Sucedió en Malvinas

Sucedió en Malvinas
 

Juan Marcos SoPerez, en un principio, desconocía que se dirigía a las Islas Malvinas.

La autora relata breves historias vividas durante acontecimientos ocurridos en el país (la guerra de Malvinas), que “amplían el caudal memorioso que labra la Historia Patria”.

TEXTO. ZUNILDA CERESOLE DE ESPINACO.

Corría el año 1982 cuando el día 26 de marzo, Juan Marcos SoPerez, por la tarde, se dirigía a la guardia -tal y como lo hacía habitualmente- para concurrir al Colegio Ricardo Gutiérrez de Punta Alta, ya que allí estudiaba a fin de completar sus estudios secundarios; lo hacía con entusiasmo y dedicación.

Se halló con la novedad de que el Oficial de Guardia suspendía el franco a todos y ordenaba “alistamiento general” y presentación de todo el personal fuera de la Unidad.

Se comenzó, entonces, con los aprestos de costumbre en cada ejercicio en playas, terrenos de Baterías o litoral marítimo del sur del país. En esta ocasión se aprestaban todos los vehículos anfibios a Orugas (VAO) y un grupo de vehículos anfibios a Ruedas (VAR) con sus correspondientes dotaciones y pertrechos, sistemas de comunicaciones y armamentos.

Juan Marcos retiró su ametralladora M-85 calibre 12,7 cm, 3 cañones de repuesto, 5.000 litros, más las bandas y se fue a montarla a la estación de armamento de su VAO 01. Mientras armaba las interminables bandas de proyectiles preguntó a su Encargado Suboficial Manriques qué sucedía y adónde se dirigían. Él le respondió que lo ignoraba, pero esto iba a poner a prueba todo lo que sabían como apuntadores de ametralladoras de los Vehículos Anfibios a Orugas. Ese día y el siguiente continuó con esa tarea, chequeando todo, para no dejar nada librado al azar.

El día 28 de marzo a primera hora partió toda la Unidad para recorrer los 13 kilómetros que los separaba del Buque Tanque Ara “Cabo San Antonio”, amarrado en la dársena de Puerto Belgrano.

Al llegar al muelle del puerto impactó sus pupilas el Buque Desembarco, con su imponente figura gris inmersa en el marítimo paisaje. Apreció, asimismo, la magnitud del apresto; ya se estaban realizando innumerables tareas de carga por rampas “a mano” de todo tipo de materiales: equipos de comunicaciones, armamentos, raciones de combate y, por guinche, camiones, ambulancias, cocinas de campaña. Con el guinche mayor fueron cargados los Vehículos Anfibios de 18 toneladas de peso y depositados en su bodega, convertida en un enorme estómago metálico. Una vez que la tripulación fue embarcada, la nave levó anclas y tomó rumbo al sur.

No sabía a qué destino se dirigían, capearon una tempestad en el Golfo de San Jorge y luego la nave tomó rumbo al este.

Recuerdo a los compañeros con los que mantenía una amistad más estrecha: Héctor Castro, entrerriano de Concordia, era motorista y tenía un carácter alegre y juguetón; Morales, correntino guitarrista y cantor, que les dio un curso acelerado de “chamamé” a través de sus interpretaciones; y Aníbal Espósito, inteligente, entusiasta y vivaz, conductor del VAO 07, que fue el primero en recibir 97 tiros de los ingleses en su vehículo y un cohete en el mismo momento, que pasó casi rozando el vehículo que dirigía, quien -afortunadamente- salió ileso del ataque enemigo.

El 1º de abril les comunicaron que la misión era recuperar para el país las Islas Malvinas y que navegaban rumbo al objetivo.

NOTICIAS EN LA RADIO

Él se encontraba allí con todos aquellos argentinos que, bajo bandera, formaban unidos un solo equipo de trabajo, teniendo en cuenta la importancia de todos, para el cumplimiento de esa misión.

