NORBERTO APENAS TARDE

La rebeldía del hombrecito gris

“Norberto apenas tarde”

La ópera prima de Daniel Hendler cuenta la pequeña historia de un aprendiz de vida que choca tragicómicamente contra el mundo convencional. Foto: DPA

 

 

Rosa Gronda

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Norberto es un antihéroe más cómico que trágico, al estilo del Antoine Doinel de Truffaut, que a los treinta y pico no ha encontrado aún su lugar en el mundo. Sin trabajo estable y con una mala relación de pareja, la que encima le exige explicaciones sobre cómo gasta su dinero y su tiempo.

Así, en crisis múltiple pero en búsqueda -en principio laboral- devenido a empleado sin sueldo, trabajando a comisión en una inmobiliaria de poca jerarquía, luego de algunas experiencias infructuosas le recomiendan un curso de autoafirmación que lo lleva a cruzarse con una escuela de teatro, donde descubrirá su vocación escondida y un ambiente que realmente lo aprecia y lo contiene.

Este proceso no estará exento de situaciones que bordean lo ridículo o la tristeza pero sin caer nunca en ello. Desde la sensación de lo cotidiano, la acción se reduce al mínimo; los golpes de efecto brillan por su ausencia y la trama se entreteje en diálogos aparentemente desprovistos de mayor significado aunque reveladores de las características de los personajes y sus motivaciones.

Con sustrato teatral

La película es también un homenaje al teatro chéjoviano, que desdramatiza la tragicidad (sin excluirla), para poner en primer plano a la banalidad cotidiana y la rutina. No es casual que los personajes del elenco estudiantil al que se incorpora Norberto, ensayan escenas de “La Gaviota”, un canto a la libertad y una incitación a levantar vuelo hacia el propio rumbo, a pesar de las frustraciones.

La aparente farsa de tono ligero encubre su propia tragedia en sordina, tras bastidores, como cuando Norberto cuenta el chiste del aspirante a cantante de ópera, exorcizando su timidez y sus miedos, burlándose de sí mismo en un relato muy festejado, que ridiculiza la torpeza de un aprendiz de actor.

Los personajes tienden a hablar en circunloquios alrededor de un tema, en lugar de discutirlos expresamente, un concepto conocido como “subtexto” en el teatro de Chèjov y que formalmente se expresa aquí en una forma de filmar con mucho acento en la profundidad de campo: cuando Norberto entra al espacio nuevo donde descubrirá su vocación, un cartel sobre una pared reza una afirmación-espejo de lo que sucede al protagonista: “Actuar no es fingir, es encontrar una verdad”.

Moderación y Modestia

“Norberto Apenas Tarde” es una comedia uruguayo-argentina que cuenta también con la particularidad de haber sido escrita y dirigida por el actor Daniel Hendler, un intérprete muy personal que en los últimos años se ha transformado en un emblema del cine alternativo rioplatense.

Muchas de las situaciones por las que atraviesa el personaje de esta historia y las características del protagonista interpretado convincentemente por Fernando Amaral, resultan familiares a los personajes compuestos por Hendler en comedias anteriores: un prototipo de bajo perfil y levemente patético, pero aún así capaz de patear el tablero para imprimir una nueva orientación a su vida.

La película apela en todo momento a tonos neutros y ambiguos, que se mantienen incluso en un final de cierto optimismo. En ese mismo registro se mueve el buen elenco del film.

Aunque la comedia fluye con aceptable naturalidad y un humor ligero (no de carcajada sino de sonrisas insinuadas), su ritmo es desparejo, cae en situaciones reiterativas, y logra entretener y emocionar a medias, moderadamente. Esto la define como una película modesta y no pretenciosa, con planos personales muy bien acompañados por una música agridulce, como cuando el personaje se desliza por las callecitas de Montevideo.

Probablemente gustará a quienes disfrutan con las películas de la nouvelle vague y sus atmósferas sutilmente poéticas, donde el eje no pasa por lo estrictamente dramático.

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BUENA

“Norberto apenas tarde”

Origen: (Uruguay-Argentina/2010). Dirección y Guión: Daniel Hendler.

Actores: Fernando Amaral, Eugenia Guerty, César Troncoso, Roberto Suárez, Silvina Sabater y Nelly Notari. Fotografía: Arauco Hernández. Música: Maximiliano Silveira. Edición: Andrés Tambornino. Duración: 89 minutos.

Apta para todo público. Se exhibe en el Cine América.