Mesa de café

Gremio fuerte y gobierno débil

Remo Erdosain

Son las once de la mañana y si bien no hace tanto calor, el aire acondicionado del bar está prendido. El paisaje es el de siempre: diarios y pocillos de café sobre la mesa. Cuatro hombres conversan: a veces lo hacen en voz baja, a veces levantan la voz. Abel en este momento está haciendo uso de la palabra.

-Por fin se arregló el conflicto docente, el gobierno ha demostrado prudencia y sabiduría. Los maestros van a percibir aumentos y los chicos van a tener clases...

-Hasta el próximo paro -ironiza Marcial.

-Si el gobierno no cumple con sus compromisos, efectivamente habrá más paros -advierte José.

-Haga lo que haga el gobierno, los sindicalistas docentes van a encontrar un motivo para ir a la huelga; ya están cebados...

-No es tan así -advierto. No todos los dirigentes sindicales son irresponsables.

-Yo creo que responsables son todos -sostiene Marcial- unos luchan responsablemente por la revolución social y creen que cada huelga es un ensayo para asaltar el Palacio de Invierno; otros luchan responsablemente para asegurar su carrera de dirigentes sindicales porque es más lindo ser dirigente que ir a dar clases y no son pocos los que luchan responsablemente para sabotear al gobierno.

-Yo no sería tan concluyente -dice Abel.

-Yo quiero ser concluyente -porfía Marcial- lo que sucedió es una vergüenza. Dejaron durante nueve días a los chicos sin clases y el gobierno los premia levantando la sanción que había prometido, sanción que, dicho sea de paso, la mayoría de la sociedad aprobaba porque está harta de soportar los atropellos de quienes han hecho del paro una gimnasia muy bien retribuida.

-Los maestros tienen derechos que reclamar...

-La pregunta que yo me hago es la siguiente -digo- ¿por qué UPCN arregla con el Estado sin necesidad de ir a la huelga y los maestros cada vez que discuten estos temas lo primero que hacen es declarar una huelga?

-Un sociólogo chileno, para referirse a sindicatos que hacían de la huelga su razón de ser, los calificó de “gremios atorrantes”.

-¿No es muy duro?

-No es nada personal, se refiere a un tipo de práctica sindical donde más que la retórica ideológica lo que importa es no trabajar y cobrar.

-Me parece exagerado.

-No tanto. Prestá atención a lo que gasta el Estado provincial en pagar licencias.

-Que querés, ¿que vayan a trabajar enfermos?

-No quiero que vayan a trabajar enfermos, pero tampoco quiero que no vayan a trabajar cuando están sanos. En las agencias de turismo ya existe un rubro de planes de viajes para maestros en huelga. En una época se dijo: docente que para docente que no cobra. Ahora la consigna se ha invertido: docente que para docente que cobra.

-Insisto en que no todos hacen lo mismo.

-Puede ser -dice Marcial- pero la burocracia sindical docente la única lealtad que desarrolla con pasión es la de correrse por izquierda entre ellos, la lucha por espacios sindicales internos es más importante que la educación.

-Ese es un argumento de derecha -dice Abel.

-De derecha es dejar a los chicos sin clases, de derecha es degradar la educación pública, de derecha es promover con sus conductas que los padres manden a sus hijos a las escuelas privadas.

-Convengamos que no son los maestros los responsables de la decadencia de la escuela pública -considera Abel.

-No son los únicos responsables -corrige Marcial- pero también son responsables y en los últimos tiempos son los principales responsables.

-Yo recuerdo que cuando se constituyó CTERA -dice José- el objetivo era la defensa de la escuela pública y un sindicalismo con prácticas sociales decentes.

-Nada de eso han cumplido, salvo que alguien crea que Yasky es un modelo de trasparencia sindical o que la escuela pública de hoy es mejor que la de antes -digo.

-Lo tremendo de todo esto, es que la clase media a estos problemas lo resuelve mandando a sus hijos a los colegios privados, pero los pobres son los rehenes de este sistema perverso.

-Lo que no se puede desconocer -dice Abel- es que el gremio es democrático. La decisión de continuar la lucha la decidieron las bases. Nada se hizo a espaldas de la gente.

-Con ese tema yo hace rato que no me chupo el dedo -dice Marcial.

-¿Podés explicarte mejor?

-Las decisiones de las bases están condicionadas por las decisiones de los dirigentes que disponen del poder de la información.

-Además -dice José- es hora que los dirigentes dejen de hacer trampas con el discurso. Dicen que ellos acatan el mandato de las bases. Si las llamadas “bases” son las que deciden, ¿para qué están ellos, cuál es el rol de los dirigentes? Si fueran todo tan basista y transparente como ellos dicen, una oficina con una computadora alcanzaría para manejar el gremio. Sin embargo no es así. Cada vez hay más dirigentes.

-Yo hace rato que dejé de creer en la democracia de base -dice Marcial. -Cada vez que alguien usa esa palabra me llevo la mano al bolsillo porque seguro que quieren hacerme trampa.

-Los dirigentes docentes y los propios maestros tienen su cuota de culpa -dice José-, pero admitamos que el gobierno no estuvo precisamente brillante para lidiar con este conflicto.

-Yo creo que hizo lo que pudo -dice Abel.

-Discrepo -responde José.

-Coincido con José -agrega Marcial- el gobierno debería haber descontado lo días de huelga. No se puede amenazar y después dar marcha atrás. Un gobierno puede perder muchas cosas, menos autoridad. Y yo creo que en este conflicto ha perdido autoridad. Los dirigentes docentes se hacen un picnic con el gobierno.

-A mi todo esto me parece absurdo -digo- porque pasando en limpio lo ocurrido, llegamos a la conclusión que hubo nueve días de paro para aceptar lo que se planteó el primer día.

-No digas de paro -corrige Marcial- fueron nueve días de vacaciones que se tomaron los maestros, nueve días que no trabajaron, nueve días que dejaron a los chicos sin clases y nueve días que ahora van a cobrar como premio por su conducta brillante.

-¿Acaso el derecho de huelga no existe? -pregunta Abel.

-Lo que no puede existir es el abuso de un derecho -responde Marcial. -A la huelga se recurre en última instancia, pero para los sindicalistas docentes la huelga es la primera instancia: primero paran y después conversan.

-Total el contribuyente paga los impuestos -digo.

-¿Lo que yo me pregunto -digo- es dónde está la autoridad del gobierno?

-Bajarse los pantalones no es la resolución más adecuada en estos casos -dice José.

-Si el gobierno supone -digo- que los maestros y los sindicalistas le van a reconocer el gesto, están equivocados.

-No están equivocados -dice Marcial- están totalmente equivocados. Los energúmenos de Rosario y los “nac&pop” de Santa Fe se sienten convalidados en toda la línea. Nunca le van a reconocer nada al gobierno, por el contrario van a creer que es débil o que les tiene miedo y en la primera de cambio lo van a abollar a paros.

-¿Entonces hay que aplicar mano dura ? -pregunta Abel.

-Ni la mano dura ni la mano blanda -digo - la mano de la ley. Sólo hay derechos cuando hay deberes. ¿De qué deberes se hacen cargo los señores y las señoras de AMSAFE?

-No comparto -concluye Abel.