ENTREVISTA CON JORGE KOHAN, DE LA CAMORRA

Piazzolla y después: estudio, diversidad y ruptura

Piazzolla y después: estudio, diversidad y ruptura

“¿¡Qué le están haciendo al tango!?”, le gritaron a los músicos en sus comienzos. Más allá de los recelos y prejuicios, Kohan entiende que “fue el primer indicio de que algo le estábamos haciendo”. Foto: GENTILEZA PRODUCCIÓN

El prestigioso quinteto lanzó a fines del año pasado “De acá para allá. Dos décadas de tango por el mundo”. En esta nota, su guitarrista y uno de sus compositores analiza parte del recorrido y proyecta el futuro, entre la deuda a la enorme herencia piazzolliana y la necesidad de construcción de una identidad propia.

 

Estanislao Giménez Corte

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Es posible decir que todo artista, profesional o no, se ha enfrentado en algún momento de su formación, autodidacta o no, a una pregunta próxima a ésta: ¿cómo hacer después de? En este caso, la pregunta de rigor sería: ¿cómo hacer tango después de Piazzolla? Hay quienes sostienen la (freudiana) noción de “matar al padre”; hay quienes defienden la postura de continuar, apropiándosela, la herencia del padre. Estudio (formación), diversidad (cuatro de los cinco músicos escriben) y ruptura (con los cánones establecidos) son tres palabras clave en las respuestas que ensaya el entrevistado. Guitarrista y compositor, Jorge Kohan es uno de los integrantes del reconocido quinteto porteño La Camorra (ver recuadro). Aquí, reflexiona sobre el origen del grupo, a dos décadas de su surgimiento. Sopesa en este intercambio vía mail la compleja relación con el gran Astor, y reivindica la búsqueda del sonido y la obra propia.

—¿Es correcto decir que La Camorra nace al influjo o como una suerte de homenaje a Piazzolla?; ¿cómo podrían explicar, más allá del reconocimiento internacional a la música de Astor, qué es lo que en ustedes funcionó como motivación originaria de su música?

—¿Sería correcto decir lo mismo de Pugliese con respecto a De Caro?... Fuera de comparaciones, sí es correcto. La Camorra nació (como trío) en 1992, el año en que Piazzolla falleció. El último CD de su quinteto es justamente el que contiene la suite “La Camorra”, por otra parte, una de sus muy grandes obras. Pero situémonos en el ‘92, donde pibes que se conocieron en el Conservatorio, recién salidos del secundario, se juntaban a tocar tango. No era muy común, se venía de un bajón muy grande. No éramos los únicos, pero no abundaban (como ahora). Salimos en un comienzo a pelear por un lugar. Hay una serie de intenciones y actitudes que nosotros admiramos y tomamos de Piazzolla, más allá de su música (como si fuera poco): se la jugó por lo suyo (su pelea fue más literal), pero además estudió y se esforzó para arreglar y componer cada vez mejor. No le daba lo mismo. Quería sonar bien ajustado, bien amplificado, prefería tocar en teatros. En nuestro debut en Café Homero, y luego de ganar una selección en la que la mayoría nos doblaba en edad, alguien gritó: “¡¿Qué le están haciendo al tango?!” algo así hoy es impensado... Hay una gran apertura en el público. Le pusimos ese título a nuestro 6to. CD, quizás porque fue el primer indicio de que algo le estábamos haciendo.

COMPOSITORES Y ARREGLADORES

—Las versiones de obras de Piazzolla se cuentan por miles ¿de qué manera resolvieron la necesidad de leer e interpretar esas composiciones desde una perspectiva propia y novedosa?

—Desde el principio nos atrajo lo moderno. Nos juntamos el primer día a querer hacer algo nuevo, actual, no sólo con Piazzolla. En los 2 primeros CD‘s vas a encontrar versiones con intenciones renovadoras de temas de Pugliese, De Caro, Mafia, Bardi, Salgán, Laurenz...

—¿Cómo se da el salto a las composiciones propias, de qué forma fueron trabajando la posibilidad de escribir sus propias obras? ¿éstas se encuentran en una línea piazzolliana?

