Postales únicas sobre la Carretera Austral

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El camino invita a recorrer buena parte de Chile, bordeando frondosas selvas, costas increíbles y poblados sorprendentes, y a atravesar el Parque Nacional Queulat, un ITINERARIO que convoca a turistas y aventureros de todo el mundo.

TEXTOS. ALINA POZZOLO. FOTOS. ALINA POZZOLO Y PABLO BENIGNI.

“...Bajo los volcanes, junto a los ventisqueros, entre los grandes lagos, el fragante, el silencioso, el enmarañado bosque chileno...”

Pablo Neruda (El Bosque Chileno)

Mientras escribo esta nota, en los grandes medios nacionales señalan que habitantes de la región de Aysen (Chile) realizan amplios reclamos por una mejor calidad de vida en sus tierras. Recuerdo nuestro paso por allí y las postales que fuimos recogiendo a lo largo de todos los poblados que visitamos: pequeños, con infraestructuras básicas, casas de maderas y distancias amplias entre uno y otro. Sin embargo, la belleza de sus costas y la magia de la ruta que los une los convierten en lugares obligados para todos los viajeros que deciden emprender un camino por la mítica Carretera Austral.

Extensa, rústica pero sorprendente, la Carretera Austral recorre 1240 km. a lo largo de todo Chile. Desde el Sur hasta el Norte se extiende desde Villa O’Higgins -cerca del Campo de Hielo Sur- hasta la ciudad de Puerto Montt (a la altura de San Carlos de Bariloche, aproximadamente). Paso a paso y a medida que el recorrido avanza, uno se va sumergiendo en una región que abarca amplias zonas de selva frondosas, cargadas de helechos que por momentos nos hacían recordar a las selvas misioneras. Pero afuera, los 10º que nos acompañaban nos mostraban una diferencia muy interesante.

UN PASAJE OBLIGADO

Habíamos decidido hacerle caso a aquellos que en varias oportunidades nos habían recomendado recorrer la Carretera Austral, y un paso frustrado por Los Antiguos (en Santa Cruz, luego de no conseguir alojamiento) nos llevó directo hasta Chile Chico, donde las aguas del Lago General Carrera bañan la costa de un poblado de frontera. Un comentario al margen: este lago es compartido con nuestro país, donde se denomina Lago Buenos Aires y por su extensión podría ser considerado el más grande de Argentina. Su costanera y el Monumento al viento se convierten en las visitas obligadas de esta localidad que, pequeña, cobija noche a noche cientos de mochileros y aventurados ciclistas que descienden o comienzan su recorrido.

El camino comenzaba a desbordarnos. A medida que avanzábamos por la ruta sorteábamos sorprendentes poblados, llegábamos a costas increíbles. Bordeamos la costa del Lago General Carrera paso a paso: Mallín Grande, Puerto El Maitén hasta llegar, cuando caía la tarde, hasta las aguas de Puerto Tranquilo donde viajeros de todo el mundo se embarcan en botes para navegar hacia la Catedral de Mármol, una formación rocosa horadada por el agua turquesa de esta zona.

Puerto Tranquilo es un lugar de pocos habitantes que nació en la década del ‘80 cuando a estas costas sólo podía accederse en una barcaza que cruzaba desde la ciudad de Coihayque una vez al mes, excepto de noviembre a marzo en que aumentaba su frecuencia a dos. Mucho tiempo después llegó el camino, pero para ese entonces, Puerto Tranquilo ya era un poblado de familias que habían arribado buscando la tranquilidad y las posibilidades que no les daban las grandes urbes.

“Yo soy de Santiago; pero no, no vuelvo. He llegado aquí en la década del ‘80 por mi trabajo, y ya no me vuelvo más. Aquí se vive de otra manera, tranquilo. Trabajamos mucho cuando jóvenes y ahora podemos aprovechar”, me contaba Don Oscar, mientras encendía el hogar de la casa.

