Mañana, desde las 18

Una vacuna contra la violencia

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Cadoche insiste en la importancia de tomar conciencia sobre la violencia doméstica, porque “la indiferencia (de los testigos que no hacen nada) mata”. Foto: Luis Cetraro

El Sindicato de Trabajadores Judiciales lanza una campaña provincial para la prevención de la violencia familiar, con la proyección de un documental dirigido por Esteban Cadoche. Será en Cine Auditorio ATE, con entrada libre.

 

Ignacio Andrés Amarillo

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El Sindicato de Trabajadores Judiciales invita al acto de presentación “Relatos de Familia (un filme por la Paz y la Seguridad)”, que se efectuará mañana a las 18, en las instalaciones del Cine Auditorio ATE (San Luis 2854) con entrada libre y gratuita. Esta presentación es parte de la Campaña Provincial de difusión de la cinta, que el Sindicato lleva adelante para la prevención de la violencia familiar; el mismo contiene testimonios de víctimas de violencia conyugal, maltrato infantil y violencia sexual, y opiniones especializadas en derecho y psicología.

La obra es el producto final de un proyecto de investigación de la Universidad Nacional del Litoral sobre violencia familiar, que fue dirigido por el doctor Esteban Cadoche desde el año 1996 al 2002. Luego de su exposición, magistrados y Funcionarios Públicos y Judiciales responderán a las preguntas que efectúen los asistentes con relación a esta problemática.

Vigilar y castigar

El Litoral dialogó con el abogado y documentalista, para saber más sobre la campaña y su problemática.

—¿Cómo se desarrollará la campaña?

—Hay que hacer un enorme esfuerzo. El Sindicato de Trabajadores Judiciales tomó esta iniciativa mía y la impulsa hasta el último rincón de la provincia. Haciendo una campaña de prevención de la violencia familiar, que va a tener como eje (por la potencia que tiene el lenguaje audiovisual) un documental del que soy guionista y director.

La pretensión es recorrer el territorio provincial con el documental, para a través de los sentidos llegar a la emoción, y de ahí a la inteligencia.

Indudablemente hay una estructura, un sistema, un conjunto de costumbres y creencias establecidas y fomentadas desde algún lugar que las reproduce: los medios, la escuela. Donde algunos poquitos ganan y otros muchos perdemos.

Es un sistema de control y disciplinamiento, que establece muchas barreras para discriminar. ¿Por qué alguien de clase media podría estar diciendo “estos negros de m..., hay que matarlos a todos”, o “estos judíos de m...”, o “putos”, o “trolas”. Hay algún mecanismo que establece jerarquías, donde cada uno se encarga de “vigilar y castigar” (diría Foucault) a alguien más.

Hasta en los sectores más desprotegidos encontramos a alguien que vigila y castiga al ultimísimo eslabón, las mujeres y las víctimas de todos, los niños.

Esto funciona con la complicidad y el desinterés de los que son testigos, que escuchan todos los días “te voy a matar” y no dicen nada. Después dicen “la mató y yo no sabía, la verdad es que era un tipo macanudo, saludaba cuando salía del departamento”.

En la última década, han muerto asesinadas de mujeres el mismo número que en las Torres Gemelas. Y el otro tema es el de los “muertos vivos”. He hablado con infinidad de mujeres que son como cadáveres, porque hace 25 años que soportan una situación que es raro que no se hayan suicidado o muerto por alguna enfermedad.

Una mujer con siete hijos a lo mejor no sabe lo que es un orgasmo. Si se cuida es porque se va a encamar con otro, dice el tipo, entonces “acá no se cuida nadie”, se queda adentro de la casa embarazada y es más difícil que sea atractiva.

Epidemia social

—Hay violencia más allá de los golpes.

—El documental es el producto final de un proyecto de investigación que dirigí junto con la doctora Sara Cadoche (prima mía) en la Universidad Nacional del Litoral, de 1996 a 2002. Ahí puse dos nuevas formas de violencia en el vínculo: el de la identidad (a esta altura no hay que explicarlo, con lo que ha pasado con los nietos) y el tema alimentario.

No voy a minimizar una agresión física, como un cachetazo o una trompada; pero he visto mujeres mucho más desesperadas por estar a la madrugada sin un peso como para pedir un taxi y llevar a su hijo enfermo al Cullen que por una trompada.

La idea nuestra es ser una más de varias iniciativas para que de verdad empecemos a prevenir. La Organización Mundial de la Salud definió esto como una epidemia social. Si en una epidemia -ponele viruela- no vacunamos sino que asistimos, en 48 horas colapsó el sistema de salud de acá y de Japón. Uno trae una vacuna y se terminó: quedan tres casos de viruela por año. Nosotros pretendemos ser esa vacuna.

Hace 20 años, nadie le daba bolilla al tema de la ecología. Hubo un trabajo múltiple que vino de los medios, de la calle, de las organizaciones intermedias, de la escuela. Hoy, no puedo sacar la bolsa de basura y tirarla en el medio de la calle, porque voy a quedar como un energúmeno, y me lo va a decir una señora de 85 y un nene de seis.

Frases hechas

—Porque se creó una conciencia colectiva.

—Bueno, caminemos hacia ahí. La gente se enoja si le envenenan el aire, y acá nos están envenenando la vida, somos parte del mecanismo aunque sea por indiferencia. A lo mejor movilizamos 10.000 personas para que hagan un peritaje para ver si nos están envenenando el agua o el aire. Acá no hace falta hacer peritajes: acá es obvio, en todas las familias hay casos, de la prima, de la conocida. Casos crónicos, estructurales, que arrancan en la adolescencia.

Las frases las conocemos todos: “¿Quién te va a mirar a vos?”; “¿Con qué te vas a mantener?” (porque la mina se pasó 20 años sin trabajar mientras él le decía “con lo mío alcanza”); “Y no jodas porque te voy a quitar los chicos”; “¿Quién te va a querer a vos?”; “Andá a declarar, que yo tengo un juez amigo, que va a decir que sos una loca”. Y la que escucha termina convencida de que es una loca. “¿No te viste al espejo?”.

La otra es superar algún cliché. “Este tema es un tema de mujeres”. A la función van a ir 98 % de mujeres. ¿Estamos todos locos? Imaginate que atan en la plaza San Martín a tres miembros de la colectividad judía, o a tres afroargentinos, y les hacen tajos en los brazos. ¿A alguien se le ocurriría decir “es un tema de la colectividad, o de los afroargentinos”? No, es una locura. Tenemos que convocar a los hombres, especialmente los jóvenes, a que lo tomen como una causa militante.

/// EL DATO

Capacidad

El evento se efectúa con cupo por razones de espacio, por lo que se solicita a quienes vayan a asistir inscribirse en forma previa, en la dirección de mail [email protected]. Para quienes deseen obtener certificado de asistencia, su costo será de 30 pesos, haciéndose entrega de material que incluye una copia de la película.