Encontrar la manzana podrida

El topo

Gary Oldman en su exquisita interpretación del agente Smiley, en la película “El topo”, del director Tomas Alfredson. Foto: Agencia EFE

El topo. “Tinker, tailor, soldier, spy”, Reino Unido, Francia y Alemania. Año: 2011. Dirección: Tomas Alfredson. Género: Thriller. Interpretación: Gary Oldman, Colin Firth, Tom Hardy, John Hurt, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Stephen Graham, Ciarán Hinds, Toby Jones, David Dencik. Guión: Bridget O’Connor y Peter Straughan; basado en una novela de John le Carré. Producción: Tim Bevan, Eric Fellner y Robyn Slovo. Música: Alberto Iglesias. Fotografía: Hoyte van Hoytema. Montaje: Dino Jonsäter. Diseño de producción: Maria Djurkovic. Vestuario: Jacqueline Durran. Duración: 127 min. No recomendada para menores de 12 años. Se exibe en Cinemark. Calificación EXCELENTE

 

Laura Osti

La acción transcurre en el año 1973, en Londres, como escenario principal. Es el tiempo de la Guerra Fría, época en la que los servicios secretos de las grandes potencias trabajaban a full en tareas de espionaje y contraespionaje y todo tipo de acciones que involucraran a otros países. El MI6 era un actor importante en esas cuestiones.

El topo, basada en una novela del ex agente secreto, más conocido como escritor, John le Carré, refiere a un asunto interno dentro de la comunidad de espías, que derivó en un conflicto grave que puso en jaque la seguridad del reino.

El detonante fue el fracaso estrepitoso de una misión en Hungría, que fue calificada por la cúpula de MI6 como “un desastre” y provocó la renuncia del jefe, Control (John Hurt), quien debió abandonar su cargo junto a su lugarteniente, George Smiley (Gary Oldman).

Pero ambos toman caminos separados, mientras Control se repliega y aceptando el fracaso da un paso al costado. A Smiley, el gobierno le pide que investigue las filtraciones dentro del servicio secreto, ya que se está ante la evidencia de que hay un desertor que conspira desde adentro.

Smiley, un hombre oscuro y silencioso, que no atraviesa un buen momento personal, puesto que su mujer lo dejó para irse con un colega, contará con la ayuda de un joven agente, Peter Guillam (Benedict Cumberbatch), todavía no contaminado por los vicios del oficio. Por su parte, Control le hace saber a Smiley que su lista de sospechosos se reduce a cinco, todos del equipo: el “calderero” Percy Alleline (Toby Jones), el “sastre” Bill Haydon (Colin Firth), el “soldado” Roy Bland (Ciarán Hinds), el “pobre” Toby Esterhase (David Dencik) y el “espía”, el propio Smiley.

En pocas palabras, todos están en la mira de todos. Ese trabajo es así, nadie puede confiar en nadie y la traición es moneda corriente. Pero cuando las cosas se ponen muy pesadas y las órdenes de arriba son encontrar al soplón, no hay otra cosa que hacer que cumplir las órdenes.

El relato se va desenvolviendo intercalando en el tiempo presente fragmentos de hechos que ocurrieron en el pasado, sucesivos flashbacks que van enhebrando una historia en la que cada uno de los nombrados ha tenido alguna participación.

Smiley también recurre a una vieja colega, Connie Sachs (Kathy Burke), ya retirada pero con buena memoria, que le aporta algunas pistas importantes, y al fin, las piezas se irán encajando como en un gran puzzle, hasta que finalmente se arribará a una solución eficaz.

La película dirigida por el sueco Tomas Alfredson es impecable en la construcción de climas, acompañada por una música muy sugerente que contribuye a poner el tono de intriga y un algo de angustia al relato. También se destaca el cuidado de los detalles y el seguimiento de los actores, sus pequeños gestos, todo eso que debe atender un buen agente secreto. A la cámara de Hoyte van Hoytema no se le escapa ningún dato significativo.

El elenco es excelente, está a la altura de la historia y de la calidad demostrada por el director. Es un film de neto corte británico, sin estridencias, inteligente, que invita a pensar al mismo tiempo que entretiene con recursos nobles, propios del cine clásico, en el que el contenido es lo más importante y la forma acompaña.