The No Smoking Orchestra

Bacanal balcánica en el Litoral

La agrupación encabezada por Emir Kusturica hizo bailar y divertirse a una audiencia ávida de su fiesta pagana, circense y sentimental.

Bacanal balcánica en el Litoral

La banda en pleno, con sus dos referentes al frente: el histriónico violinista Dejan Sparavalo, y el cineasta que le dio nombre y espíritu a la troupe. Foto: Pablo Aguirre

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Dos expresiones suele usar Emir Kusturica (para que el lector se acerque a la cultura serbia, pronúnciese “Kusturitza”) para describir a las performances de The No Smoking Orchestra: acrobáticas y dionisíacas.

Y no está equivocado: de una de las regiones más castigadas por la guerras fratricidas, salió esta agrupación cuya premisa es divertirse y divertir, con una alegría rabiosa pero no por eso renunciando a la inteligencia; quizás porque, como pensaba don Arturo Jauretche, estar triste es empezar a perder la batalla.

O quizás porque quienes tienen dentro de su biblioteca sonora el repiquetear de las Avtomat Kalashnikovas, o el grito despreciativo de ustacha, chetnik o muslime, saben que “la vida es un milagro” y hay que ponerle música; especialmente ese unza unza hecho de intrincadas melodías gitanas y bases machacantes (que por momento recuerdan al bajo del cuarteto cordobés, inspirado a su vez en la tarantela).

Reformados

En esta gira, titulada The Gypsies Are Back 2012, con la cual arribaron a Santa Fe, la formación no pudo contar con su habitual frontman, el doctor Nele Karajlić, con su presencia escénica y sus vestuarios estrambóticos a lo Ziggy Stardust.

Pero, la formación se arregló para reemplazarlo, con un gran despliegue vocal del acordeonista Zoran Milošević (de punta en blanco, sombrero e instrumento incluidos, casi listo para ir a un casamiento gitano); con un Kusturica corrido al lugar de maestro de ceremonias, con remera del Che, haciendo algunas voces presentando las canciones y haciendo bromas y comentarios (un lugar que no suele ocupar habitualmente, y al que tal vez no se haya acostumbrado); y con el histrionismo de la otra rockstar de la banda, el virtuoso violinista Dejan Sparavalo, enfundado en su túnica de mandarín, el más acróbata de la alineación, la cual se completa con el “ultraeslavo” Goran “Pop” Popović en bajo y tuba; Ivan Maksimović en primera guitarra; Nenad “Blackbird” Petrović en saxo alto; y Zoran “Ceda” Marjanovic en la batería (habitual percusionista, reemplaza a Stribor Kusturica, la otra baja de la gira).

Kusturica (aunque no sea el que más toque en su guitarra y algo de percusión, ni el que más cante) es el motor, el inspirador, el que hizo las películas para las que se creó buena parte de esta música (especialmente desde que se peleara con su otrora musicalizador, Goran Bregović). Sparavalo es el que más naturalmente interactúa con el público, el que puede tocar el violín en las posiciones más alocadas (con el natural virtuosismo con que se toca en el este europeo), o tañerlo con púa como si fuera una mandolina.

A bailar

Parecía que la cosa iba a ser un poco más fría que de costumbre en Santa Fe, al ser la convocatoria en el Teatro Municipal (en Buenos Aires tocaron en el Teatro Vorterix, con la gente de pie). Pero cuando el cineasta anunció que la segunda canción sería “Unza unza time”, la sala explotó a la primera línea melódica del violín.

A continuación llegó “Meine Stadt”, de “Gato Negro, Gato Blanco” (anunció el nombre en castellano, con Milošević arrancando como un lloroso crooner, para entrar a un ritmo ska-rock. Entre canción y canción, el ritual de siempre: alguna línea de “La Pantera Rosa” de Henry Mancini.

