Historias escritas sobre el ring

Piceda, el talentoso al que llamaban Kid Noli

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Amelio Piceda, otro de los históricos valores del boxeo santafesino. Todos los recuerdan como un grande del ring. Ilustración: Lucas Cejas

Sergio Ferrer

Amelio Constantino Piceda fue un grande del boxeo nacional. Rosarino por arraigo y por adopción, en realidad era originario de la localidad de Las Toscas, bien en el norte santafesino, lugar donde había nacido el 25 de junio de 1917.

Lo apodaban Kid Noli y ocupa, según las referencias que brindan los especialistas, un lugar de altísimo rango en la consideración general de boxeadores argentinos de todos los tiempos. Para que se den una idea de las condiciones que poseía este hombre, diremos que Piceda podría ubicarse entre los quince o veinte mejores peleadores argentinos de la historia y entre los cuatro welters argentinos más sobresalientes.

Justamente, no son pocos quienes creen que en esta última escala de valores sólo fue superado por el panameño nacionalizado Luis Federico “El Negro” Thompson, estando a la misma altura o mejor ubicado quizás que Jorge “El Torito de Pompeya” Fernández y Ramón La Cruz.

Quienes los vieron pelear a todos entienden que el nivel de Carlos Baldomir, por citar un ejemplo actual, está por debajo del de aquéllos, aunque al “Tata” hay que reconocerle el mérito enorme de haber sido el único argentino campeón mundial en el casillero de las 147 libras (66,678 kilogramos), con consagración “contra todo pronóstico” incluida (lograda, además, en Estados Unidos, la meca del boxeo universal).

Como un péndulo

Para tratar de describir a Piceda (que fue pugilista profesional entre 1939 y 1951), se puede agregar que alcanzó los umbrales de la perfección técnica en el paso de la defensa al ataque, algo que no es fácil de conseguir.

Elegante, ortodoxo y fino a la hora del esquive, se volvía insidioso y molesto al momento de la réplica, ya que cuando avanzaba lo hacía agazapado, pero moviéndose de lado a lado y haciendo cintura, dejando “de vuelto” varios ganchos y cross. Es decir, se balanceaba como si fuera un péndulo, en forma perecida o al mejor estilo del “pick and roll” que tanto le elogian ahora a Nonito “Flash” Donaire, aunque el filipino por lo general lo hace sin completar la traslación (porque simula que sale, pero vuelve y saca ráfagas de golpes rectos).

De igual modo, en determinados aspectos podría decirse que Piceda -que era diestro- fue precursor del modo de pelear que luego mostrarían contragolpeadores como Horacio “Roquiño” Accavallo, Carlos Salazar y Omar Narvaes, los tres grandes creadores claros dentro de los referentes del pugilismo autóctono, todos ellos zurdos.

Lamentablemente, existen muy pocas imágenes que ayuden a componer a este personaje en su faceta arriba del ring , aunque en Internet se puede apreciar algo a través de una edición del noticiero Sucesos Argentinos, en la que se ven pasajes de uno de sus empates con Guillermo López (pelearon en 7 ocasiones, con 4 victorias para Piceda y 3 tablas).

Sin llegar a ser un pegador de calibre -sus triunfos antes del límite totalizan apenas un “puñado”, 3 sobre 48-, Amelio despertaba mucho entusiasmo en el aficionado, que pagaba gustoso la entrada porque sabía de su estirpe y de sus agallas.

Con muchas virtudes

Si tuviéramos que elegir, al azar, sólo un par de frases para calificarlo, nos quedaríamos con estas: “Fue una maravilla plástica, de grandes cualidades técnicas, movimientos armoniosos y virtuosismo; era bastante completo, buenísimo; palabra mayor”.

Habrá que confiar en dichas apreciaciones y creer que Piceda fue realmente un peleador de quilates, porque las anteriores palabras pertenecen a Julio Vila y Amílcar Brusa -en ese orden-, dos personas que lo vieron pelear, muy conocedoras “del paño” por cierto y más que criteriosas a la hora de brindar una opinión.

