Aniversario del mito

“El padrino” cumple 40 años

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Marlon Brando en una imagen al inicio de la película. Foto: EFE.

Andrea Nakta - DPA

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“Creo en América. América hizo mi fortuna y he dado a mi hija una educación americana...” Cuarenta años después de su estreno, las palabras que pronuncia Bonasera, el propietario de la funeraria, al comienzo de “El Padrino” siguen manteniendo toda su fuerza y magnetismo.

No importa cuántas veces se hayan visto. Una y mil veces siguen invitando al espectador a penetrar en un maravilloso y cerrado universo de personajes. Y una vez que se entra en los entresijos de la familia Corleone es muy difícil salir. Una escena te lleva a otra; la primera parte a la segunda y ésta, a su vez, a la tercera. Y así, casi sin darse cuenta, el espectador ha pasado cerca de diez horas con una de las mejores trilogías cinematográficas que ha dado el cine.

Y eso que en febrero de 1972, cuando los directivos de la Paramount veían en la sala de proyecciones la versión definitiva de la película, seguían albergando sus dudas. Habían comprado los derechos de la obra de Mario Puzzo antes incluso de que saliera a las librerías, pero no estaban seguros de que se convirtiera en un éxito. Razones no les faltaban: el último film que el estudio había hecho sobre la mafia, “The Brotherhood”, protagonizado por Kirk Douglas, había sido un sonoro fracaso.

Cuando dos años antes el proyecto se puso en marcha, Francis Ford Coppola tenía 31 años y era un director y guionista que apuntaba muy alto, pero un poco visionario. Su ilusión era que su pequeño estudio, la American Zoetrope, se convirtiera en una alternativa viable a las viejas compañías de Hollywood haciendo pequeñas películas de calidad. Pero ese sueño dorado se había derrumbado por primera vez. Su película anterior, “The Rain People”, no había funcionado del todo bien. Tenía deudas y, paradójicamente, se encontraba en manos de las grandes productoras. Así le llegó una oferta que, parafraseando uno de los diálogos más célebres de la película, “no pudo rechazar”.

Pero poco a poco Coppola consiguió que el estudio aceptara todas y cada una de sus exigencias. La primera fue que Marlon Brando interpretara a Vito Corleone. La Paramount se oponía alegando que la carrera profesional de Brando estaba estancada y que resultaba muy complicado trabajar con él. Se pensó en Laurence Olivier o en Carlo Ponti, el productor italiano marido de Sofía Loren, e incluso en Frank Sinatra, que se había ofrecido para hacer el papel. Pero Coppola era inflexible. Consiguió que Brando se presentara a una histórica prueba. Cuando el actor llegó al plató se untó el pelo con un poco de mantequilla y se puso una cáscara de naranja en la boca, comenzó a decir unas cuantas frases y de un plumazo se disiparon todas las dudas. Nadie podía hacer de Vito como él.

La selección de Al Pacino para el papel de Michael Corleone tampoco fue nada fácil. La Paramount no le quería porque pensaba que no era todavía una estrella. Sin embargo Coppola apostaba por él y, aunque hacía pruebas a otros actores como Robert de Niro o James Caan, que acabó haciendo de su hermano Sony, sabía que finalmente Al Pacino sería Michael Corleone. La tercera exigencia clave de Coppola fue que las escenas sicilianas de El Padrino se rodaran en Sicilia.

Pero por encima de mafia, crímenes y venganzas “El Padrino” no es otra cosa que la historia de una familia. “¿Vives con tu familia?” -le pregunta Vito Corleone al cantante Johnny Fontane- “Porque un hombre que no vive con su familia no puede ser un hombre”.

“Creo en América. América hizo mi fortuna...” El 19 de Marzo de 1972 los primeros espectadores comenzaron a escuchar las primeras palabras que se pronunciaban en el film. A finales de año, “El Padrino” se había convertido en uno de los mayores éxitos de taquilla de todos los tiempos. La crítica cinematográfica estaba totalmente rendida. En la ceremonia de 1973 ganó tres Oscar. Dos años después llegaría la segunda parte de la saga, que rompió con todos los tópicos y prejuicios existentes porque muchos la consideran mejor incluso que la primera. Ganó el doble de Oscar: seis. Y en 1990 se estrenó la tercera y última entrega que cierra definitivamente la historia y que quizá no está a la altura de las anteriores.

Y eso que a lo largo de todos estos años, Coppola ha confesado repetidamente que rodar las películas de “El Padrino” fue para él una especie de huida hacia adelante. Sus continuas deudas le obligaban a embarcarse una y otra vez en la historia. “Mi gran sueño era ganar un millón de dólares, cantidad que, prudentemente invertida, me daría unos 250.000 dólares más. Estos ingresos me permitirían dedicar mi tiempo a escribir mi propio material, sin la interrupción que supone tratar con los estudios”.