Se suman a un remisero bajo sospecha

Dos trapitos fueron apresados por el doble crimen de calle Cochabamba

Los detenidos son cuidacoches, con pruebas que los comprometen en el caso de la pareja asesinada a golpes de hacha. Son dos y están a disposición de la Justicia de Menores.

Dos trapitos fueron apresados por el doble crimen de calle Cochabamba

La casa del ex empresario brutalmente asesinado, al igual que su compañera.

Foto: Archivo/El Litoral

 

José Luis Pagés

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Pasado el mediodía del 22 de febrero Graciela, una de las hijas de Jorge Ríos -ex socio gerente de una conocida confitería santafesina-, descubrió que éste, al igual que su pareja, Nélida Peart, yacían muertos en medio de un cuadro aterrador.

La escena se presentó a los ojos de la mujer apenas abrió la puerta de la casa que los septuagenarios ocupaban en calle Cochabamba 4676, barrio Barranquitas de nuestra ciudad. Tanto el hombre de 79 años como la mujer de 72 habían muerto a golpes de hacha.

Desde ese momento los agentes de la División Homicidios de la Unidad Regional I iniciaron la investigación que parece haber cerrado ahora con la captura de estos dos menores en el marco de un allanamiento practicado en una casa del barrio San Agustín.

El procedimiento en cuestión sería decisivo en cuanto a que la policía logró el secuestro de un par de gemelos de metal dorado, un juego cuyo diseño lo distingue y que indudablemente perteneció a la víctima, dijo una de las fuentes policiales consultadas hoy.

La punta del ovillo apareció a pocos días de consumado el crimen, cuando se detectó el teléfono de Ríos, un aparato celular que fue encontrado en poder de una joven, sobrina de un remisero apellidado Casco.

El hombre el cual la fiscal Mariela Giménez pidió la prisión preventiva habría dicho entonces que encontró ese teléfono en el asiento de su coche después de llevar desde Barranquitas a dos jóvenes pasajeros hasta un punto de la planta urbana situado en el extremo norte.

Siete semanas después, los agentes que seguían el rastro de esos pasajeros que se habían convertido en sospechosos principales cayeron sobre ellos en el barrio San Agustín, tras irrumpir en una vivienda con órdenes libradas por el juez de la causa, el Dr. Darío Sánchez.

Al parecer los pibes que hacían de cuidacoches en los alrededores de la terminal de ómnibus se dirigieron aquella noche a la zona oeste para comprar algunas sustancias en forma de pastillas, y fue bajo los efectos de alguna droga que un poco después sorprendieron a Nélida Peart cuando depositaba una bolsa de residuos en la vereda.

Cabe imaginar que mediante la fuerza obligaron a la mujer a reingresar a la casa donde también sería reducido Ríos. Supuestamente los menores tuvieron la intención de apoderarse de dinero o de algún objeto de valor, pero sería bueno saber si todo resultó de un encuentro casual o si por el contrario fue el robo -acaso el crimen- planificado previamente.

La furia homicida a la cual los asesinos dieron rienda suelta no parece explicarse en la frustración de dos asaltantes no conformes con el botín, sino más bien a una deliberada intención de exterminar a las víctimas.

Por ejemplo los asesinos descargaron numerosos golpes de hacha contra Ruiz, quien finalmente cayó muerto en el pasillo que comunica la cocina con el comedor de la casa, pero no conformes con eso -dado el cuadro observado aquel día-, Peart fue retirada del dormitorio donde había buscado refugio.

Para llegar hasta ella, los asesinos usaron una barreta, pero finalmente -como en una película de terror- se abrieron paso a golpes de hacha. La puerta quedó destrozada y el cadáver de la mujer presentaba cortes y laceraciones causadas con esa herramienta y también con una afilada barreta.