver a mi casa por el temor que tiene y están con psicólogo. Es duro para todos pero yo tengo que estar fuerte porque soy el pilar de la familia”, agregó.

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Pablo Benítez, papá de Marcos, se gana la vida cuidando y lavando coches en la playa de estacionamiento de Casa de Gobierno. Foto: Amancio Alem

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Marcos tenía 10 años cuando una bala perdida lo alcanzó en el frente de su casa. Foto: Archivo El Litoral

“A los tiros desde el fondo”

Marcos cursaba el cuarto grado en la Escuela Pascual Echagüe. Tenía 10 años y estaba con su hermano de 14 en la vereda, tomando un jugo, cuando de repente empezaron a oírse los disparos.

“Ese 23 de noviembre, a las 4.30 de la tarde hubo un tiroteo; y a la noche estaban comiendo con el hermano, las dos hijas del vecino y el matrimonio. Justo estaban los más chicos míos que se volvieron y cuando mi señora lo llama a Marquitos y a Juan, le dicen que ‘terminamos el jugo y nos vamos’. Cuando estábamos entrando sentimos que venían a los tiros desde el fondo”, relató el padre del menor. La tragedia se consumó a las 23.15 y fue “al boleo, no es que fuera un tiroteo”, dijo categórico.

“El barrio no cambió. Anoche estábamos sentados ahí afuera y andaban con revólveres en la mano y estaba lleno de criaturas. Y esto sigue, nadie pone límites”, denunció Benítez.

Por amenazas.

Pablo Benítez denunció en la Fiscalía del Dr. Jorge Andrés, un hecho que lo preocupa y atemoriza. Según dijo ente la Justicia “el padrastro del detenido fue el 31 de diciembre a mi casa para amenazar a la chica que salió de testigo”. Dice que la intención es amedrentarla para que cambie la versión y mejorar la situación del detenido.