Tensiones con Brasil

Según Fernando Pimentel, ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, la relación económica con la Argentina es “un problema permanente”. Algo parecido opinan los funcionarios uruguayos, quienes no se cansan de reprocharle al presidente Mujica que no se decida a tomar alguna iniciativa contra el gobierno argentino que pareciera empeñado en no respetar la legislación del Mercosur.

Pero en rigor hay que decir que no sólo los uruguayos y brasileños están fastidiados por las innumerables trabas comerciales que impone el gobierno argentino; también han manifestado sus quejas naciones tan dispares como Estados Unidos, España. México y China.

Acerca de los países desarrollados habría que decir que si bien el comercio argentino por su tamaño no afecta de manera importante sus economías, existe el comprensible temor de que el ejemplo proteccionista -al que funcionarios locales como Guillermo Moreno parecen adherir religiosamente- se extienda, y su expansión profundice el actual proceso recesivo como ocurrió -con las diferencias del caso- en 1929/30.

De todos modos, no se puede desconocer que ya hay señales más que evidentes de que las naciones afectadas intentarán protegerse de la crisis levantando sólidas barreras proteccionistas para sostener a sus burguesías locales y el mercado interno. Esta tendencia se profundiza cada vez más, con independencia de las declaraciones a favor del libre comercio que hacen los mandatarios, incluido el gobierno argentino.

Queda claro que la Argentina no es el único país donde sindicalistas y burgueses nacionales reclaman la protección de su gobierno a contramano de la legislación vigente en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Algo parecido está ocurriendo en la mayoría de los países latinoamericanos, para no mencionar a los Estados Unidos y a la Unión Europea, donde existe la certeza de que la globalización provocará efectos negativos sobre sus economías. Es que cada día se vuelve más difícil competirtir con países asiáticos que disponen de mano de obra muy barata.

En nuestro caso, corresponde decir que por ser la Argentina un país agroexportador, está menos expuesto a las represalias que los países que dependen de la exportación de productos industriales. El dato merece tenerse en cuenta, aunque no debe subestimarse la hipotética decisión de un gobierno como el de China de reducir las compras de soja o maíz, con los perjuicios que ellos provocaría en nuestra economía.

En ese contexto, lo más prudente para la Argentina sería mantener en buen nivel las relaciones con Brasil. Es más, si hacia el futuro los bloques regionales tienden a consolidarse, queda claro que la relación económica con nuestro vecino será clave para nosotros. Dicho con otras palabras, sería deseable que el gobierno argentino tienda puentes al lobby paulista, tarea que no será del todo fácil atendiendo el carácter belicoso y pendenciero de los funcionarios que manejan el intercambio comercial.