Calcos familiares: el significado sociológico detrás de la moda

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Invasión de stikers. Llevar “pegada” a la familia en el auto ya es un boom entre los santafesinos.

Foto: Amancio Alem

El boom de los family stikers en la parte trasera de los autos revela una necesidad de simplificar las intrincadas tramas, tensiones y conflictos que afronta la estructura familiar actual, según una especialista. En Santa Fe, los apliques se venden sin parar.

 

Luciano Andreychuk

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¿Moda pasajera y naïf? ¿Exaltación exhibicionista que busca mostrar la familia feliz e “ideal”, más allá de las disfuncionalidades y conflictos de la familia “real”? ¿Peligrosa exposición de datos para eventuales secuestradores avezados en la habilidad de dilucidar información valiosa y utilizarla en sus fechorías (ver El dato)? Quizás un poco de todo esto tienen esas simpáticas calcomanías con las siluetas de la familia -o family stikers- que hoy han invadido las partes traseras de los autos de la ciudad, sin discriminación de colores ni de modelos: pobres con sus oxidados vehículos pasados de época y ricos con sus ostentosos alta gama, todos portan con orgullo las pegatinas.

Que son una moda y un fenómeno comercial, eso no se discute. En un local del shopping La Ribera, una empleada estimó que las ventas de calcos familiares aumentaron en los últimos dos meses un 40% respecto del año pasado. En otro negocio de la terminal de ómnibus, la estimación fue de más de 100 calcos vendidas por semana. Salen sin dar respiro, como pan caliente. Y la oferta se diversifica: además del papá y la mamá caracterizados con sus oficios o hobbies -o de la pareja de novios, o del soltero/a, dependiendo de cada caso-, aparecen los stikers de los hijos, los abuelos, se incluyen las mascotas populares -perros y gatos- y también las más exóticas: pececitos, loros, tortugas, conejos y hasta serpientes.

“Son un boom. Vendemos mucho más que el año pasado; ahora se están imponiendo las de colores. Vienen los muñequitos con las camisetas de Unión o de Colón. Dicen que si alguien tiene en el auto un family stiker con la camiseta de su equipo favorito, puede que pase un hincha del club rival y le raye el auto. Lo cierto es que esos modelos se siguen vendiendo”, asegura a El Litoral la empleada de un local donde las calcomanías se venden sin parar.

Los costos varían en función de la calidad de cada calcomanía. Una pieza individual puede costar de 5 hasta 15 pesos (la pareja cuesta 14 pesos). Y las mascotas salen 4 pesos. Las calcos son de un plástico especial, y las siluetas están hechas de una tinta UV resistente al sol, lluvia y lavado. El dibujo está impreso sobre una laca resistente, que garantiza durabilidad. Dicen que los family stikers llegaron importados de Australia hace ya un par de años. Pero el fenómeno explotó este último verano: como si fuesen condición ineludible para salir a vacacionar, las calcos se ven en los autos que circulan por las sierras cordobesas, al sur y al noroeste, en la costa atlántica.

Simplificaciones

Más allá del fenómeno comercial de las calcomanías, la moda puede interpretarse desde un enfoque sociológico. Esto de llevar “pegada” a la familia a todos lados pareciera reflejar algunas representaciones valorativas que tienen los santafesinos respecto de la figura de la familia. Además, para la socióloga Virginia Trevignani, esas calcomanías son “(...) un acto de búsqueda de certidumbre en contextos complejos (ver Retratos de familia)”. Esto es, que representan una necesidad inconsciente de querer simplificar -y de mostrar esa simplificación con un stiker- las complejidades que enfrenta la estructura familiar contemporánea: convivencia, rutina y estrés laboral, tensiones maritales, las conflictividades en el vínculo con los hijos, etc.

Quizás detrás de esos apliques anidan ciertas percepciones y subjetividades del santafesino medio sobre un ideal de familia. Esto es, la representación de cómo se ve -y se quiere mostrar- al grupo familiar; la necesidad inconsciente de mostrar la familia “bien conformada”; una necesidad de exhibir cierta idealización de la “familia feliz” que no necesariamente -o mejor, que rara vez- se condice con la idea de “familia real” versión siglo XXI, con todo su entramado de complejidades.

“Las mujeres las compran para marcar su territorio”

Josefina (22) trabaja desde hace un tiempo en un local del shopping La Ribera. Vende family stikers “como pan caliente”, afirma. “Quienes entran a comprar las calcos son las mujeres principalmente, aunque los maridos se quedan afuera esperando”, revela el perfil del comprador. Se buscan principalmente a la familia completa: papá y mamá caracterizados según sus oficios (si el papá es médico, aparece con el maletín y un estetoscopio; si la mamá es docente, con el guardapolvo), y los hijos con sus hobbies (con una patineta, con una pelota de fútbol, etc.).

Los que no tienen pareja también pueden reivindicar la libertad de la soltería. “Son los menos, pero también vienen a comprar, y casi siempre se llevan otra calco de sus mascotas”, dice Josefina. ¿Moda o exaltación exhibicionista del ideal familiar? “Creo que hay un poco de las dos cosas. Hoy son un boom de ventas. Pero también creo que tienen que ver con reafirmar y cuidar algo: por ejemplo, muchas madres los compran porque quieren marcar y delimitar territorio. Me explico: quieren mostrar que ya tienen una familia y sobre todo un marido, ante la eventual amenaza de otras mujeres”, dice y sonríe.

 
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“Son sólo una moda”, asegura el comerciante Silvio Bercezio.

