editorial

Efecto dispar de los feriados

Apenas se conoció en detalle la agenda de feriados para 2012, con once fines de semana largos distribuidos a lo largo de todo el año -sumado por única vez el del lunes, 27 de febrero, por el Bicentenario de la creación y primera jura de la Bandera- comenzaron a escucharse voces críticas y a favor. Pero ahora, mientras transcurre este extenso febrero de año bisiesto, que apenas reúne 18 días hábiles, es cuando se materializan las razones de una y otra postura.

Por un lado, es indiscutible el impulso que gana la actividad turística si al fin de semana de un mes que hasta hace poco carecía de feriados, se le agregan dos jornadas por los festejos del Carnaval. Plazas hoteleras colmadas, centros de recreación con buena demanda y un notable movimiento en las rutas del país confirman una respuesta positiva por parte de veraneantes rezagados y de quienes decidieron recrear por pocos días el clima de vacaciones.

Cabe mencionar que esos once fines de semana largos se conforman tanto con días festivos o conmemorativos inamovibles, como con aquellos que se sumaron de manera excepcional. La incorporación de la modalidad de feriados “puente” -toda una novedad en nuestro país desde 2011-, aporta a profundizar esta tendencia. A propósito, el primero de los días no laborables incluidos en esta clasificación es el 30 de abril -vísperas del Día del Trabajador-, justo en un mes cuya primera semana arranca con el Día del Veterano y los Caídos en Malvinas y termina con la celebración de Jueves y Viernes Santo. En total, el cuarto mes del año no superará, a los fines de trámites adminsitrativos, bancarios y judiciales, los 17 días hábiles.

Este nutrido calendario de jornadas no laborables resuelve uno de los principales problemas de la actividad turística: la estacionalidad, con mucho movimiento en los meses de verano, vacaciones de invierno y Semana Santa, pero un amesetamiento a lo largo del año. La lista actual de feriados permite distribuir el tránsito de turistas durante todo el año y acompaña una preferencia por tomar períodos cortos de vacaciones, contra la costumbre de concentrar todos los días en un lapso más extenso.

Pero a las opiniones favorables se contraponen voces críticas, que advierten sobre el impacto negativo de la cantidad de feriados sobre la industria -que ve mermada su productividad- y el comercio. En este último ramo cabe consignar, y a manera de ejemplo, la preocupación expresada por representantes del sector, que temen ver afectadas las ventas en uno de sus períodos más fuertes, como es el de los días previos al inicio clases.

No puede escapar al análisis que el efecto es diferente sobre el área pública y sobre la privada, y el impacto es marcado para quienes no tienen un sueldo fijo sino que cobran por jornada trabajada.

El juego de aspectos de distinto signo, y su conjugación con las necesidades y conveniencias del país -que a veces coinciden con las individuales y a veces no- debe ser considerado y sopesado debidamente y, tomando nota de la experiencia, sometido a una revisión que permita canalizar costos y beneficios de la manera más razonable.