Dos paradas en el sur, antes de emprender el regreso

El camino comenzaba a despedirse de nosotros. Habíamos andado miles de kilómetros por carreteras, sorprendiéndonos con sus bellezas y misterios. San Martín de Los Andes y el Parque Nacional Lanín serían nuestra última parada patagónica antes del regreso.

TEXTOS. ALINA POZZOLO. FOTOS. ALINA POZZOLO Y PABLO BENIGNI.

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Playas céntricas en San Martín de los Andes; para ver el atardecer.

 
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El volcán Lanín. Su pico nevado es un emblema del Parque Nacional.

La ruta de Siete Lagos concluía en nuestra llegada a San Martín de Los Andes. El paisaje se mantenía allí, estático y casi dormido, luego de las cenizas y el gris de las tardes que se empañan desde el cielo. Igual, la belleza que siempre lo ha caracterizado no lograba despegarse del todo de la postal, pero el reto de dormir en el camino para concretar la ruta en dos días lo habíamos dejado olvidado, y decidimos llegar a la villa cuanto antes.

El día mejoraba de a ratos y decidimos que antes de arribar a San Martín de los Andes recorreríamos los fantásticos rincones de Quila Quina, un paraje de antiguo dominio de las comunidades mapuches. Restaban aún 18 km. para llegar a la ciudad, pero el camino nos invitaba.

Ingresar allí es ir manejando por un entorno de bosques y verdes densos que se abren paso para descubrir lo que hay al llegar: el lago y su entorno se convierten en un sitio para disfrutar sin mayores exigencias que las deseadas. Su infraestructura pequeña un muelle, una iglesia y un pequeño bar- dan lugar a una convergencia de historias y culturas: turistas y residentes de la zona que llegan a descansar y disfrutar de las actividades al aire libre entremezclados con los descendientes de mapuches que ofrecen en sus casas productos de huertas, artesanías y comidas tradicionales.

UN PUNTO DE ENCUENTRO

La ciudad de San Martín de los Andes nos recibe cuando cae la tarde entre destellos de las luces de su avenida principal. Sobre el final, la plaza central reúne a jóvenes de todas las edades y por las veredas los visitantes transitan buscando recuerdos, degustando chocolates o simplemente recorriendo.

Es casi una villa con todos los servicios, pero en su paisaje hay secretos de montañas y misterios del lago que todavía convocan. El paso del tiempo ha permitido que, actualmente, en San Martín de los Andes vivan 35.000 personas conformando una ciudad amplia, con infraestructura y una silueta urbana, sin perder ese sabor a poblado de montaña que siempre supo caracterizarla. A orillas del lago Lácar, su costa se perfila entre los caminos y sus verdes desbordan en su emplazamiento dentro del Parque Nacional Lanín.

LOS CAMINOS DEL PARQUE

Sin dudas, los secretos mejor guardados de los lugares los conocen sus lugareños y la recomendación que Yoli nos había dado para pasar el día, no podía ser rechazada. Así fue que, luego de ponernos en marcha, partimos rumbo a uno de los destinos más fascinantes: el Parque Nacional Lanín para descansar sobre la costa del Lago Epulafquen. Conocíamos de antemano su belleza, sin imaginar que dentro de sus calles y lugares podríamos encontrar tanto verde entremezclado con el sonido de la tranquilidad.

Pocos kilómetros separan San Martín del ingreso al parque; atravesando el poblado de Junín de los Andes, la ruta 23 empalma con la 61 y desemboca directamente en el portón de acceso de la zona centro del parque. Allí, un mundo de posibilidades se abre para pasar el día o bien hacer campamento a orilla de los lagos cristalinos que bañan sus tierras y las convierten en un tesoro de vida. Detrás, custodiando secretamente las bellezas, se erige el volcán Lanín, con su pico nevado y sus 3776 m. que lo convierten en un guardián admirado por todos.

LAGOS Y REPAROS DE LA ZONA CENTRO

Avanzar por las inmediaciones del Parque convoca a disfrutar de sus paradas. En el camino hacia Puerto Canoa, donde la ruta se bifurca hacia los lagos Paimún y Epulafquen, se abren importantes posibilidades de sitios para acampar, o simplemente contemplar en silencio el paisaje. Todavía recuerdo en la piel la sensación de aquellas gotas de rocío desplazándose de entre los frondosos árboles que nos sirvieron de cobijo para nuestro primer descanso: frías, dulces, casi amanecidas por el sol de un nuevo día.

La ruta bordea las aguas del Lago Huechulafquen. Cristalino, sereno, de a metros se abren en el camino ingresos para descender hasta sus costas, donde se pueden ver los cerros entremezclándose con el cielo y, antes que nada, el cerro Chivo se muestra incipiente y desaparece en otra curva. Sobre el final del camino, se llega a Puerto Canoa, donde es posible encontrar algunas instalaciones y desde donde parten las excursiones y visitas. Allí, los caminos comienzan a dirigirse hacia distintos puntos y los senderos abren posibilidades para llegar hasta la base del Lanín, conocer la cascada de la Piedra Mala (bautizada de esa forma por los originarios, dado que su presencia no permitía divisar la cara del Lanín), o simplemente disfrutar a orillas del arroyo Ruculeufú.

Comenzaba a caer la tarde y el sol parecía jugar a las escondidas con los cerros y sus picos, apareciendo en los sitios menos esperados. La sombra cubría todo y oscurecía lo que antes eran verdes iluminados. El camino de regreso se vuelve maravilloso con el atardecer, y al llegar a San Martín todo tiene otro color. Patagonia comenzaba a despedirnos. Desde allí sólo quedarían algunas paradas más de rigor hasta llegar, después de 72 días, 16000 km. y más de 32 destinos, a nuestra ciudad. Dejábamos atrás una experiencia única, pero cargábamos con nosotros un recuerdo para toda la vida.

Parque Nacional Lanín

El Parque Nacional fue creado en 1937 y actualmente protege 412.000 hectáreas de bosque andino patagónico. Su nombre proviene del cono siempre nevado del volcán Lanín. Una de sus características más importantes es que en su interior residen diversas comunidades mapuches que estaban en el parque desde antes de su conformación.

Desde Junín de los Andes es posible ingresar a la zona centro del Parque Nacional. El ingreso cuesta $20 para nacionales y es, verdaderamente, una opción muy interesante. Si desea, puede averiguar en las hosterías que se encuentran habilitadas para pasar la noche o permanecer en los lugares de camping. En los lagos es posible pescar con permiso.

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El Lago Huechulafquen y sus costas.

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Entre verdes y cielo, asoma el Lanín.

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Los caminos del Parque Nacional rodeados de vegetación.