Horacio Molina

La letra y la melodía por sobre todo

El destacado cantante se presentará mañana, en La Moreno, con un repertorio abierto, con base en el tango y la milonga. Será una cita íntima con la voz de uno de los cantores más refinados de la música argentina.

Ignacio Andrés Amarillo

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Mañana, el escenario de La Moreno (Marcial Candioti 3341) cobijará desde las 21 al maestro Horacio Molina, acompañado por el pianista Federico Mizrahi. Según se cuenta, será la primera vez en Santa Fe para un artista que cuenta con más de 50 años de trayectoria. La entrada tendrá un valor de 80 pesos.

Visitante

El Litoral dialogó en la previa con el artista, para adentrarse en su particular universo musical.

—Según dicen, es su primera actuación en Santa Fe.

—Creo que sí, no estoy muy seguro, han pasado 50 años (risas). Seguramente alguna vez estuve, pero hace muchísimo tiempo que no voy, seguro.

—¿Qué va a presentar en este concierto?

—Voy con un pianista que se llama Federico Mizrahi, un hombre de trayectoria importante, un músico muy dúctil. No necesito de más cosas, me permite además al estar con un solo músico improvisar muchas de las cosas que voy a hacer.

Soy una persona que se sube al escenario a jugar un poco según la música que tengo acumulada a lo largo de tantos años de escuchar música, desde que tengo uso de razón.

Por supuesto que lo prioritario va a ser el tango y la milonga, pero también inesperadamente puedo incursionar en otros géneros que también me son afines y que me gusta mucho hacer. No puedo definir con certeza voy a hacer estoy y esto. Subo y ni yo sé qué voy a cantar.

Me da una adrenalina importante, y voy comunicándome a medida en que esa actitud me permite desestructurarme y estar como en una reunión de amigos. Si el público está espectante y yo no estoy preocupado por cuestiones técnicas, puedo dejar salir mi espíritu, mi alma.

Versión propia

—¿Cómo se encaran los clásicos para encontrarles una nueva vuelta?

—Para mí es uno de los grandes desafíos. Tengo un gran rigor en todo lo que es composición, poesía, nivel del repertorio. Lo único en lo que me siento realmente fuerte es en hacer sin esfuerzo y sin una búsqueda específica una versión que me pertenezca, que sea absolutamente identificable con una forma y un sentimiento mío.

Es como si en más de 60 años de escuchar música se hubiera hecho un guiso en mi alma, entonces ese guiso sale solo. Y el público me dice que cuando escucha las canciones por mí, es como si las oyera por primera vez. Muchas veces las descubren a través de mis versiones, que es el halago y el premio más grande que puedo tener.

No es una fórmula pensada, es una manera de ser, de dejar salir lo que yo soy, no hacer trampas con inflexiones asociadas a otras interpretaciones. Me lo han preguntado otros intérpretes, que al parecer les cuesta más; así que empecé a darle un valor que antes no le daba.

La matriz

—Lo han comparado sobre todo con Gardel, pero también con Rivero y con el joven Goyeneche. ¿Qué diría usted que comparte con ellos?

—Es extraordinaria esa pregunta, porque realmente son dos artistas, tanto Goyeneche como Rivero, que basaron su estilo y su forma yendo a la fuente de Carlos Gardel: porque me lo han dicho, porque he tenido el privilegio de tener una relación con Goyeneche bastante fluida. Era un apasionado loco de Gardel, lo mismo que Rivero.

Ellos fueron fundamentalistas, que yo también lo soy, de que Gardel es el rey, por su talento inconmensurable. Los dos artistas que tienen una impronta personal, justamente se basaron en Gardel. Y a mí también me pasa lo mismo, mi referente es Gardel, y sin embargo no me parezco ni a Rivero ni a Goyeneche.

Rivero me parece que es muy gardeliano, Goyeneche menos. Rivero es Gardel con voz grave.

—El Gardel barítono...

—Sí: el fraseo, la intención, lo veo a Gardel cuando lo escucho a Rivero. En Goyeneche no.

Respeto

—Usted siempre se proclamó un fundamentalista por el control de la voz, como el instrumentista a su instrumento. Y al mismo tiempo siempre se considera “el que respeta las letras”. ¿Cómo se logra la síntesis?

—Nunca estoy conforme con lo que hago. Lo oigo un tiempo, a veces lo acepto y a veces me dan ganas de tirarlo a la basura. Siempre aspiro a más, sin pasarme de rosca, ni caer en los clichés y la autocopia.

Como parece que digo bien los textos, parece que yo estuviera hablando, me tildan de disseur, como el Goyeneche de la última etapa (sin las exageraciones que a veces tenía), pero estoy cantando todas las notas que están en la melodía, a la que le doy un valor inconmensurable.

Creadores

—¿Cuáles son sus letristas y sus melodistas favoritos?

—Melodistas: Gardel, Troilo, Games, Delfino, Mores, Bardi. Seguro que me estoy olvidando de alguno y me quiero matar... Y las letras: Le Pera, Manzi, Cadícamo (un poco “romanticón”, pero lo amo, geníal en lo descritivo), Discépolo (en las dos categorías), Celedonio Flores, que era una bestia, un tipo con una amplitud de expresión de todos los niveles, la burla con clase, cero grasa. Homero Expósito: algunas cosas me parecen buenísimas, otras no: no las canto porque no las puedo digerir.

Se me puede tomar por arrogante, pero una palabra medio forzada y chau, es suficiente para abandonar un tema. Y otros que pueden parecer casi ridículos que me gustan, tienen un sabor genuino.

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La instrumentación escasa le permite al artista improvisar la lista de temas a interpretar; en la ocasión, vendrá acompañado por el pianista Federico Mizrahi.

Foto: Gentileza producción/Fernando Dvoskin