Foto: Amancio Alem

“Llegué a vender unas 100 calcomanías por semana”

“Es impresionante la cantidad de family stikers que estoy vendiendo desde octubre: más de 100 por semana”, afirma sorprendido Silvio Bercezio (40), del local El Ático, en la terminal de ómnibus. “Vienen importados de Brasil. Hay variantes de todo tipo: papá y mamá, niños y adolescentes, y todo tipo de mascotas. Lo que más se vende por lejos es el grupo familiar completo. Casi siempre vienen las mamás a comprar”, explica.

Para el comerciante “son una moda, nada más que eso. Tendrán vigencia este año, y quizás el que viene.

Pero luego se cortará la moda y nadie se acordará de las calcomanías. Hoy es impresionante la cantidad que vendemos.

Un fanático de las mascotas vino una mañana y se llevó 14 calcos de perros. ¡Catorce! Hay gente para todos, y hay gustos para todos”, asegura.

/// el dato

¿Son peligrosas?

Expertos en seguridad advierten que las calcos de familia exponen en público demasiada información sensible del grupo familiar, al revelar profesión y hobbies de cada integrante (por ejemplo, la madre vestida de enfermera, el padre de traje, etc.). Aseguran que esos datos tan específicos sobre cómo está compuesta una familia y a qué se dedican sus miembros -junto al número de patente- puede ser usado por delincuentes para, por ejemplo, realizar secuestros virtuales y otros delitos que sólo requieren del acceso a la información sobre la vida cotidiana de las personas.

ESPECIAL PARA EL LITORAL

OTRA MIRADA

Retratos de familia

Virginia Trevignani

De un reciente viaje familiar me traje una foto que emula aquellos tradicionales retratos de familia ampliada. Mientras elegía qué ponerme en medio del diverso vestuario, pensaba en la complejidad de relaciones sociales que emanaba de aquellas fotografías. La autoridad paterna, el hijo díscolo, la esposa infeliz; el poder militar, religioso y económico encarnados en cada figura; la mujer de dudosa reputación y la vieja tía psiquiátrica. Pensaba también cuánto ha crecido esa complejidad en las familias actuales; e intentaba imaginar la forma que tendrían los retratos que pudieran representar las múltiples configuraciones familiares que emergen hoy.

La sociología contemporánea ha prestado atención a esa nueva complejidad y a las transformaciones acontecidas en la familia. La evolución de los indicadores socio-demográficos como la participación de las mujeres en el mercado laboral, el alto índice de divorcios, el descenso de la tasa de natalidad, la postergación de la formación del hogar propio y de la edad al tener el primer hijo, la emergencia de contratos conyugales informales y de hogares unipersonales, han sido interpretados por los científicos sociales desde claves explicativas antagónicas. Algunos sociólogos hablan de un proceso de debilitamiento de las estructuras familiares; otros consideran que dichos indicadores dan cuenta de la persistencia de esta institución social.

Más allá del carácter polifónico de estas claves interpretativas, hay cierto acuerdo en considerar que frente al aumento de la diferenciación social, la organización familiar se complejiza, así como también más arduo y extenso se torna el proceso de ajuste de las emociones, que permiten trazar el umbral entre aquello que puede mostrarse y lo que debe ocultarse de las vidas familiares.

Lo que se elige mostrar en esas caricaturas familiares expuestas en los vehículos de uso doméstico, es un cuadro compuesto por piezas móviles que se van agregando una tras otra, conforme al ciclo vital y al crecimiento del tamaño del hogar. Además de la imagen de construcción que emana del armado del rompecabezas de esas pegatinas, lo que llama la atención (y en lo que radica su atractivo comercial) es la simplificación casi naïf del cuadro familiar que compone -finalmente- un mundo privado feliz.

Vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Cómo retratar hoy las nuevas, múltiples y cambiantes configuraciones familiares? Quizás sólo sea posible pensar en retratos familiares dinámicos y removibles, en un escenario hipotético de equilibrio total entre nuestros deseos personales y los propósitos sociales a los que nos debemos. En cambio, en los escenarios reales, necesitamos ocultar las separaciones y la muerte, para quedarnos con la seguridad de esa familia soñada donde las personas quedan amarradas a nuestros corazones como stickers.

Esas calcomanías son un intento de burlarnos de todo aquello que nos arrebata lo deseado, un acto de búsqueda de certidumbre en contextos complejos. Pero así como alguien puede desafiar: (“yo ya armé esta familia, a ver quién se atreve a romperla”), otros titubean: “Si ahora pego a este hombre/mujer a mi lado y luego me separo: ¿debo sacar su sticker?”.

Socióloga de la Facultad de Humanidades y Ciencias (Fhuc) / UNL

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Integración

En un local comercial de nuestra ciudad, una madre pidió una calco “especial” para su hijo en silla de ruedas. Las siluetas no dejan a nadie afuera: nada hace que cada grupo familiar deje de mostrarse unido en la parte trasera del auto.

/// el dato

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/// CURIOSIDAD

En la ficción

The Middle, la exitosa serie de la TV americana, es una muestra prototípica de la familia moderna con toda la trama de complejidades en sus vínculos. Un matrimonio de mediana edad y clase media, con tres hijos (dos de ellos adolescentes), con relaciones disfuncionales y tensiones diarias -filtradas con el humor ligero y los sarcasmos cruzados como mecanismos de defensa- son los elementos centrales de la serie. No es casual que en el avance promocional del canal que transmite la serie (Warner Channel) cada integrante de la familia está representado en un family stiker.

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