“¿A ustedes le gusta MTV? Si les gusta The No Smoking Orchestra, no les gusta MTV, ¿es lógico?”, afirmó, antes de interpretar “Fuck you MTV!”, uno de los clásicos de la banda. “Mucho mejor que en Mendoza”, sostuvo el realizador, comprobando la potencia de los estribillos en las gargantas del público; Sparavalo tendría a su cargo la voz líder, con Petrović introduciendo una cita al “Bolero” de Ravel, todo con una gran cantidad de público arriba del escenario.

Luego de esto, Emir “echó” en inglés y francés a los hombres, para darles “una lección” a las mujeres: una peculiar clase de danza sobre el instrumental “Evergreen”, de “La vida es un milagro”.

Gitanos

Para interpretar “Was Romeo really a Jerk?”, la banda necesitaba una Julieta, y la convocada para tal tarea no fue otra que la conductora televisiva Victoria Panozzo, feliz de ser adorada como una princesa por esa troupe de serbios sudorosos.

Nuevo pasaje instrumental de “La vida es un milagro”, en el que Kusturica se permitió bromear con su trabado castellano, aclarando que no es “La Viagra es un milagro”, para terminar bailando con la chica de la tele, que se había quedado en la periferia del escenario.

Luego llegaría una canción de “Tiempo de Gitanos”, pero no de la película, sino de la “ópera punk” que la banda craneó en 2007, con los tiempos de la música romaní, que se arrastra desde el low tempo hasta el desenfreno.

Pero era hora de subir la apuesta, y se anunció una canción “muy popular”: “Pitbull terrier”. Si en algún momento a algún crítico se le ocurre acuñar la expresión “metal balcánico”, este tema tendría que estar entre los precursores, con su cruza de melodías sinuosas y estribillos violentos, con el acordeonista en la voz más aguda, y una cita a “Los viejos vinagres” de Sumo en las guitarras y el saxo.

Circo gitano

De ahí, saltaron a la música de “Underground” (explosión de gitanería), y a partir de ese momento la cosa comenzó a ponerse humorística, con citas clásicas adaptadas al ritmo unza unza, y de ahí a una canción tradicional con Popović en la tuba. Después “Wanted man” (de “La vida es un milagro”), con cierto sabor a western, con ovación para Dejan, que pasó a tocar el violín en la nuca, en el zapato, y teniendo el arco con los dientes junto a Emir (“le ofrecieron mucho dinero del Cirque du Soleil, pero les dijo que no”), bromeó el cineasta.

El clima circense iba subiendo, y Kusturica dijo no saber si Sparavalo era hombre o mujer: tras la caída de la túnica, apareció una enagua, y luego vino un número en el que el violinista pasaba tres veces saliendo tocando por atrás de una tela negra, cambiando cada vez de vestido. Ahí mismo llamaron a dos chicas del primer palco, para hacer el viejo número sosteniendo el arco gigante en el que Sparavalo toca su violín y Kusturica lo imita (aunque en realidad es Maksimović el que está sonando en ese momento).

Ahí se anunció “Bubamara” (de “Gato Negro, Gato Blanco”), otra interpretación de Milošević al frente del escenario y Sparavalo “mandolineando”, pero con la convocatoria a todas las chicas que habían subido antes a bailar al escenario, terminando en un trencito al que se sumó Kusturica (las chicas no se bajarían más).

Luego, vino la presentación de la banda uno por uno (ovación para el violinista), hasta que vino la pregunta “¿Saben mi nombre?”. “Maradona” gritó uno del público.

A continuación vino una despedida que no duró mucho, según anunció “La Pantera Rosa”. Hubo un poco más de unza unza para que las chicas bailen, y de nuevo “Fuck you MTV!”, con las chicas arriba y la gente de pie. Esa sería la despedida definitiva: tras la última reverencia al frente del escenario y con el himno de la Unión Soviética sonando por los parlantes, la troupe balcánica se fue como llegó, y la fiesta pagana se dio por finalizada.