Uruguay

El Estado asumió su responsabilidad por la desaparición de la nuera de Gelman

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Macarena Gelman, hija de María Claudia García, desaparecida en 1976, y su abuelo, el poeta Juan Gelman. Foto: EFE

 

Alvaro Mellizo - EFE

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EFE

El Estado uruguayo asumió su responsabilidad en la desaparición en 1976 de la argentina María Claudia García de Gelman, víctima del Plan Cóndor, en un acto en cumplimiento de un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y calificado por el Ejecutivo como “símbolo de reparación”.

En la sede del Parlamento uruguayo, en Montevideo, el presidente José Mujica pronunció un breve discurso en el que reconoció la “responsabilidad institucional” del Estado en ese caso y la participación del país en el Plan Cóndor, como se denomina a las acciones represivas coordinadas llevadas a cabo por las dictaduras instaladas en el Cono Sur en los años setenta y ochenta.

Mujica, un exguerrillero tupamaro que combatió contra la dictadura (1973-1985), pero también contra Gobiernos democráticos, afirmó que Uruguay violó los derechos de María Claudia García y de Macarena, cuya identidad fue recuperada en el año 2000 gracias a los esfuerzos de su abuelo paterno, el poeta argentino Juan Gelman.

El gobernante responsabilizó así al Estado uruguayo por la desaparición de María Claudia y su esposo, Marcelo Gelman, que fue asesinado poco después.

“María Claudia, embarazada de ocho meses, fue trasladada a Montevideo y llevada al centro clandestino de detención que funcionaba en la sede del SIM (Servicio de Inteligencia Militar), permaneciendo hasta el día de hoy desaparecida”, recordó.

Al acto de reconocimiento de responsabilidad en el caso Gelman -que estuvo rodeado de polémica al ser considerado como un pedido de perdón a las víctimas de la dictadura- se sumó otra ceremonia, a la que asistió el canciller de Argentina, Héctor Timerman, y en la que se descubrió una placa en memoria de María Claudia García y otras “víctimas del terrorismo de Estado”.

Pese a la posición oficial de limitar la interpretación del acto al cumplimiento de una resolución judicial, los implicados lo consideraron más amplio.

“Se abre una nueva etapa, el Estado se involucra”, dijo a la prensa Sara Méndez, una reconocida militante y víctima.

El mismo secretario de la Presidencia uruguaya, Alberto Breccia, reconoció en una rueda de prensa tras la ceremonia que esta constituyó todo “un símbolo de reparación”.

Polémica

Por su parte, Juan Gelman y su nieta Macarena, que estuvieron presentes en el Parlamento durante la ceremonia, se mostraron conmovidos y satisfechos por el reconocimiento.

Aún así, Macarena señaló que la actuación de Uruguay “no constituye ni el principio ni el fin de absolutamente nada” y que tan solo marca “una instancia” a partir de la cual se puede “construir algo mejor”.

“Alivia un poco y hace más llevadero el camino. Eso no significa que el camino no sea difícil y que falten cosas por hacer y por conquistar”, dijo la joven en referencia a la búsqueda constante de los desaparecidos causados por la dictadura.

Lo que sí negaron todos fue que esta ceremonia, a la que no asistieron tres de los cuatro presidentes anteriores a Mujica que tuvo la democracia uruguaya, Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y Jorge Batlle, fuera un acto de perdón tal y como fue interpretado por muchos cuando fue anunciado.

Batlle llegó, incluso, a decir que el Estado no tenía que pedir perdón por lo sucedido y sí en cambio la guerrilla tupamara “que armó todo el lío”.

Esa polémica apuntó también a las filas del Ejército, cuyo comandante en Jefe, el general Pedro Aguerre, dijo que participaría en el acto si era invitado, pero que si alguien tenía que pedir perdón eran sus superiores, en este caso Mujica como Jefe de Estado y el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, otro exguerrillero tupamaro.

Al final, sin embargo, todos los altos mandos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea uruguaya estuvieron en el Parlamento.

Antes de la ceremonia parlamentaria se descubrió la placa en memoria de María Claudia y las víctimas de la dictadura en el edificio que albergó el Servicio de Inteligencia de Defensa (SID) y una cárcel clandestina, lugar en el que la argentina estuvo presa antes de dar a luz a Macarena.