Los desafíos de la secundaria de hoy

Un libro propone enseñar la historia de manera reflexiva

María Gabriela Pauli, docente de Historia, sugiere que los alumnos relacionen los procesos mundiales con los argentinos, confronten autores y entiendan por qué sucedieron determinados hechos. Plantea cuestionamientos a la reforma curricular.

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La Prof. Pauli dice que con la reforma curricular, los contenidos de historia de 2º año son demasiados para un solo curso. Foto: Flavio Raina

De la Redacción de El Litoral

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La profesora María Gabriela Pauli es autora de un libro que aborda la enseñanza de la historia en la escuela secundaria y plantea la necesidad de despertar en los adolescentes un pensamiento crítico y reflexivo con relación a la materia. El trabajo “Enseñar historia, enseñar a pensar. Los desafíos de la educación en la escuela secundaria” fue publicado por la editorial de la Universidad Católica de Santa Fe y se presentó recientemente en la sede de esa casa de estudios.

“El libro está pensado para docentes de historia o alumnos de los profesorados. No es una serie de recetas de cómo enseñar la disciplina, sino que partimos de lo complejo que es el hecho de enseñar para ofrecer algunas reflexiones con el fin de repensar nuestras propias prácticas y seguir encontrando los modos más favorables de enseñar”, explicó la docente, en diálogo con El Litoral.

Parte del trabajo consiste en un análisis de la problemática de la enseñanza de la historia en el contexto de la transformación educativa iniciada en 1993 con la Ley Federal y que adquiere un nuevo giro con la Ley de Educación Nacional.

“Lo que intento hacer también en otro tramo del libro es algo que no se ha hecho ni desde la perspectiva de los trabajos sobre didáctica de la historia ni tampoco desde los trabajos específicos sobre historiografía, que es plantear un marco epistemológico para desde ahí pensar las cuestiones didácticas. Desde la perspectiva antropológica asumimos explícitamente una idea de hombre integral, de manera de poder abordar todas las dimensiones de la persona”, amplió Pauli.

— ¿Qué supone enseñar a pensar, a reflexionar la historia?

—Es poder analizar y estudiar los procesos, ver los factores y circunstancias que incidieron en un determinado hecho histórico y poder repensar a partir de allí, poder reflexionar, ir relacionando los procesos mundiales con los argentinos, por ejemplo, para entender también por qué suceden determinados hechos o por qué se tomaron ciertas decisiones y no otras. También implica confrontar autores y bibliografía, por más jóvenes que sean los alumnos. No quiere decir que hay que darles de leer la bibliografía universitaria, pero sí mostrarles distintos enfoques para que vean que la interpretación del pasado no es algo dado o cerrado y que no permite problematizarlo más. Claro que este enfoque de la enseñanza lleva tiempo académico. A lo mejor podés estar un mes dando la Primera Guerra Mundial o el descubrimiento de América. Ése es un poco el problema con la nueva reforma curricular del secundario.

— La reforma curricular eliminó la materia Historia del 1º año ¿Qué opinión le merece esa medida?

— Lo fundamental es que este cambio se implementa para 1º y 2º año, que desaparece Ciencias Sociales y aparecen las disciplinas -como Historia- pero solamente a dictarse en 2º año y con 4 horas. El gran interrogante que tenemos es que no se sabe qué va a pasar en 3º, 4º y 5º año porque no está pensada la reforma para todo el trayecto del secundario. Para el segundo año, los contenidos de historia abarcan desde el siglo XV al XX, es decir, desde el descubrimiento de América hasta la actualidad. Es tanto contenido que uno podría secuenciarlo para los cinco años tranquilamente. Aún más si es que uno pretende enseñar la historia no sólo como una acumulación de datos o fechas sino para abordarla desde la reflexión.

Abordar la historia reciente

— Desde el gobierno nacional siempre se insiste con el dictado de los contenidos de la historia argentina reciente ¿Hay alguna resistencia entre los docentes sobre cómo abordarlos en el aula, teniendo en cuenta que puede haber familiares de desaparecidos o de militares?

—Es importante tocar la historia reciente, y además a los chicos les interesa. Personalmente los trabajo con los alumnos de 4º año en Historia Argentina, y justamente está bueno esto de poder ver las distintas visiones sobre el pasado. Una de las propuestas que les hago a los alumnos sobre el proceso militar del ‘76 es que hagan entrevistas a gente común, a familiares y vecinos. Uno tiene que trabajar los temas sin herir susceptibilidades en los chicos y hacerles entender que las cosas no pasan porque las personas son buenas o malas, sino que es un proceso mucho más complejo. El apelar a la entrevista, a la historia oral que ellos pueden recuperar, permite que en el aula tengamos distintas versiones, y que los alumnos entiendan que reconstruir el pasado es siempre una tarea compleja, que se llega a una aproximación y que no siempre vamos a tener la verdad revelada sobre un hecho. Es fundamental no cerrar ni demonizar a nadie, sino tratar de entender por qué se dieron estos procesos y contextualizarlos en el proceso que se dio en Latinoamérica y que tiene que ver con intereses y políticas diseñadas a nivel mundial.

La motivación necesaria

—¿Cómo se puede motivar a los chicos a aprender historia que es, quizá, la materia más teórica del secundario?

— Hay que partir de dos cuestiones: una, que al adolescente no le interesa estudiar ni la propuesta de la escuela y que asiste al secundario por obligación; segundo, que de una clase de 30 alumnos solamente a dos o tres les gustará la historia. ¿Qué hacemos entonces? Una cuestión central es que sí o sí tienen que aprender la materia, al margen de que no les interese. En la medida que ellos van conociendo más, se van a ir interesando, y en la medida que uno les va proponiendo alternativas de trabajo que los involucre y obligue a pensar, a argumentar, a leer, al menos lograremos que les empieza a interesar, que es el primer paso. Lo que a mí me ha resultado con algunos alumnos a los que uno no sabe cómo motivarlos, es buscar otro tipo de estrategia. Por ejemplo, al pedirles que diseñen una campaña política para abordar la Ley Saénz Peña, un alumno que tenía muchas habilidades gráficas, puso toda su creatividad en esa actividad y a partir de allí cambió su actitud hacia la materia. En la escuela secundaria la relación afectiva es muy importante: si el profesor les cae bien, eso ya los motiva a aprender. Cuando uno logra encontrar algún vínculo con el estudiante se ven los resultados.

Menos horas

“Hay una serie de contradicciones entre la letra de la Ley Federal, que habla de una formación integral, y los documentos curriculares en la escuela, donde casi desaparecen los espacios que tienen que ver con la educación artística y con la Historia. Esta última aparece fundamentada como de una gran importancia pero cuando uno va a ver qué espacios realmente hay, resulta que desde el ‘93 a la fecha se han acortado y achicado la cantidad de horas”, señala María Gabriela Pauli. Añadió que “cuando yo estudié en la escuela secundaria, teníamos 4 horas de Historia en los primeros años y 3 horas en los últimos. Con la Ley Federal pasamos a tener 3 horas en primer año y 2 horas en segundo, en Ciencias Sociales que incluye a historia y geografía, y en quinto no existe. Ahora tampoco está en 1er año”, mencionó.

María Gabriela Pauli

Es profesora de Historia egresada de la UNL y doctora en Educación por la Universidad Católica de Santa Fe. Se desempeña como docente en el Instituto Secundario Arquidiocesano San José y en los profesorados de Historia de los institutos Almirante Brown y Fray Francisco de Paula Castañeda. Publicó trabajos referidos a las prácticas pedagógicas como a la disciplina Historia, participó en congresos y jornadas presentando ponencias de su autoría.