Pese a que lo empató cuando quedó con tres atrás...

Hay un libreto que Unión conoce tanto como la tabla del 2

Con Montero y Velázquez parados casi como wines, Kudelka logró instalar el partido en el terreno rival. Tuvo que cambiar en el segundo tiempo y allí lo igualó.

Hay un libreto que Unión conoce tanto como la tabla del 2

Diego Jara ya conectó el cabezazo, pero la jugada será invalidada por posición adelantada. Pudo ser el 3 a 2.

Foto: Pablo Aguirre

Enrique Cruz (h)

Fue otro Unión y no lo digo exclusivamente porque convirtió dos goles en cinco minutos (el tiempo que transcurrió entre el de Jara y el de Correa) luego de 710 sin convertir. Fue otro Unión porque Kudelka, desde lo táctico, logró que Montero y Velázquez —posicionalmente— adquirieran ese compromiso que alguna vez tuvieron y que lo llevaron a ser claves en el funcionamiento ofensivo de un equipo que aún jugando con un solo delantero no adolecía de falta de gol.

Montero y Velázquez se pararon como wines, a espaldas de los volantes laterales y decididos a jugar el “uno contra uno” con los marcadores de punta. Rosales alternó en el primer tiempo volcándose por cualquier sector del ataque, en tanto que se estacionó por izquierda en el segundo tiempo, demostrando una vez más que es el lugar de la cancha en el que más cómodo se siente.

Después del partido, Kudelka tiró una sentencia indiscutible al señalar que el equipo mostró mayor decisión en la búsqueda del desequilibrio individual. Hasta Donnet —de muy buen segundo tiempo— se asoció a ese concepto y se animó a sacarse la marca de encima y aparecer por sorpresa en lugares determinantes de la cancha.

El equipo arrancó con un 4-2-3-1, y hasta me animó a decir que por momentos fue un 4-2-1-3 por la posición bien adelantada de los volantes laterales. En el segundo tiempo, el técnico —apremiado y obligado por las circunstancias— sacó a un defensor que estaba amonestado (Cárdenas) para arriesgar con tres atrás y agregar un delantero. Precisamente, Jara se convirtió en un hombre clave para emparejar una historia que se le había complicado seriamente con el 0-2 del primer tiempo.

Hubo cuestiones que el equipo sobrellevó y remontó en base a esa tan mentada y reconocida dignidad, más allá de las cuestiones tácticas y meramente futboleras que se pueden enunciar. Como, por ejemplo, superar los momentos de impotencia en el manejo de la pelota.

Tácticamente, Unión volvió a las fuentes y fue ese equipo ordenado, prolijo y agresivo en función del aporte de los volantes en una posición más ofensiva que en otros partidos. Estratégicamente, el equipo sigue trabajando por una idea que el técnico pregona: la de la tenencia de la pelota.

Así atacó

Siempre más adelantado que Colón, no sólo cuando perdía.

La idea fue la de asumir la iniciativa y lo consiguió a través de la tenencia de la pelota. Paró a Montero y a Velázquez bien adelantados y a Rosales rotando en el primer tiempo y más estacionado por izquierda en el segundo. Matías Donnet fue el factor de desequilibrio apareciendo desde atrás cuando el equipo necesitó apelar a la sorpresa táctica. Aprovechó uno de sus fuertes: la pelota quieta.

Así

defendió

No empezó bien y se solidificó después, aún jugando con tres atrás.

Arrrancó complicado con las permanentes diagonales de Moreno y Fabianesi, a quien dio la impresión de no tenerlo “fichado”. Le marcaron un gol de cabeza (algo poco frecuente), que reveló cierta flaqueza defensiva en el primer tiempo. Cárdenas se puso firme con Graciani y fue amonestado (antes le había cometido una fuerte infracción a Higuaín de la que zafó). En el segundo tiempo, con 3, lo hizo bien.