UN MANANTIAL DE NATURALEZA

La mañana siguiente nos acarició con un amanecer sobre el lago y emprendimos el camino cada vez más al norte. A medida que avanzábamos descubríamos por qué esta carretera había logrado ser renombrada entre los buscadores de caminos y nos dejábamos seducir por su encanto. Llegamos para hacer noche hasta Villa Mañiguales, otro poblado mágico al costado de la Ruta 7. El paisaje custodia allí las pequeñas casas de madera que se pierden detrás del asfalto, y se confunden en su silencio con el sonido del río homónimo que le da vida.

Nos quedaban varios kilómetros hasta nuestro destino final, pero nos sorprendería en el recorrido el ingreso al Parque Nacional Queulat que comienza a abrirse paso entre la carretera que lo atraviesa y convierte el camino en un convite único: laderas rocosas, valles profundos y ventisqueros, herederos de la glaciación, se mezclan en el medio de un bosque siempre verde, lluvioso y frío. Su camino sinuoso, sus cascadas brotando entre la vegetación tupida y su silencio ceremonial me traen, mientras escribo estas líneas, la más armoniosa nostalgia.

EL RECUERDO Y LA PARTIDA

Atravesar los misterios del Parque nos demandó más tiempo del que habíamos estipulado, y decidimos hacer parada en Puyuhuapi donde la tenue llovizna y la tranquilidad del lugar nos otorgaron un descanso. La postal volvía a repetirse entre las calles de tierra y su gente amable; aquí el tiempo parece haberse detenido hace mucho, sin ganas de avanzar. Por los techos se asoman humeantes las chimeneas, y las huertas constituyen un tesoro único para propios y extraños: “Plato principal con ensalada orgánica”, señalan los carteles invitando a la cena.

Nos encontramos nuevamente en la ruta. Habíamos recorrido más de 200 km. de ripio y camino sinuoso cuando comenzamos a acercarnos a la Caleta Santa Bárbara para llegar a Chaitén, donde la población nos recibió con sus cicatrices sin curar de aquel trágico suceso del 2008, cuando el volcán hizo erupción, sepultando a la localidad. Sin saberlo, nuestro desafío por la carretera Austral había llegado a su fin. Nos separaban 14 días de la próxima barcaza disponible que cruzaba por la ruta bimodal hasta Puerto Montt, y tan sólo un día de nuestros próximos destinos: Esquel, Bariloche y el retorno.

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el tiempo parece haberse detenido en puyuhuapi.

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TODO UN NOMBRE

Algo siempre se diluye en lo mágico y eso nos pasó con la Carretera Austral cuando, luego de atravesar La Junta en busca de combustible nos despedía un cartel: “Carretera Austral Augusto Pinochet”. Dejamos pasar unos minutos hasta poder considerar que era cierto, que el nombre de esta vía de tránsito conservaba aún aquel mandato.

PARQUE QUEULAT

Se encuentra en la provincia de Aysén y tiene una superficie de 154.093 hectáreas. Se trata de un territorio que todavía se conserva en estado puro, muy cercano a la Cordillera de los Andes. Gran parte aún no ha sido explorado. Es el único Parque de Chile de estas características: está recorrido por la Carretera Austral, se puede llegar en coche y es posible acceder a él durante todo el año. La cumbre más alta dentro del Parque es el cerro Alto Nevado con 2.225 m., del cual nace el Ventisquero Colgante una de las paradas obligadas. Principales atractivos naturales: Ventisquero Colgante Queulat, laguna Témpanos; lago Risopatrón, Cuesta del Queulat, Murallón de Glaciares, Salto Padre García, Portezuelo Queulat, Salto del Cóndor y Piedra del Gato.

+ información

EN LA WEB

Las imágenes de Chaitén y parte de su historia, recorrela en http://turismo.ellitoral.com.

COSTAS DE CHILE CHICO[1].JPG

costas de chile chico.

LA CARRETERA ATRAVIESA EL PARQUE Y SE FORMAN ENORMES CASCADAS[1].JPG

la carretera atraviesa el parque nacional queulat.

VISTA AEREA CHILE CHICO DESDE EL MONUMENTO AL VIENTO[1].JPG

vista aérea de chile chico desde el monumento al viento.