Brusa siempre decía que él había estado en el festival de boxeo que se hizo en el Luna Park a favor de los damnificados del terremoto de San Juan del 15 de enero de 1944, velada en la que los púgiles donaron sus bolsas como contribución solidaria.

Esa jornada fue histórica, ya que en ella empezó a sellarse a fuego la relación entre Juan Domingo Perón y Eva Duarte (para las efemérides peronistas la reunión de la colecta fue el 22 de enero; para algunas fuentes boxísticas el 28).

“Allí estaban todos: Perón, Evita, Alberto Lovell y el chileno Arturo Godoy, quien donó 5.000 pesos de aquel tiempo, pero no pudo evitar el abucheo del público, que no le perdonaba haberle ganado a Luis Ángel Firpo cuando éste estaba en la mala”, rememoraba Amílcar hace unos años.

Piceda empató aquella noche con Domingo Archino en pelea muy disputada; meses más tarde, el 20 de mayo para ser más precisos, Amelio volvió a enfrentar al mismo oponente y perdió por puntos en doce capítulos, dejando así la condición de imbatido en el que era su combate número 41.

Su noche impecable

Piceda quedó definitivamente marcado en los anales del boxeo criollo al quitarle la condición de invicto, de manera magistral y fuera de toda discusión, al entonces ascendente y pujante Eduardo “Nocaut” Lausse, una de las promesas más serias de entonces. También conocido como “Zurdo”, Lausse contaba con 20 años de edad y llegaba precedido de una seguidilla de 17 victorias, 15 de ellas por la vía rápida. Tras doce episodios erráticos e imprecisos, Lausse debió escuchar cómo los jueces dictaban, a manos de un eximio estilista, el fin de su foja de servicios con cero derrotas.

El match tuvo lugar el 6 de diciembre de 1947, también en el Luna Park. Piceda, que estaba al borde del retiro, llevó a cabo una faena prácticamente ingobernable para Lausse, quien después de dicho descalabro mejoró de manera ostensible su boxeo, subió de peso y se convirtió en uno de los más grandes medianos que alguna vez cobijó Fistiana.

Al bajar del ring Amelio dijo adiós. Un adiós que en definitiva fue “hasta pronto”, porque estuvo inactivo un tiempo, pero volvió en 1951. Falleció el 3 de marzo de 1985, en Rosario.


Detalles de un récord notable

Entre el 20 de diciembre de 1939 y el 7 de abril de 1951, Amelio “Kid Noli” Piceda hizo un total de 66 peleas como púgil profesional, aunque hay que hacer la salvedad de que estuvo ausente del cuadrilátero durante los años 1948, 1949 y 1950.

Tras el regreso a la actividad, su registro final quedó en 48 peleas ganadas (3 KO), 4 perdidas y 14 nulos, entre los empates y los sin decisión. En su primer combate le ganó por abandono en la sexta vuelta a Enzo Rolla en Rosario.

En el último, realizado en Buenos Aires, superó por puntos en doce rounds al español José Alamo Medina. Fue campeón argentino welter entre el 12 de febrero de 1944, cuando le ganó a Guillermo López por decisión en quince episodios en el Luna Park, hasta el 14 de abril de 1949, cuando renunció al título.

Expuso y retuvo dicho cinturón en tres oportunidades, ante el excelente Mario Díaz, Domingo Archino y Guillermo “La Vieja” López, tres de sus más enconados oponentes (el otro fue Francisco Suárez, “El Expreso Payucano”). Sus vencedores fueron el propio Díaz, Archino, el chileno Antonio Fernández y Alfonso Senatore.

De todos supo tomarse desquite, excepto con el trasandino, puesto que primero empataron en Argentina y luego cayó derrotado en Chile. A Díaz y Archino les ganó dos veces a cada uno, mientras que a Senatore una. Con Díaz también tiene dos empates (pelearon cinco veces en total) y con Archino uno. Sus “ejecuciones” mejor logradas, por la calidad de los rivales, fueron las victorias contra el mexicano Kid Azteca (Juan Villanueva Páramo) y Eduardo Lausse. También se recuerda mucho su empate con otro as del boxeo como conjunción de esgrima y viril arte: el mendocino Antonio Lucero, más conocido como Kid Cachetada.