—No, fue desde el principio, el que hacía los arreglos y ya componía era Luciano (Jungman, bandoneonista). El 6/11/92 nos juntamos con 6 arreglos, “Puerto al Sur” y “Policías por detrás” (de Luciano), “La última cita” (Bardi), “Buen amigo” (De Caro), “Años de soledad” y “Adiós Nonino” (Piazzolla). En “Abran cancha”, el 2do. CD, ya con el contrabajo de Hugo Asrín, hay algún arreglo mío. Luego, cuando sumamos a Nicolás Guerschberg en el piano, él era un compositor ya experimentado. Los primeros 2 CD en quinteto cuentan con las obras propias de dos integrantes, y con los arreglos originales del padre, que Daniel Piazzolla nos dio (él consideraba ya en el 2002 que éramos quienes mejor tocábamos la Música de Astor).

Luego de estudiar composición unos cuantos años, fui el siguiente que se sumó con la pluma. Después de haber ganado 4 concursos de composición en Italia, presento mis obras de igual a igual, pero al principio había que ganarse la posibilidad en un grupo que contaba con tipos que le habían escrito entre tantos a la Camerata Bariloche o a Eduardo Isaac.

Una revelación en “De acá para allá” (2011) es la incorporación de obras de Sebastián Prusak, nuestro violinista y experto en cuerdas. Ha compuesto cuartetos de cuerdas que se los piden de todos lados, es novedoso y muy imaginativo lo que hace. ¡Cuatro compositores de cinco! Y sabés qué? Hugo es un gran arreglador, pronto vamos a tocar arreglos que hizo para Quinteto y Orquesta Sinfónica. Hay giros y rítmicas piazzollianas pero nuestro fuerte es la diversidad. Luego se hace homogéneo con la interpretación.

—¿Por qué da la sensación (avalada en cierta medida por hechos comprobables) de que es extremadamente difícil componer obras de tango a la altura de los clásicos, tanto en música como en letras?

—Por lo mismo que el tango tiene la vigencia y el éxito en todo el mundo. Ya no se trata solamente de ver la sensualidad del baile, la melancolía de las melodías y los desengaños amorosos bien contados. Es una de las músicas que despierta más interés en los intérpretes y públicos del mundo porque cuenta con muchos y muy pero muy grandes exponentes en más de 100 años de evolución.

Te podría decir también que el público no entiende de cambios, que quiere escuchar algo que ya conoce. Pero ése no es el público de La Camorra... No te puedo decir yo a qué altura están nuestras composiciones, pero sí que a cada Festival o Teatro que vamos, y ya son más de 20 países, nos piden que toquemos una buena parte de temas nuestros.

DE VILLA LOBOS A LOS PIOJOS

—¿Qué otros músicos del tango, del jazz, de la clásica, del rock, consideran como influencias o les interesan por algún motivo particular?

—¡Uy, tantos! Salgán, Pugliese, Troilo, Rovira, Leopoldo Federico, Villa Lobos, Bartok, Stravinski, Bill Evans, Los Redondos. Con Los Piojos tuvimos un contacto especial, Luciano y Sebastián eran grandes amigos con Tavo Kupinski (vaya mi homenaje) hace muchos años compartimos unos temas con ellos.

—Se sostiene que tienen un sonido “moderno y urbano” ¿se sienten representados por esa calificación?

—Sí. Pero moderno y urbano también lo son otras corrientes (como el “tango electrónico”). Yo creo que lo nuestro tiene ruptura pero principalmente es producto de la “evolución”. Nosotros pusimos a evolucionar los elementos técnicos tradicionales a nuestra manera, con el gusto y la historia de cada uno, con nuestras ideas interpretativas y compositivas. Y eso conformó el “estilo La Camorra”.

—Piazzolla es un universo riquísimo e interminable pero puede, como Borges para el que escribe, transformarse en una suerte de sombra ¿lo ven así?

—Sí puede, lo fue y sigue siendo en algunos casos. Creo que en el caso nuestro no, y que hay toda una nueva generación de músicos muy pibes que reconocen su influencia pero apuntan a buscar lo propio. Un día coincidimos con Diana Piazzolla en una entrevista, en un momento me disculpé de alguna manera porque ya no hacíamos tanta música de Astor y porque estábamos buscando nuestro propio estilo; a eso me respondió que eso era seguirlo a Astor, él se había empapado de lo que le gustaba para después hacer lo suyo. Que le hubiera encantado que toquen su música pero más que se la jueguen por lo propio.

—¿Qué rebote o respuesta encuentran en sus viajes, hay un conocimiento especial del tango argentino en el exterior? ¿cuál es la diferencia, si puede explicarse genéricamente, entre un intérprete de Piazzolla argentino y uno no argentino?

