El libro álbum y la historieta

Yo ilustro, vos ilustrás, los niños copian y ¿quién lee?

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EFE

Por María Luisa Miretti

 

El auge del libro álbum ha vuelto a colocar en primer plano la importancia de la imagen. Su lectura es quizás- tanto o más activa y dinámica que la de la palabra, pero ambas ‘palabra e imagen’ configuran un torbellino impredecible en la mente y en la psiquis de cualquier sujeto.

Ya Comenio conocido como el padre de la Pedagogía, destacaba en su famoso Orbis Pictus (1658) el valor de la ilustración para el aprendizaje, a tal punto que los primeros métodos de lectoescritura venían acompañados de la letra y el dibujo o la escena alusiva, por entender que era la estrategia más efectiva.

Desde el siglo XVII o antes si pensamos en los papiros o en las tablas con ilustraciones talladas y caracteres ideográficos- a la fecha, hemos visto numerosas propuestas de lectura. Las estrategias fueron muchas y variadas según el concepto de infancia, desde las truculentas ‘la letra con sangre entra’ a las facilistas, o las que en el afán de reclutar lectores- simulan ser grandes transgresoras aceptando expresiones burdas y chabacanas.

Avanzado el siglo XX, los logros en el campo de la LIJ* fueron notorios y el cambio radical se produjo cuando al fin se entendió que ninguna propuesta podía funcionar si no se respetaba lo que sucedía en la mente del receptor. Ese hecho ha sido clave, aunque las escuelas sigan adheridas a modelos formales y descriptivos, desde propuestas unirideccionales.

El libro álbum la historieta

La sorpresa o el deslumbramiento vino después, primero con el libro álbum y luego con el resurgimiento de la historieta. Ambos valiosos por cierto- ameritan un espacio de reflexión para no mezclar temas parecidos pero diferentes, ya que cada cual tiene su propio objeto de estudio en particular, que lo caracteriza y lo diferencia.

En el caso de la LIJ el objeto es la letra escrita, la expresión simbólica que permite al niño, a la niña, al joven o al adulto transportarse a dimensiones infinitas en las que puede proyectar, desarrollar y fortalecer su mundo imaginario. Si bien los tres pertenecen al mundo de la estética, cada cual tiene fines específicos muy distintos entre sí.

El campo de las ilustraciones, de cartón duro, color mate, de mayor o menor formato, de expresión definida o difusa será de acompañamiento para que los más pequeños disfruten con los adultos, ya que muchas veces el peso no les permiten manipularlos.

Las imágenes, las ilustraciones, el colorido -hay verdaderas obras de arte- remitirán al lector niño o joven a escenarios maravillosos cuyas escenas seguramente quedarán grabadas de modo indeleble en sus matrices personales, pero inhibiendo creaciones propias, ante el recuerdo de aquellas imágenes imborrables.

La historieta no dará lugar a otra interpretación que a las planteadas en los globos o en las señales de las viñetas en todas sus variantes cada vez más sofisticadas, reiterando un discurso fragmentado o referido que ofrece en el mejor de los casos una sola lectura.

La resistencia al libro

Al no existir acuerdo sobre los géneros discursivos circulantes, chicos y jóvenes se encuentran con libros álbumes e historietas que en minutos o en horas ¿parecieran cubrir sus expectativas de entretenimiento? y a la hora de sentarse a estudiar no soportan los ‘tediosos jeroglíflicos’ de apenas una hoja escrita en el mejor castellano al que rápidamente abandonan.

La hoja, el capítulo, la extensión sin ilustraciones, hacen menos atractivo un libro y lo dejan. Cada vez más solo y en lista de espera, sigue sin ser promocionado. Si hay que leer que sea algo breve (un copete o un pie de foto) y si se elige un libro se mide por su grosor, entonces a la hora de estudiar ¿de qué nos sorprendemos? ¿qué habría que cambiar? ¿la forma de estudiar? ¿la fuente de acceso? ¿buscar en el aire, en las imágenes y/o en las viñetas el acceso al saber?

Yo ilustro, vos ilustrás, los niños copian y ¿quién lee?

Por tratarse de códigos distintos no pueden ser considerados ni tratados como equivalentes (no cuentan lo mismo), en cada uno hay una función explícita a desempeñar relacionada con el ritmo, el clima, el tono, las licencias. Mientras unos permiten avanzar la acción del relato, otros provocan detenerse (la imagen) a observar, analizar, mirar, reflexionar.

Entre las Artes Visuales, la Gráfica y la Literatura, cada una dará respuesta a los requerimientos de su época.

La lectura de buena literatura nos permite viajar a dimensiones extraordinarias, nos permite proyectar nuestro mundo interior, identificarnos, autoreferenciarnos, asociar, elegir, decidir, pensar libremente.

Sin verdades absolutas, creo que los buenos lectores se logran leyendo buena literatura.

¿Cuándo empezamos?

*LIJ: Literatura infanto juvenil

La lectura de buena literatura nos permite viajar a dimensiones extraordinarias, nos permite proyectar nuestro mundo interior, identificarnos, autoreferenciarnos, asociar, elegir, decidir, pensar libremente.