Luego de la cena, aproximadamente a las 23 horas, en el comedor del buque se ofició una misa y se volvió a los sollados (camarotes), para descansar y esperar la orden del Comandante luego de la vigilia.

Con otros compañeros subió a la cubierta para respirar aire puro, posteriormente ingresaron a la cabina de un camión Volvo de comunicación y comenzaron a escuchar -por medio de una vieja radio a transistores de bolsillo- el noticiero de Radio Colonia, radio uruguaya muy escuchada por aquella época.

Se informaba que Argentina desplazaba al sur una fuerza Marina y no se descartaba que se dirigiera hacia las Islas Malvinas. Con amargura comprendió que la noticia había descorrido el velo secreto de la patriótica misión y arrasado el “factor sorpresa” inherente a la misma.

Alrededor de las 5 horas estaba ya en su estación de armamento cuando se difundió por los altoparlantes de la bodega que la Fuerza Anfibia tenía la misión de recuperar las Islas Malvinas y que, durante las acciones de ocupación, se debía respetar la vida de mujeres, ancianos y niños, así como la propiedad pública y privada, siendo factible que a quien así no lo hiciera se le aplicaría la pena máxima.

VIVA LA PATRIA

Al grito de ¡Viva la Patria! comenzó el desembarco, luego de recorrer 600 metros hasta la playa denominada Roja, se cambió de mando marino a tracción terrestre y se comenzó a trepar la primera altura buscando actividad del enemigo y asegurar la playa.

Un grupo de vanguardia al mando de un oficial naval se dirigió al aeropuerto para despejar la pista que estaba obstruida por máquinas y tractores y otros obstáculos, y posibilitar el arribo del primer avión Hércules que partiría con tropas desde Puerto Madryn.

Al reincorporarse la vanguardia se dirigieron a toda la velocidad al pueblo pasando por un istmo, hasta unos 700 metros del ingreso del lugar donde encontraron resistencia inglesa y comenzó un combate intenso que finalizó al quedar aferrado el enemigo por un despliegue en abanico y fuego directo, replegándose en apurado retroceso esta defensa británica hacia el interior del pueblo, para hacerse más fuerte.

Inmediatamente, los anfibios fueron dirigidos al interior del poblado para asegurar los objetivos más importantes y posibilitar una demostración de fuerza con el fin de obtener una rendición inmediata del gobernador, evitando pérdidas de vidas, lo que se cumplió luego de la caída del Capitán Pedro Gianchino, quien muere al persuadir la rendición de la autoridad máxima.

FRANCA DESVENTAJA

Al estar los ingleses en franca desventaja táctica y numérica, el gobernador renuncia. Se reunió a todos los prisioneros en inmediaciones de la gobernación.

Juan Marcos SoPerez y sus compañeros fueron asignados a ocupar con su vehículo el sector de responsabilidad en la entrada del pueblo. Recuerda el gozo que sintió ante el paso del ex gobernador a bordo de su Roll Royce manejado por un chofer. Iba sentado en el asiento de atrás, ataviado con el uniforme clásico de su rango y llevaba un sombrero con plumas, detrás venía otro coche con su familia y un tercero con valijas. Todos conjuntamente con soldados ingleses estaban escoltados por guardias argentinos, para arribar al avión que los transportaría a Carrasco (Uruguay).

Esa noche a la intemperie, sentados sobre un cordón de una de las calles, oficiales, suboficiales, cabos y conscriptos, comieron un guiso de lentejas y combatieron el frío glacial del ambiente con las llamas ardientes de sus corazones, que hacían refulgir el sentimiento de amor a la Patria. Hubo un brindis por la recuperación de ese pedazo de suelo argentino. Al hacerlo, entrechocaron sus jarros de aluminio. Ese sonido metálico perdura aún en sus almas a pesar de los 30 años transcurridos.

Las breves historias vividas durante acontecimientos ocurridos en el país amplían el caudal memorioso que labra la Historia Patria.