Dejó en el camino un invicto de siete partidos, jugó el peor partido del torneo después de aquél en Córdoba ante Belgrano y se vino con las manos vacías. Hay que ganarle a Olimpo.

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Buenos Aires)

El resultado (la derrota) tiene una explicación. Esta vez, a Unión ni siquiera le alcanzó con su ya natural empuje y entrega. El equipo no tuvo fútbol, como primera medida; y se equivocó en su área, permitiendo que el rival le marcara dos goles en poco más de 20 minutos, tornándose luego imposible la proeza de empatar como ya lo había conseguido ante Colón y Vélez.

Este fue, después de aquél con Belgrano, el peor partido de Unión en el torneo. Contra Belgrano jugó mal; ayer no fue para tanto, pero lo suficiente para volverse con las manos vacías y echar por tierra con una racha de siete partidos sin derrotas. Fue el segundo que se perdió en el año, sobre 11 partidos, así que la situación no es para enloquecerse, aunque ya lo dijeron los propios protagonistas: imposible dormirse.

Las desatenciones y errores defensivos de los primeros 20 minutos fueron clave. Esa defensa que transmitió tanta seguridad ante Arsenal, que no falló nunca y que estuvo concentrada durante los 90 minutos, se equivocó mucho y lo pagó caro. A Unión le salió alto el costo de permitir que dos chiquitos como Torassa y Pérez García manejaran tanto la pelota, que Bologna mirase pasar un centro como si acompañara la pelota en lugar de salir a cortarla (en el primer gol del albo) y que Correa, increíblemente, estire el brazo para rechazar con los puños un centro como si fuese un arquero y no un defensor. Demasiados errores como para que el costo sea tan caro que muy rápidamente se encontró con un 0-2 que parecía exagerado por el trámite, pero no por los errores que inevitablemente terminaron en la red propia.

Cuando el equipo se decidió por empezar a “remarla”, se encontró con las dificultades propias de la falta de precisión en el manejo de la pelota. No fue un buen partido a la hora de la tenencia y de la variedad en el juego. Se intentó un poco más por abajo en el primer tiempo, cuando Rosales buscó más la pelota y se juntó con Matías Donnet, pero la falta de protagonismo de los dos volantes laterales fue decisivo para que al equipo le faltaran variantes. Cavallaro participó más que Velázquez, al menos en esa primera parte y cuando un pase suyo a Jara y una pared con Rosales se constituyeron en sendas jugadas de gol en las que falló el remate final.

Hubo algo que fue positivo y que permitió, gol de Erramuspe mediante, justificar que el marcador se achique en las cifras: y fue que Unión reaccionó ante la adversidad e intentó cambiar su suerte. De todos modos, la sensación de que las cosas no andaban bien en defensa siguió manifestándose durante los 90 minutos. Pero se buscó, hubo una reacción y quedó todo abierto para el segundo tiempo.

La desesperación se apoderó de Unión y se empezó a atacar a pelotazo limpio. Poco por abajo y mucho por arriba, aún aceptando que el equipo de Kudelka tiene un más que respetable juego aéreo. Tiró entre 10 y 11 córner, más otra decena larga de tiros libres que cayeron sobre el área de Cambiasso buscando el cabezazo salvador que casi llega en el último minuto, cuando Velázquez le puso un centro perfecto a Avendaño y su testazo fue detenido por Cambiasso.

El equipo fue entrando en la desesperación, en cierta impotencia y aceleramiento a la hora del manejo de la pelota. Lejos estuvo

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Al pibe lo ahogaron bien

Entre Martín Zapata y Eduardo Domínguez se encargan de cerrarle los caminos a Juan Ignacio Cavallaro. El pibe de Unión participó en un par de jugadas de peligro en el primer tiempo, pero sin continuidad. Foto: Matías Nápoli

Otra notable concurrencia

Unión prácticamente colmó la capacidad de la tribuna visitante en la cancha de All Boys y alentó al equipo hasta el último minuto. Se gritaron de todo con los hinchas albos.Foto: Matías Nápoli

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de ser aquel Unión pensante, incisivo y preciso de otros partidos en los que se jugó realmente bien, como ante Racing y Rafaela Ni siquiera se repitieron los buenos pasajes de Banfield y, para colmo de males, se cometieron errores defensivos inadmisibles para una estructura que es confiable y que dio inequívocas muestras de seguridad en este torneo.

Esa misma desesperación lo llevó a caminar por el delgado filo de la expulsión a algunos jugadores, sobre todo cuando Pérez García y Torassa le pisaban y mostraban la pelota. Kudelka apostó a algunas modificaciones, puso un delantero más, sacó un hombre del fondo y terminó jugando “a la carga Barracas”. No fue la mejor fórmula, más allá de que de esa manera casi llega al empate, que hubiese tenido una impronta bien tatengue teniendo en cuenta lo que este equipo ha sido capaz de mostrar en varios partidos que tenía perdidos y los remontó con mucha entrega y valentía. Esos atributos no le faltaron a Unión, motivo por el cual no hay reproches en ese aspecto. Pero se debió jugar mejor a la pelota, rubro en el que Unión falló casi toda la tarde, además de los errores defensivos, y que fueron las causas de una derrota que rápidamente se debe reparar.