EDITORIAL

Temores que inspira la indescifrable Corea del Norte

El régimen norcoreano intentó poner en órbita un satélite y fracasó. El fiasco obedeció a múltiples causas, pero a países como Corea del Sur, Estados Unidos y la propia China los alarma lo sorpresivo de la decisión y, sobre todo, la sospecha de que en un plazo más o menos breve intentarán realizar otro ensayo parecido y sin medir las consecuencias.

 

Como se podrá apreciar, no sólo Irán es una fuente de dolores de cabeza para la comunidad internacional. El régimen de Corea del Norte también hace de las suyas, con la agravante de que es mucho más imprevisible que Irán. En este sentido, el reciente fracaso no tranquiliza a nadie, porque es muy probable que los burócratas de Pyongyang intenten repetir el ensayo, aunque más no sea para disimular el ridículo que provocó este sorpresivo intento de presentarse ante el mundo como una flamante y agresiva potencia nuclear.

Por lo pronto, los más atemorizados son sus vecinos de Corea del Sur, para quienes la probabilidad de que el régimen de King Jong Un decida atacarlos, aunque más no sea para distraer con una epopeya heroica a su pueblo, es algo más que una sospecha. Las mismas prevenciones tiene China, su aliado histórico, mientras que Estados Unidos no termina de definir una estrategia respecto de un país que para muchos es un misterio o una extravagancia.

Según los asesores de Obama, con Corea del Norte es imposible sostener una relación diplomática normal pero, al mismo tiempo, tampoco hay lugar para las sanciones, porque, como la experiencia lo ha demostrado, las víctimas de esas represalias son los sectores populares, mientras que su élite dominante continúa disfrutando de un excelente nivel de vida.

Corea del Norte, por lo tanto, coloca a las grandes potencias en una situación paradójica e incómoda. Se trata de un régimen irresponsable sobre el cual es muy difícil influir externamente, pero, al mismo tiempo, su probable colapso corre el riesgo de provocar más dificultades que beneficios. El nuevo dictador Kim Jong Un, es tan déspota como su padre y su abuelo, motivo por el cual existen serias presunciones de que en caso de una crisis económica final, el régimen pretenda “huir hacia delante” por el camino de la guerra.

Decíamos que el problema que Corea del Norte presenta ante la comunidad internacional, es su imprevisibilidad. Con los ayatolás de Irán -por ejemplo- las diferencias son grandes, pero hay una lógica de poder que de alguna manera los hace previsibles. No ocurre lo mismo con Corea del Norte, sometida desde hace más de medio siglo a una dictadura salvaje y primitiva. Los esfuerzos hechos por los EE.UU., pero también por Corea del Sur y Japón, para tratar de entender con qué lógica funcionan los dirigentes y qué pasa con una sociedad sometida y en cierto sentido esclavizada, han sido vanos. Corea del Norte continúa siendo indescifrable, y es ese misterio el que transforma en preocupante a una nación que dispone del manejo del ciclo nuclear y aspira a fabricar misiles de alcance intercontinental.