Homenaje a dos vecinos de Vera y Pintado

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Foto familiar encontrada entre las pertenencias de Juraj Natafalussy.

La población de Vera y Pintado -departamento San Justo- vio establecerse y desarrollarse a dos inmigrantes: Juraj Natafalussy, de nacionalidad checoeslovaca, y Santiago Luciano Janariz, español de origen.

TEXTOS. GLORIA DAYER DE VANETTI.

En la primera mitad del siglo pasado llegaron al pueblo de Fives Lille para desempeñarse en distintas tareas hombres sin familias, de los que se desconoce el motivo que los llevó a dejar su país de origen. Lo hicieron desde Polonia, Austria, Ucrania, Lituania, Checoeslovaquia, Rusia, España, Italia o Suiza, entre otros. Algunos lograron constituir una familia, otros murieron en soledad. Lo cierto es que poco se sabe de ellos, sólo se conoció su presente en esta localidad, pero formaron parte de la comunidad por muchos años y prestaron de uno u otro modo sus servicios.

Indagando sobre sus orígenes pude rescatar algunas historias de vida, como las de Juraj Natafalussy, de nacionalidad checoeslovaca, y Santiago Luciano Janariz, español de origen. A continuación, publicamos sus historias de vida.

Jorge Natafalussy, para todos “Jorgito”, de nacionalidad checoeslovaca, había nacido el 14 de mayo de 1899 en Nacina Ves, distrito Michalovce, provincia de Eslovaquia. En su país, su nombre era Juraj, que -traducido- responde al nombre de Jorge. Era hijo de Miguel Natafalussy y Ana Arbay, agricultores.

Estaba casado con Zuzana Kadilokova Vybuchanec. Poco se conoce de su vida, sólo que en su país había constituido su familia. Pero se ignoran los motivos que lo llevaron a renunciar a ella: dejó hijos y mujer. Solía recibir fotos y correspondencias de sus familiares.

Según un documento de la Dirección General de Inmigraciones encontrado entre sus pertenencias, había llegado al país en el vapor “Arlanza”, el 31 de enero de 1929, cuando contaba con 30 años. Después de realizar varios trabajos como jornalero ingresó en el ferrocarril, donde fue designado peón permanente en la Estación Francesa de la ciudad de Santa Fe. Tuvo varios destinos antes de llegar a este pueblo.

En la década de 1930 (ya en Argentina) contrajo matrimonio con Anna Sivák. Entre los años 1955 y 1960 llegó trasladado a Vera y Pintado; lo hizo solo. Muchas veces solía acercarme a dialogar con él pero sólo respondía a preguntas intrascendentes y, a veces, lo hacía con un largo silencio.

Se desempeñó en el ferrocarril hasta acogerse a los beneficios jubilatorios. Ya anciano y con las enfermedades propias de la edad fue internado en un hospital de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, donde dejó de existir en abril de 1968. La documentación encontrada entre sus pertenencias, luego de su fallecimiento, como fotografías familiares y personales o su carné de la Unión Ferroviaria, me permitió reconstruir parte de su historia.

HISTORIA DE UN ESPAÑOL

De nacionalidad española, don Santiago Lucio Janariz había nacido en Santiago de Compostela el 14 de agosto de 1890. Llegó a la Argentina en el año 1915, cuando contaba con 25 años.

Se desconocen los motivos que lo llevaron a dejar su país. En 1931 se estableció en el sur y, al poco tiempo, en Pigüe, provincia de Buenos Aires. Allí compró un camión con el que realizaba fletes hacia distintos puntos de esa provincia.

En el año 1935, llegó al pueblo de Fives Lille por primera vez, en compañía de otras personas, para trabajar en la recolección de maíz en campos de colonia La Fina. Regresó luego a Buenos Aires para poner en venta su camión y se radicó entonces definitivamente en esta localidad, en el año 1938.

Se alojó en diferentes lugares que los vecinos le cedían en préstamo hasta que en el año 1948 logró adquirir de la firma La Criolla SAReI un lote de terreno ubicado en la planta urbana, en el que levantó su propia vivienda de material. Llamaba la atención su construcción por la ocurrencia de hacer sobre ella una pequeña habitación con paredes de tela metálica que ocupaba para dormir en los meses de intenso calor. Era una especie de pajarera a la que le daba una buena utilidad.

En el año 1939, el señor José Sacco le había dado la venta de diarios y revistas que tenía a su cargo, trabajo que realizó desde entonces y hasta que su salud se lo permitió.

Hombre de baja estatura, delgado, de envidiable vitalidad pero de gran tozudez, inflexible en sus conceptos, obstinado en sus opiniones. Esto le valió la fama de “gallego porfiado”, al decir pueblerino.

ANÉCDOTAS VARIAS

Algunas anécdotas cuentan que tenía su propia teoría en cuanto a la redondez de la tierra, sostenía que era redonda pero plana como un disco y apabullaba con sus argumentos a quienes estuvieran dispuestos a escucharlo. Cierto día, apareció en un periódico un artículo en el que alguien cuestionaba la teoría en su favor, y algunos, los más condescendientes con sus opiniones, no tardaron en hacérselo llegar. Pero él ya lo tenía en su poder, haciendo alarde de su razonamiento y certeza, jactándose de sus conocimientos.

También decía que la “h” no debiera figurar en nuestro abecedario porque si no se pronuncia no tiene sentido de existir; sólo sirve para complicar la ortografía y para entorpecer aún más a quienes tienen conocimientos básicos de escritura.

Cuestionaba formas verbales con total convencimiento, al punto de aplicarlas en su lenguaje como modificaciones propias de la lengua castellana.

Un día, haciendo alarde de su estado físico, desafió a otros ancianos que se aproximaban a él en edad para correr una carrera. El resultado fue la fractura de su pierna izquierda, motivo por el cual debió suspenderse la competencia. Ya recuperado, reiteró la invitación que no fue aceptada, por lo que ganó por abandono de los demás competidores.

Don Janariz, como lo llamábamos familiarmente en el pueblo, sentía una gran necesidad de hablar; no obstante ello poco se sabe de su pasado, siempre mantuvo su vida privada en absoluta reserva.

Quienes lo conocíamos lo recordamos con su sobada cartera de cuero marrón, colgada de su hombro, luego con su particular carrito recorriendo las calles del pueblo o quizás en una esquina, sosteniendo sus propias teorías.

Pero con sus defectos y virtudes, Don Janariz era una persona querible, jamás se lo escuchó hablar de la gente. Fue por muchos años “el canillita del pueblo”, que sirvió con honradez e intachable conducta, con responsabilidad en el cumplimiento de su trabajo a varias generaciones de hijos de este pueblo. Falleció en el hospital de Calchaquí el 17 de enero de 1974, a los 83 años.

Hoy quise rescatar la memoria de estos personajes de mi comunidad que lograron el aprecio de todos los vecinos. A ellos, mi respetuoso recuerdo a través de estas páginas.

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Juraj Natafalussy y Zuzana Kadilokova en su casamiento en Nacina Vez, Eslovaquia.