Señal de ajuste

Prisioneros de Disney

Prisioneros de Disney

“Once upon a time” es el título de la serie que emite los martes, a las 21, el canal Sony.

Foto: Gentileza ABC

 

Roberto Maurer

La humanidad nunca estará a salvo de Caperucita Roja, Blancanieves, Pulgarcito y Cenicienta, ya que nadie reclama derechos de autor y pertenecen al dominio público. Esos personajes nunca se fueron y actualmente una ola de revisionismo nos devuelve los cuentos tradicionales. Es una constante de la era moderna, cuya primera manifestación masiva habría sido la “Blancanieves” de Walt Disney, quien en 1937 aterrorizó a grandes y chicos con un pasaje que aún hoy provoca escalofríos: la sombra gigantesca del asesino contratado por la Reina que se cierne cuchillo en mano sobre la indefensa protagonista.

Hubo parodias, como aquella de Jerry Lewis en “El Ceniciento” y también industrializaciones de la línea Barbie, sin dejar de lado expresiones del cine pornográfico, que en los Siete Enanitos encontró personajes ideales, según la leyenda que atribuye a los masculinos de baja estatura ciertas bendiciones de la naturaleza.

Fue en ese mismo siglo XX y con ayuda de los nuevos estudios sobre los procesos psíquicos inconscientes, que se descubrió que los cuentos de hadas no eran inocentes, y que había sentidos escondidos bajo sus signos visibles. Así, fueron legitimados por sus efectos terapéuticos sobre los niños, que podían ser expuestos al sadismo sin problemas: se trata de un lenguaje simbólico que contribuye a su desarrollo y los libera de pulsiones. Allí, descansa la clave de su perduración a través de los siglos, porque son necesarios para la infancia y los estudios Disney.

HABÍA UNA VEZ

Acaba de estrenarse en Sony los martes a las 21 la serie “Once upon a time” (Había una vez), una ingeniosa reinterpretación de los cuentos de hadas, cuyo elocuente encabezado dice así:

“Había un bosque encantado poblado por todos los personajes clásicos que conocemos. O que suponemos conocer.

“Un día ellos se dieron cuenta de que estaban atrapados en un lugar donde todos los finales felices habían sido robados.

“Nuestro mundo.

“Así es como sucedió...”.

En estas palabras, yace el mensaje de la serie: vivimos en un mundo sin esperanza, porque la felicidad nos fue arrebatada -sin indicar por quiénes-, y se trata de recuperar los finales felices para la humanidad. O, en todo caso, se trata de liberar a esos pobres personajes de los cuentos de la espantosa existencia cotidiana de nuestro mundo y devolverlos a sus vidas maravillosas.

El método narrativo consistió en inscribir el drama romántico en un mundo de fantasía habitado por los personajes de los cuentos de hadas, que ignoran quiénes son. Se trata de dos universos paralelos, el real y aquel que siempre pensamos como imaginario.

MESÍAS

El comienzo de la serie es el final del cuento. El Príncipe Encantador salva a Blancanieves y en el mismo día radiante de la boda aparece la Reina Mala para echarles una maldición: todos serán despojados para siempre del amor e inmovilizados en el tiempo. En su mazmorra, el oscuro Rumplestiltskin les revelará una profecía a los consortes, anunciando que todos serán salvados cuando la criatura que Blancanieves lleva en su vientre cumpla 28 años. Deberán evitar que la Reina la mate y esconderla en un armario mágico, según decisión de un cónclave al cual asisten desde los Siete Enanitos a Pinocho. Sólo sobrevive la beba, y ahora, en las calles de Boston, es Emma, una chica linda, dura y solitaria que trabaja como cazadora de recompensas. El día de que cumple 28 años, es la mesías y no lo sabe hasta que un niño se presenta como el hijo biológico que una vez ella dio en adopción. Ella misma es una huérfana que no conoce su origen, aunque presentimos que se trata de la hija de Blancanieves y el Príncipe, que murieron para salvar a su hija.

Y el niño la lleva a Storybrooke (un juego de palabras con “storybook”), un pueblito del Estado de Maine cuyo reloj municipal se detuvo a las 8.15. El niño le explica a Emma que sus habitantes son los personajes de los cuentos que no recuerdan quiénes son y que están condenados a vivir sin finales felices. La alcaldesa y madre adoptiva del niño es la Reina Mala, el sheriff y la maestra son el Príncipe y Blancanieves, el psicoanalista del pueblo es Pepe Grillo y el poderoso es Rumplestiltskin.

Son prisioneros, se trata de romper con la maldición y de preparar la “batalla definitiva”. Sin embargo, en su vida sin amor, Emma es una escéptica y los diálogos recorren la cornisa de la duda:

—No se consigue nada cediendo a nuestro lado oscuro.

—Y las conciencias limpias, ¿cuántas batallas han ganado?

O:

—El bien no puede perder.

—Quizá pueda.

Si bien “Once upon a time” respeta los estereotipos de los cuentos populares en su momento reelaborados por autores-recopiladores como los Grimm, se ha observado que la serie añade referencias que solamente fueron creadas para las versiones de Disney. Al fin, la serie es producida por la cadena ABC. ¿Y de quién es ABC? De la Disney.