—Hemos estado en 20 países y es bastante diferente en cada lugar. Tuvimos la suerte de tocar en salas como el Palau de la Música de Barcelona, el Kursaal de San Sebastián, Castro Alves de Bahía, Festival de Jazz de Madrid y de Barcelona, Festival de Invierno de Sarajevo, Teatro Nac. de Santo Domingo, Eliécer Gaitan de Bogotá, Carpenther Center de Los Angeles, De Doelen de Rotterdam, etc., etc.

En Europa y EE.UU. son muy entusiastas y respetuosos si escuchan algo de calidad, aunque sea un Festival de Jazz, o no sean entendidos en la materia. Otras veces te sorprende algún fanático que conoce todo lo que tocaste. En Latinoamérica, el público es ideal, se vuelven locos con lo que hacemos, es parecido a Argentina.

En cuanto a los intérpretes de Piazzolla, generalmente hay buenos técnicamente, incluso hablando de nombres de culto en su propia música. Pero en general no llegan a entender el tango. Está claro ya desde hace muchas décadas que los músicos de tango en gran porcentaje tienen formación clásica. Esa base es casi imprescindible, pero de la misma manera lo es el decir, la marcación, y la manera de involucrarse necesaria.

—Cuáles son los proyectos más importantes a futuro?

—Varias giras, en donde tocaremos “De acá para Allá. Dos décadas de tangos al mundo”. Una gira a EE.UU. en donde compartiremos homenajes a 20 años de la muerte de Astor, con Escalandrum (el grupo de Daniel “Pipi” Piazzolla); La Camorra con Orquesta en varios lugares, incluida la grabación en vivo y una gira importante en cantidad por toda Argentina.

Piazzolla y después: estudio, diversidad y ruptura

De izquierda a derecha: Hugo César Asrin (contrabajo), Luciano Jungman (bandoneón), Sebastián Prusak (violín), Jorge Omar Kohan (guitarra) y Nicolás Guerschberd (piano). Fotos: GENTILEZA PRODUCCIÓN

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PERFIL

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Cada uno de los integrantes de La Camorra

-Sebastián Prusak (violín), Hugo César Asrin (contrabajo), Nicolás Guerschberg (piano), Luciano Jungman (bandoneón) y Jorge Omar Kohan (guitarra)- ostenta frondosos antecedentes.

Son músicos de formación, que se han especializado en sus respectivos instrumentos y tienen además antecedentes a nivel individual, en composición e interpretación. Pero el desafío de La Camorra quizás haya sido mayúsculo, justamente por la necesidad de dar curso a la confluencia de esas “potencias encontradas”. Amén de las actividades propias de la agrupación, sus integrantes tienen actividades paralelas -como solistas o con otras formaciones- y todos ellos aportan en composición o arreglos.

La Camorra, como señala Kohan en la entrevista, nació en 1992. El año siguiente se impuso, siendo sus miembros muy jóvenes, en un concurso entre más de 30 grupos para actuar en el elenco estable del Café Homero, junto a Rubén Juárez.

“Escolazo”, de 1993, es su primer álbum; a partir del año siguiente inician, de manera regular, las giras por diferentes lugares del mundo, especialmente Europa. En 1997 el Centro Astor Piazzolla de Argentina organiza un concurso para intérpretes de Piazzolla. La Camorra gana el primer premio y participa del ciclo de conciertos que la institución realiza en el Centro Cultural San Martín. “Abran cancha”, su segundo CD, se publicó en 1999. En 2002, La Camorra edita en España “Tango, ciudad amada”, elegido “Mejor Disco Off Jazz” por la prestigiosa revista Cuadernos de Jazz.

2003 es el año de su cuarto álbum, “Resurrección del ángel”, y del reconocimiento especializado: el grupo es nominado a los Premios Clarín y vuelve a ser galardonado en el Concurso de Música de Cámara de Festivales Musicales.

En 2006, el quinteto da el salto con su CD “12 postales”, que contiene sólo tangos originales, todos compuestos por integrantes del grupo. El disco se edita simultáneamente en Argentina y Europa. En 2011, la agrupación publica “De acá para allá”, también integrado por obras originales compuestas por sus integrantes. La Camorra ha realizado diversas giras por Argentina, Latinoamérica y Europa.