Al margen de la crónica

El reality de la muerte

El 2001 fue un año de profundos cambios en la televisión argentina. La crisis social y cultural, el alto costo de generar ficción propia y esa costumbre de siempre de mirar hacia afuera, buscando novedades sin reparar en su calidad, llevaron a un grupo de productores porteños a generar el que sería el primer reality show de nuestro país. Nacía “Gran Hermano” y con él, un nuevo concepto de lo que se entendía por “entretenimiento” y un mar de críticas de numerosos sectores.

Los años pasaron, Marcelo Tinelli se sumó al barco de esta “realidad” mal entendida y el rating pareció acompañar el proceso. Pero poco a poco, la falta de creatividad y lo tedioso del formato comenzaron a agotar incluso a un público cada vez menos exigente.

La respuesta de los productores fue rápida y hasta en cierta medida, eficaz. El resultado fue un aumento de la violencia, el drama y el escándalo que la mayoría de las veces rozó el mal gusto.

Pero justo cuando uno podría pensar que ya se han atravesado todos los límites de lo reprochable, la televisión mundial nos demuestra nada es suficiente a la hora de convertir la idea de “espectáculo” en un impiadoso monstruo.

La última muestra de la depravación a la que puede llegar el ser humano tiene su origen en China, se llama Interviews Before Execution y es el nuevo éxito de la televisión del gigante asiático con más de 40 millones de personas que lo siguen por semana.

En medio del terror de un preso, y de las lágrimas incontenibles de sus familiares, este reality show muestra brutales escenas con entrevistas a condenados que se encuentran en corredores de la muerte, a tan sólo horas de ser ejecutados.

Los episodios se van siguiendo uno a otro con una espeluznante escalada de vulgaridad. Xue Hongxin, quien le confesó que había matado a los padres de una mujer que lo engañó y abandonó; o Rongting, un homosexual condenado a muerte por haber asesinado a su madre, son algunos de los protagonistas del show montado con tremendas imágenes y música dramática.

El escándalo fue tal, que generó un nuevo debate mundial en torno a la pena máxima y llevó a los productores de la cadena BBC a emitir un documental de una hora de duración a transmitirse el lunes de la semana que viene.

Entretanto, las ejecuciones siguen llevándose a cabo en el país oriental. Actualmente abogados, activistas de derechos humanos y la prensa abogan por el indulto de Wu Ying, una mujer de 31 años condenada por recaudación ilegal de fondos en la provincia de Zhejiang.

Y mientras el rating en China se empeña en convertir a la pena de muerte en un show, muchos agradecemos que nuestro sistema penal no apoye este tipo de sanciones y que una inyección letal no pueda convertirse en uno de los tantos límites quebrados por parte de nuestra televisión.