La bohemia de Río de Janeiro

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Participantes se reúnen en el bloco de las Carmelitas, tras la apertura del Carnaval de Río de Janeiro.

Pintoresco barrio en una de las colinas que salpican el paisaje de Río de Janeiro, Santa Teresa es un reducto de bohemios y artistas con cierto sabor al Montmartre parisino.

TEXTOS. CARLOS A. MORENO. FOTOS. EFE REPORTAJES.

A semejanza del histórico barrio parisino de Montmartre, Santa Teresa es un refugio de pintores, escritores, escultores e intelectuales, que tienen sus residencias y talleres en las amplias casas de este barrio, que en nada se parece al Río de Janeiro tropical del imaginario mundial.

En el “Montmartre carioca” escribieron algunas de sus obras escritores como Manuel Bandeira y Rachel de Queiroz en el pasado, y ahora lo hacen otros como Lygia Bojunga.

Santa Teresa surgió en el siglo XVIII alrededor de un convento construido en el Cerro del Destierro, y sus pobladores fueron familias de la alta sociedad carioca, lo que, a pesar del paso del tiempo, todavía se percibe en algunas mansiones del sector.

En sus calles estrechas y sinuosas abundan restaurantes y bares, estudios, talleres, galerías y sedes de centros culturales y de organizaciones sociales.

Si al Monmartre llega el “petit train”, por las empinadas “ruas” de Santa Teresa suele circular el “bondinho” (tranvía) que parte del centro de Río de Janeiro y pasa por encima de los Arcos de Lapa, un antiguo acueducto de estilo romano que abastecía a la entonces capital brasileña.

Este servicio, sin embargo, está suspendido desde agosto de 2011 cuando un accidente dejó seis muertos y más de cincuenta heridos; pero las autoridades han anunciado una reestructuración total del sistema y que los viejos tranvías, algunos con más cien años de antigüedad, serán reemplazados a finales de este año por unos modernos que serán instalados por la empresa de transporte público de Lisboa.

Desde Santa Teresa se tiene acceso a una vista privilegiada de la bahía de Guanabara, el puerto de Río de Janeiro y algunas playas de la ciudad, que componen un espectacular paisaje eternizado en las fotografías que los turistas hacen a diario desde el lugar.

Santa Teresa, además, apenas ocupa la falda de un cerro que después se extiende sobre el conjunto de montañas y bosques que convierten a Río de Janeiro en una ciudad enmarcada por el verde de la montaña y el azul del océano.

El espíritu Montmartre del céntrico barrio carioca es explotado por sus habitantes con eventos artísticos y literarios, ciclos de exposiciones y su promoción como polo gastronómico.

DE PUERTAS ABIERTAS

Anualmente, el barrio acoge el “Santa Teresa de puertas abiertas”, un evento de tres días que ya suma 21 ediciones y en el que los artistas abren sus talleres al público para que los visitantes vean de cerca su trabajo, lo que se complementa con exposiciones en varios centros culturales y con un circuito gastronómico.

De más reciente creación es la Fiesta Literaria de Santa Teresa que en 2011, en su tercera edición, atrajo a unos 20.000 visitantes que participaron en cerca de 30 atracciones gratuitas para adultos y niños, relacionadas con la literatura y la bibliografía.

Santa Teresa es uno de los barrios más originales de la ciudad y en la época del carnaval se convierte en punto de encuentro de los amantes de la fiesta, que se suman a un tranvía que por esos días recorre el barrio con músicos a la cabeza de la comparsa “Ceu na Terra” o a la irreverente banda de las carmelitas, que arrastra multitudes y que fue llamada así por un convento de clausura existente en el sector.

Se trata de un barrio lleno de sorpresas que se van descubriendo a medida que el visitante se aventura por sus calles, en las que es posible observar palacetes, reproducciones de castillos medievales, casas centenarias y hasta viviendas a las que se accede por pequeños funiculares propios.

También sorprende por una oferta gastronómica original y variada, que incluye desde salchichas alemanas de fabricación artesanal hasta restaurantes de comidas típicas brasileñas, como la nordestina y la mineira.

Los bares y restaurantes de Santa Teresa han aumentado su clientela desde que la vecina Lapa renació como polo de diversión nocturna, con casas para escuchar y bailar desde samba hasta jazz y tenderetes que atraen a miles de personas todos los fines de semana.

VISITAS IMPERDIBLES

La valorización del barrio como punto turístico en los últimos años, así como la instalación de puestos policiales permanentes en favelas aledañas en las que la violencia amenazaba la tranquilidad, han facilitado la reforma de algunos caserones para su transformación en hoteles de lujo como el Santa Teresa.

El exclusivo hotel boutique Santa Teresa, que pertenece a una red francesa, fue reconstruido en la parte alta del barrio, sobre las ruinas de una hacienda colonial, y desde sus habitaciones y la piscina los huéspedes pueden apreciar una vista panorámica de la bahía de Guanabara y del puerto de la ciudad.

Un buen recorrido por Santa Teresa comienza en Lapa desde donde, siguiendo la ruta de los tranvías, se puede llegar hasta el bar Casa Alto Lapa Santa, uno de los tradicionales del sector, que se encuentra a pocos metros del Largo de Curvelo, punto de referencia para visitar el Parque das Ruinas, una edificación que perteneció a una familia tradicional carioca y donde hoy funciona un centro cultural.

Muy cerca está el Museo Chácara do Ceu, que guarda una ecléctica colección de arte europeo que perteneció al mecenas Raymundo Ottoni de Castro Maia y que incluye pinturas y grabados de artistas como Matisse, Modigliani, Degas, Seurat y Miró, así como una colección de arte brasileño con trabajos de artistas modernos como Guignard, Di Cavalcanti, Iberé Camargo, Antonio Bandeira y Portinari.

Para los buenos paladares es obligatorio un recorrido por la calle Almirante Alexandrino que concentra restaurantes como Espíritu Santa (comida brasileña), Adega do Pimenta (alemana), Bar do Arnaudo (nordestina) y Sobrenatural (mariscos), además del Térèze, del hotel Santa Teresa, situado en la misma calle.

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Otras atracciones

Otra visita imperdible es la zona del Largo dos Guimaraes, que concentra varios restaurantes, talleres y galerías de arte y permite el acceso a pie a lugares como el Cine y Galería Santa Teresa, la acogedora posada Castelinho 38, el centro cultural Laurinda Santos y al Museo Casa de Benjamin Constant, uno de los promotores de la proclamación de la República en Brasil.

Desde el Largo dos Guimaraes el visitante puede seguir hasta el Largo das Neves, en donde está la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves y comienza el Parque Nacional de Tijuca, considerado el mayor bosque urbano del mundo, dentro de cuya área se encuentra el cerro del Corcovado, coronado por la estatua del Cristo Redentor.

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Santa Teresa surgió en el siglo XVIII alrededor de un convento construido en el Cerro del Destierro, y sus pobladores fueron familias de la alta sociedad carioca.

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El barrio acoge el “Santa Teresa de puertas abiertas”, un evento de tres días que ya suma 21 ediciones.

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En sus calles estrechas y sinuosas abundan restaurantes y bares, estudios, talleres, galerías y sedes de centros culturales y de organizaciones sociales.